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Fidel Castro en “El Sol”, el diario de Marianao


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Adentrarse en la identidad de una ciudad, un barrio o un conjunto urbano, exige de una penetración en las fuentes documentales creadas por su sociedad desde los orígenes; es en ellas donde perviven las ideas que han configurado su historia. No es posible comprender el hoy sin tener en cuenta el ayer.


Por su lado, los años dedicados a los estudios de nuestras ciudades indican que tres fondos resultan sustanciales para esta labor: los libros parroquiales, los del Cabildo y aquellos que, por constituir un espacio de polémica entre los moradores y las instituciones, se erigen en representación de la pluralidad cultural que va modelando la identidad; en este último, acompañan a la ciudad y su arquitectura, la literatura y el arte, las costumbres, las tradiciones. Dada la complejidad de los procesos culturales e identitarios, los mayores frutos se obtienen: primero, del análisis de cada uno de ellos; luego, de su interrelación.


        


Desde esas perspectivas y con el interés de adentrarme en la identidad de los marianenses, me aproximé a la colección del periódico El Sol (1908-1962), tesauro que guarda la Biblioteca Municipal “Enrique José Varona”. Documento que tras una aproximación preliminar de sus ejemplares se revela portador de una eticidad que lo inscribe entre los materiales de mayor valía para entender no solo la evolución de las ideas en Marianao sino también, por su relación con el centro capitalino y otras ciudades de la Isla, la de Cuba. Fue en esta pesquisa donde hallé, de manera casual, la información que me permite abordar el modo en que su director y los redactores vieron la entrada de Fidel en la historia. Dos máximas del Comandante me permiten articular este comentario: “Son las ideas las que mueven el mundo” y, de su definición de Revolución, “tener conciencia del momento histórico”.


El Sol ve la luz el 8 de septiembre de 1908 como respuesta a “la idea preconcebida de fundar un periódico que fuere vocero de las necesidades de Marianao, paladín de sus progresos y heraldo de sus ideales”, postura que reafirma su director César San Pedro al celebrar “veinte años de lucha”, el 8 de septiembre de 1928:


“De rectitud y de honor, sí. No hemos estado nunca con quien más nos ha convenido sino con el que mejor garantía de hombría de bien ofrecía para la comunidad. En este punto hemos sido inflexibles con nosotros mismos […]. Nosotros hemos optado por la suprema locura: mantener encendida la lámpara del ideal, correr tras de quimeras aladas, ir, aún desalados, tras de rosadas sugestiones… Nuestras colecciones dicen bien de esa carrera pertinaz en pos de los ideales.  Veinte años de avances en el cual hemos, como los solados que esperan a pie firme la acometida de las balas, recibido el embate de todas las fuerzas contrarias”.   


     


Apenas unos meses después de dicho aniversario, en enero de 1929, El Sol desarma los comentarios que con ligereza sirven de argumento al asesinato del joven Mella. Bajo el titular “El asesinato de Mella: El comunismo ha perdido una de las figuras que más luchaba por su causa”, comenta:


“El asesinato de Julio A. Mella, ocurrido en México hace unos días, ha llenado de sombras la actualidad. // […] // Y he aquí que la gente lamenta la muerte de Mella, por él que era un muchacho de talento, pero más porque creyendo a pies juntillas que esta muerte, lejos de ser por cuestiones de amor es por cuestiones políticas, se pregunta cómo es posible se utilicen en estos tiempos el procedimiento del crimen para ahogar las ideas. // Por eso la gente lamenta tanto la muerte de Mella”. (1)

 

El lunes 21 de noviembre de 1955 El Sol se presentó a sus lectores con una portada que políticamente desafiaba el régimen de Batista. Junto a una fotografía en la que dialogan Fidel y Juan Manuel Márquez, una frase que haría historia no solo en la Isla, sino también en el Caribe, América Latina y otras latitudes: “¡Seremos libres o seremos mártires!”. Anunciaba además la inclusión de una entrevista, de cinco columnas, en la que el abogado Fidel Castro Ruz comunicaba al pueblo sus ideales y la necesidad de derrocar al tirano de Batista con frases como: “No finalizará Batista el 56 como Presidente” o “No niego asimismo que se niegue a renunciar”.  A pie de imagen se acotaba:


“HABLA FIDEL CASTRO “Ni las elecciones parciales; ni siquiera las generales, constituyen una solución del problema cubano”, nos dice Fidel Castro colocando un ejemplar del nuevo SOL en una pequeña mesa, mientras el marianense, Juan Manuel Márquez, ratificaba sus declaraciones exclusivas”. (2)


El domingo 11 de enero de 1959 El Sol ofrece nuevamente muestra de su postura ética al presentarse con el firme enunciado ¡Ya Cuba es Libre!, y una imagen tomada en el instante en que Fidel se dirigía al pueblo en el cuartel Columbia el 8 de enero:


“Y EN LA NEGRA NOCHE, BAJARON LAS PALOMAS DE LA PAZ. Todo un pueblo, alegre y jubiloso, presenció la escena. Las blancas palomas de la paz vinieron hasta el gran líder rebelde, y una de ellas —permitiéndose toda clase de confianza…—  permaneció en sus hombros durante casi todo el largo discurso pronunciado en el polígono de Columbia. “Hemos ganado la batalla de la guerra —dijo— solo nos resta ahora ganar la difícil batalla de la paz”. Había palpitar de corazones. No pocas lágrimas asomaron a los ojos de algunos en la enorme muchedumbre. Se había producido el milagro de una victoria total y definitiva. Era desbordante el regocijo. Tal vez, el único entristecido era Fidel. Su condición de máximo líder de la más extraordinaria Revolución, no podía permitir que en aquel cielo límpido y claro pudieran asomarse sorpresivas nubecillas. Mas, nada hay que temer. Cuba ha encontrado, al fin, el camino mucho tiempo soñado y anhelado”. (3)  

 

El Sol dio seguimiento con postura crítica a los primeros logros de la Revolución, particularmente a aquellos cuyo impacto tenían incidencia directa en la población como la nacionalización de los servicios públicos o de firme postura política como la Declaración de La Habana. Sus profundas raíces en un sistema económico que se quebraba ante los avances de la Revolución, no le permitió entender las contradicciones que debía afrontar la misma en pos de “el camino mucho tiempo soñado y anhelado”, sin que pudiera esa imposibilidad nublar el servicio prestado a las ideas de progreso en el segundo lustro de la década de los años 50.

 

 

Notas:

(1) El Sol, 21(20):1 y 8, Marianao, La Habana, 19 de enero de 1929.

(2) El Sol, 47(12):1, Marianao, La Habana, lunes 21 de noviembre de 1955.

(3) El Sol, 50(19):1, Marianao, La Habana, domingo 11 de enero de 1959.


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