Fernando Corona es un poeta nacido en Ciudad de México y muy amigo de Cuba. Estudioso de Alfonso Reyes y amigo personal y discípulo de la siempre recordada Alicia Reyes, que cuidó la Capilla Alfonsina hasta sus últimos días. Nació Fernando, en 1978. Poeta, narrador, ensayista y crítico literario, un valioso profesor universitario que se ha desarrollado en el ámbito bibliotecario y archivístico de la Biblioteca Nacional de México y en otras Instituciones del hermano país. En el Banco Nacional de México es Coordinador de su Archivo Histórico entre otras muchas acciones en favor de la Cultura de su patria. Es un hombre muy querido y además un gran amigo.
Una tarde, como en varias ocasiones llegó a Sol Adentro con muchos libros y uno de ellos recientemente publicado titulado: Sonetos del adiós y del regreso. En él, un prólogo que estando yo en México, le escribí.
Muchos de estos libros regaló en la Tertulia. Fue una hermosa ocasión en que todos nos sentimos muy conmovidos.
Fernando Corona, joven siempre, de México y también de Nuestra América, es un profesional a toda prueba, un profundo conocedor de la palabra, un continuador de la mejor tradición de nuestros pueblos.
Sonetos del adiós y del regreso refleja originalidad de un tono íntimo recogido en silencios creadores. Como gran Alfonsino que es, resulta su poesía muy antigua y muy moderna, invita al juicio y a la meditación, Para el poeta, seguir sobre la vida, es lo que cuesta. Un poemario de amor para soñar, para vivir.
Morir de Amor
Nadie muere de amor y nadie queda
consumido en el fondo de sí mismo,
son tan solo adelantos del abismo
donde suele acabar nuestra vereda.
Nadie muere de amor y cuando pueda
ciertamente llegar al escapismo
una vida en tenaz romanticismo,
nos veremos girar en otra rueda.
¿Quién quisiera morir cuando en la vida
todo vuelve a nacer en un instante?
¿Quién quisiera morir por una herida
Nadie muere de amor o despedida
por un vuelco en su táctica de amante?
Solo existe el sufrir itinerante.
El poemario de Fernando, no se queda en la mera revelación, ni en absoluto secreto. Va más allá. Incita a la búsqueda sigilosa del momento en que se vive, a desentrañar los sueños. Una maestría técnica aflora. Presiente que entre las letras de un Soneto algo existe y encuentra en cada verso su existencia.
La Llama
Cuántas veces un hombre se derrumba
después de haber estado en otros brazos
y recoge después hecho pedazos
el escombro de un alma que ya es tumba?
¿Y cuántas noches el oído zumba
queriendo oír siquiera los retazos
de voz que destilaban los abrazos
como un puñal que entre la piel se arrumba?
Así hiere el amor cuando el que ama
confunde el desamor con el castigo
y el placer con la copa que derrama
la misma voz al pronunciar “contigo”.
Un amor que no duele es una llama
que nos calcina con su rojo abrigo.
Más de 50 Sonetos conforman el libro. Los trípticos de la musa, del caminante y del sueño refuerzan la estructura temática. El lector camina junto a él. Cree que ha embotellado un mar abierto. El hoy se le resiste y su fe se hace presente.
Carpe Diem
Disfruta la jornada mientras dura,
mientras dura su luz, mientras palpita.
La mano que se fue ni da ni quita
y la que va a venir ni ve ni cura.
Hay una tentación siempre futura,
el hambre de apuntar la nueva cita
y una obsesión asnal por ver ahorita
lo que el cielo en su callar augura.
Cosecha como flores estas horas
que ya se van, se fueron de repente.
Desprende gota a gota lo que lloras
y lo que ríes viértelo en torrente.
Que no queden albas sin auroras
ni atardeceres sin su sol poniente.
Sonetos del adiós y del regreso de Fernando Corona.
Como un pez en el agua se desliza en estos versos, son suyos, lo iluminan, cuando marca un palpitar de tinta y hueso.
El endecasílabo, con su sencilla y clásica perfección, es tan solo su voz que se desnuda.
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