El discurso de Fidel Castro Ruz, desde los inicios de su liderazgo, incluyó una muy fuerte presencia de las raíces históricas para entender y explicar el presente y proyectar el futuro. Su análisis de la realidad cubana tomaba en cuenta los problemas de la sociedad, como consecuencia de una evolución histórica determinada, tal es el caso del latifundio, el analfabetismo o la soberanía, entre otros.
También en los primeros documentos programáticos, como el Manifiesto del Moncada, se aludía a ese pasado de modo indirecto, como al decir que la revolución se declaraba libre de trabas con naciones extranjeras, lo que apuntaba implícitamente a la historia de la dependencia neocolonial cubana. De esta manera, los referentes históricos fueron parte del discurso revolucionario de Fidel desde los momentos fundacionales del proyecto revolucionario.
De especial importancia para acudir a la experiencia histórica fue el triunfo del 1.º de enero de 1959, con los retos que esto planteaba. Cuando se encontraba a las puertas de Santiago de Cuba, en una alocución por Radio Rebelde, Fidel se remitió al acontecer histórico al decir: “¡La historia del 95 no se repetirá! ¡Esta vez los mambises entrarán en Santiago de Cuba!”.
La idea de que Cuba no fue libre en 1898 y que los sueños de los mambises no se habían realizado, fue recurrente en esos días. En los discursos pronunciados durante el trayecto de la Caravana de la Libertad, las alusiones a hechos anteriores se hicieron frecuentes, en lo cual estaba presente la experiencia del proceso revolucionario de los años treinta, la actuación de los militares y la política que implementó entonces los Estados Unidos.
Respecto al papel estadounidense, no hubo mención directa hasta que, ante la campaña que empezó a hacerse desde el país vecino sobre los juicios a los torturadores y asesinos, abordó la experiencia histórica de la actuación norteamericana de forma más clara.
En la comparecencia ante el Club Rotario de La Habana, el 15 de enero de 1959, Fidel recordó la actitud hostil de aquel país ante las luchas independentistas en Cuba, y cómo al final impidieron que los cubanos recogieran el fruto de su victoria con las consecuencias morales de aquello; y se detuvo en particular en los sucesos de 1933, cuando habló del gobierno provisional presidido por Grau San Martín, la actuación del embajador estadounidense y su relación con Batista, y el derrocamiento de aquel gobierno que había afectado intereses extranjeros.
El sentido de este recuento era alertar al pueblo cubano en las circunstancias que se vivían; es decir, la mirada histórica tenía una evidente intención hacia el presente. Fidel reiteró esa explicación de la coyuntura de 1933 en Venezuela, el 23 de enero, donde además, hizo referencia a la imposición de la Enmienda Platt, como parte de la demostración histórica del papel de los Estados Unidos en Cuba.
La historia tenía un sentido muy importante para el líder revolucionario, ya que allí estaban las raíces de lo cubano, de los problemas que debía enfrentar y resolver la revolución una vez alcanzado el poder; igualmente, veía su relevancia para el reconocimiento de la identidad y la defensa de la patria, para la tradición, la herencia patriótica y revolucionaria, a la vez que aportaba la experiencia de aciertos y errores, y del papel de las diferentes clases y grupos internos y externos en la evolución de Cuba. Dentro de esa recurrencia a la historia, José Martí ocupó un lugar muy destacado.
Cuando en la Universidad de La Habana, en 1995, Fidel afirmó que allí se había hecho martiano, socialista, revolucionario, estaba otorgando un papel de primer orden a la condición de martiano y, por tanto, a Martí propiamente; de ahí la significación que concedía al conocimiento de Martí, aunque también vio en el estudio de la historia de nuestras gestas independentistas un factor de alto valor para el pueblo. Esto se puso fundamentalmente de manifiesto en el centenario del 10 de octubre de 1868.
En la conmemoración del inicio de las guerras de independencia cubanas, Fidel afirmó, como ha resultado muy recurrente en las citas de este discurso, que nuestra revolución tenía raíces bien profundas en la historia de la patria y que en Cuba solo se había producido una revolución, la que había comenzado Carlos Manuel de Céspedes y que el pueblo continuaba. Entonces, habló de la importancia del estudio de la historia de nuestro pueblo, de sus raíces revolucionarias, para entender qué quiere decir revolución. A partir de tales afirmaciones, se adentró en una exposición del decurso de la sociedad cubana desde inicios del siglo XIX, de la evolución de sus ideas y sus conflictos sociales, hasta llegar a las guerras independentistas, su desarrollo y resultados. Y, sobre todo, a Martí, a quien enfatizó y llamó a ahondar en sus ideas como una necesidad para la Revolución. El recuento, que llegó al siglo XX, significó una exhortación a la investigación y el estudio de la historia de Cuba.
En 1973 Fidel pronunció discursos esenciales vinculados con la historia, tal es el caso del correspondiente al centenario de la caída en combate de Ignacio Agramonte y el del XX aniversario del 26 de Julio. En el primero, dedicó espacio al análisis de las clases sociales y sus posiciones ante la independencia, la heterogeneidad regional e ideológica, las diferencias en concepciones de cómo hacer la guerra y organizar la dirección; asimismo, abordó el cambio de composición social en la dirección para la nueva guerra, entre otros asuntos. En el caso del aniversario del Moncada, realizó precisiones cardinales en cuanto a la variación de contenido de las distintas etapas de la lucha revolucionaria cubana desde 1868, luego 1895 y después en el siglo XX, cuando al combate por la soberanía se añadía el problema social de esos tiempos, lo que marcaba el carácter de la nueva revolución.
El interés de Fidel por la historia, su investigación, estudio y divulgación, se mantuvo a través del tiempo. En octubre del 2000, la Unión de Historiadores de Cuba (Unhic) realizó el taller nacional “La historia, el historiador, la sociedad cubana actual y los retos del nuevo milenio”, donde el Comandante en Jefe asistió el día 16 a la sesión dedicada a la enseñanza de la historia. Allí entabló un diálogo con los asistentes en torno a la trascendencia de la historia, de los historiadores y de la Unhic.
En aquel encuentro, Fidel planteó:
“La historia tiene muchísimo valor, es muy importante y muy útil para la nación y para el pueblo.
“Les puedo decir que quizás la materia más importante para la cultura general integral es la historia.
“Tenemos que saber mucho de la historia de Cuba por una cuestión de identidad, para que nos sepamos valorar a nosotros mismos, para que nuestro pueblo se valore a sí mismo…”.
(Citas tomadas de la edición dedicada a ese taller por El Historiador, del 7 de diciembre del 2000)
Como puede observarse, la historia fue parte sustancial del análisis fidelista de la Revolución para entender sus raíces y sus retos. El presente es resultado del pasado, a la vez que ese pasado aporta la comprensión de lo que somos y lo que defendemos. Desde esa perspectiva, quien fue Premio Nacional de Historia 2008, nos llamó a la investigación y al estudio de la historia de Cuba como necesidad de la nación cubana.
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