“Mi criterio muy personal es que después de la existencia de José Martí, el segundo hombre histórico en Cuba, y a quien sería muy difícil de superar, es Fidel por su inteligencia, valor personal, carisma… Hay que tener en cuenta que Martí vivió tan solo 42 años, y Fidel tiene toda una trayectoria de pensamientos y acciones en todos los sentidos. Después de Martí, reitero, estará siempre Fidel”.
Así significó al periódico digital Cubarte el teniente coronel Elvin Fontaine, jefe de la seguridad personal del Líder de la Revolución cubana, durante casi más de cuarenta años, con motivo de la celebración este 13 de Agosto de su cumpleaños 89 en la sede de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en esta capital.
Reconocidos periodistas como Heidy González, Nancy Núñez, Héctor Ochoa, José Dos Santos, Lino Fernández, Orlando Gómez, Gustavo Robreño, Elson Concepción, José Gabriel Gumá y Eduardo Cuba entre otros, rememoraron diversas anécdotas junto a Fidel que partieron desde su vida estudiantil hasta la actualidad brindando así una imagen —entre otras muchas cualidades que le ameritan su grandeza—, de su valentía, estoicismo y poder de movilización y comunicación con el pueblo desde hace más de medio siglo.
Fontaine enfatizó que la idea de publicar los dos títulos de su autoría Fidel, desde el Punto Uno a Playa Girón y Fidel al frente del rescate, recientemente presentados en el país, surgió el 28 de abril de 1969, cuando “estudiaba la carrera de Periodismo y acompañaba además como escolta al Comandante en Jefe durante un recorrido realizado en la provincia de Pinar del Río. No olvido que él leía ese día un ejemplar fotográfico de la revista norteamericana Life. No olvido que él dijo (casi textualmente), “nosotros hemos participado en la lucha contra bandidos, en Girón, contra los embates del ciclón Flora, al igual que en decenas de hechos que no se han escrito (…) Ciertamente, no se habían escrito hasta esa fecha como, por ejemplo, la participación de Fidel durante 16 operaciones durante la lucha contra bandidos —algo que ya está recogido en el volumen Fidel y la guerra desconocida, de Katiuska Blanco—; así fue cómo consideré que aquellos testimonios no debían perderse.
Confesó que posee hasta la fecha más de 700 crónicas sobre hechos importantes acontecidos junto a Fidel, entre los que citó el referido en una ocasión cuando se produce accidentalmente la caída de un árbol sobre el yipi donde viajaba el Comandante —¡no le sucedió nada ni a él, ni a quienes viajaban con él!— “(…) Debo decir que Fidel es un libro abierto, y lo único que ha hecho siempre ha sido luchar por su pueblo y por llevar a vías de hecho una Revolución; ha sido ejemplo de una vida dedicada al trabajo durante las 24 horas del día”.
Asimismo, entre las intervenciones anecdóticas de los periodistas que conocieron y trabajaron muy de cerca junto al Líder de la Revolución cubana, estuvo la de Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien destacó la significación de una foto “estelar” incluida dentro de la muestra expuesta (power point), durante dicha actividad y que “previo al asalto al Cuartel Moncada, enfatiza el proceso mental de Fidel de repulsa contra el régimen de Fulgencio Batista. En ella aparece el joven abogado Fidel discutiendo con Quirino Juliá, oficial del ejército de la dictadura.
Discusión que, personalmente presencié y que se produce en la antigua Audiencia de La Habana cercana al Palacio de los Capitanes Generales. Fidel presenta como abogado una moción donde solicita al Tribunal Supremo, cien años de prisión para Batista, como consecuencia de haber erradicado y violado la Constitución de la República y de haber implantado los llamados estatutos constitucionales. Diría que esta fue la columna vertebral de la defensa de Fidel durante su alegato La Historia me Absolverá, cuando se le acusa de haber violado los derechos constitucionales del estado. ¿De qué derechos constitucionales hablar, si no existía constitución? Esta fue, en definitiva, la génesis de los acontecimientos que se desencadenaron después y que dieron lugar al asalto al Cuartel Moncada. De aquí parte la posición de Fidel como estratega”.
Fidel, eternamente Fidel
Fue producto de una Generación en que problemas como la discriminación racial, proscripción de negros y mulatos a las labores más ignominiosas, desconocimiento de los derechos de la mujer, escasez de viviendas, difícil acceso a los centros de salud y de educación, altos índices de analfabetismo… pululaban en aquellos primeros años de República neocolonial; problemas que se recrudecerían aún más con el decursar del tiempo.
Narraciones de testigos oculares y periodísticos de la época le recuerdan al frente de manifestaciones estudiantiles protagonizadas por la Generación del Centenario, y de aquel cortejo fúnebre del inolvidable líder ortodoxo Eduardo Chibás.
Hechos como la intervención de Estados Unidos en la Guerra del 95 o Guerra Necesaria, que frustró el proceso de más de treinta años de lucha por la independencia de Cuba y la realización del ideario martiano en su más amplio sentido —al no realizarse en la República que va a nacer, su pensamiento político y social, ni sus criterios en la educación y la cultura—, le han convocado abrazar la obra y el pensamiento del Héroe de nuestra Independencia Nacional, como figura genuina en su largo avatar político hasta la fecha.
Contra esa caricatura de República, nacida bajo el sello de la frustración neocolonial e implementada jurídica y constitucionalmente por una Enmienda yanqui, lleva a cabo su lucha política, social y cultural.
Para algunos políticos de la época existían distintas vías de lucha “frente a la injerencia extranjera, la virtud doméstica” (al decir de Márquez Sterling), al igual que mediante acciones encaminadas al logro de la honestidad gubernamental y administrativa y, sobre todo, al empeño de que mediante la cultura, arraigara y creciera la conciencia de cubanía frente a las acciones desnacionalizadoras (Eduardo Chibás).
Para él existían aquellas y una fundamental: la lucha armada por la liberación nacional. Por ello partió al Moncada a escribir para la Historia acerca del quehacer generacional de una pléyade de jóvenes dispuestos a continuar las páginas de sacrificios de nuestros mambises de dos guerras independentistas, y a enaltecer con letras de oro el Ideario Martiano; pero el que versaba acerca de la Guerra Necesaria y consecuente contra un único y expoliador enemigo: el imperialismo norteamericano.
Tras casi ocho años de lucha guerrillera y emancipadora en zonas montañosas irredentas de nuestro verde Caimán, arriba al frente de un gran ejército, el del pueblo cubano, y con el cumplimiento del primer capítulo del Programa expuesto —valientemente, años atrás—, en su defensa en La Historia me absolverá.
Tras aquel Enero victorioso nuevas y diversas batallas devendrían capítulos de su hacer revolucionario. Mas no solo nacional, sino también internacional. Siempre, siempre al frente, en todo momento y como buen cubano: en las buenas y en las malas. Le veríamos en proyectos únicos en el mundo como la Campaña de Alfabetización, la Ley de Reforma Agraria; en momentos de verdadera crisis por la supervivencia (Crisis de Octubre), por la dignidad y emancipación nacional (Girón, Primera y Segunda Declaración de La Habana); con su apoyo solidario en todo momento y ante cualquier circunstancia hacia América Latina, Asia y África y su lucha liberadora y antiimperialista; con su abrazo al Che Comandante amigo; con su vigor deportista y estudiantil y, ante todo, con su aliento, voluntad y aspiraciones de continuar haciendo de su pueblo ejemplo simbólico y baluarte de las enseñanzas humanísticas del Apóstol, de sus próceres, de sus mártires y del suyo propio.
Su fuerza resulta inquebrantable. De seguro, desconocida en nuestra naturaleza, pues ni los metales más duros físicamente conocidos podrían quebrantarla. Es un hombre que se ha nutrido y que continuará haciéndolo a partir de la irrevocabilidad de sus ideas y de su espíritu, y que ya hoy lo está multiplicando en una obra bibliográfica imprescindible por su lente vivencial y preconizador para el futuro.
Hoy, nos alerta ante el peligro de otra nueva conflagración de incalculables consecuencias. El caballo, el arco, la pólvora, los vapores, las ametralladoras, los tanques, los aviones, los submarinos… el arma atómica nuclear han cambiado progresivamente la forma en que combatían los ejércitos, pero no los riesgos, ni las razones.
Él una vez más, nos alerta a todos, a los gobernantes de los cuatro puntos cardinales a discernir con fruición, con cordura ante las expectativas. Nuestra mayor amenaza estaría en la falta humana más primitiva y examinada en tan solo accionar un simple botón. Él continúa alertando y persuadiendo a todos y, en especial, a los personajes de un Imperio a no repetir la acción genocida de Hiroshima y Nagasaki hace más de seis décadas. Él es y será un hombre siempre necesario —como reitero, en las buenas y en las malas—pues es ya el resultado de una necesidad histórica, irrebatible e invencible. Es Fidel, eternamente Fidel.
Deje un comentario