“Fidel quiere decir fiel. Fidel fue fiel a Martí, y Armando lo fue a Fidel y a Martí” / Por Astrid Barnet


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“Me consuela pensar que al hombre que convoca la revista Honda debió enfrentarse a situaciones arduas y difíciles, incluyendo la incomprensión de hombres buenos y la traición de falsos amigos. De ahí que él tuviera en alta estima la lealtad y la amistad, dos virtudes fundamentales, al pie de las cuales se arrastran —como dos miserables criaturas—, la ingratitud y la envidia”.

Así expresó el doctor Eusebio Leal Spengler, director de la Oficina del Historiador de La Habana, luego de recibir el Premio Patria en la sede de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM), con su acostumbrada gran carga emocional que, como bien afirmase la poetisa Nancy Morejón, “es alguien quien, en su discurso, eleva, convence y une”, a lo que añadiría quien escribe: además de fascinar y provocar el latido de corazones repletos de patriotismo.

En otra parte de su intervención destacó “que la preocupación fundamental de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM), del Centro de Estudios Martianos (CEM), de toda la institución revolucionaria, es precisamente de que todo lo que hay de grande y bueno en la Historia de Cuba que Martí encarnó, se logre echar como un torrente sobre el alma de los jóvenes, de los adolescentes, de todo hombre o mujer que se considere joven para siempre”.

Afirmó el doctor Leal Spengler que el pensamiento martiano “siempre es salvador, al ser de profunda regeneración, sobre todo en la época en que le tocó vivir, cuando parecía que naufragaban como hoy los sueños fundacionales de las repúblicas americanas. Nuestras repúblicas enfrentaban, entonces, el legado de unas repúblicas que habían dejado intactas instituciones y privilegios (trono y altar), faltaba esa victoria del pensamiento racional. Esa victoria y unidad que es la que nos permite estar reunidos hoy aquí”.

Resaltó a continuación el pensamiento del doctor Armando Hart Dávalos “quien a medida que fue acerándose con el tiempo, se hizo más radical, más consecuente y, al mismo tiempo, realizó una apertura que nacía de su condición humana, revolucionaria y de su fidelidad al pensamiento de Fidel. Fidel quiere decir fiel; Fidel fue fiel a Martí, y Armando lo fue a Fidel y a Martí. Tuvo ese sentido de la fidelidad única, porque como afirmó el segundo: la Revolución cubana fue una, desde que el Padre de la Patria, el Diez de Octubre de 1868, se pronunció finalmente en lo que era el desafío mortal y real, quiere decir, tomar las armas contra un adversario que parecía inderrotable.

“Son trascendentales hombres como Armando: consecuente en la iluminada juventud de su generación, en la espalda lacerada por los golpes, en la prisión, en la clandestinidad y luego en el poder político —ya como Ministro de Educación, como alta figura en el seno de la organización del Partido Comunista de Cuba y, posteriormente, en su misión como Ministro de Cultura—, y sucediendo a esos períodos en los cuales las revoluciones se ponen a prueba.

“El período que algunos han tratado de definir de cinco, de ocho o de diez años (¡no me interesa!)…Lo cierto es que con él, con Yeyé (Haydée Santamaría, heroína del Moncada y de la Sierra), y con todo el grupo que ingresó en la Cultura cubana, con el poder de la Revolución en la mano se trazó un camino para la Cultura, para el ideario de la Revolución en la Cultura, que tuvo como premisa el llamar a todos, el ser consecuentes con el espíritu de Martí, y llamar a todo hombre bueno y decente, ya que la condición cubana revolucionaria, política, religiosa, paternal…se basa sobre todo en la condición humana. Cuando esta es endeble, cuando la formación tiene grietas, cuando no hay un verdadero espíritu de humildad, entonces, todo lo demás se vuelve cargos o cargas, se vuelven responsabilidades que tienen como cualidad ser infecundas.

“Sin embargo, Armando y aquel equipo de trabajo, demostraron que se pudo hacer una verdadera revolución en las estructuras culturales, y llevar adelante un rayo de iluminación que se prolonga hasta hoy”.

Especificó que nada de esto quiere decir que en nuestros tiempos no dejen de existir —como también existieron en los de Hart—, contradicciones y batallas que librar. Siempre habrá que librarlas con la obra por delante (…) “porque hay que saber dónde está cada corazón en medio de la multitud, y diferenciar generaciones que comparecen en un determinado momento de la Historia, y que han de llevar en su mano, como el arma más preciosa, lo que el Apóstol definió como la Honda de David que le da título a la revista de esta institución cultural”.

Enfatizó en el surgimiento de ambas instituciones martianas para Cuba y para el mundo y cuál debía ser el espíritu de cada una de ellas. En el caso de la SCJM, debía unir a la emigración patriótica cubana y aliarla junto a la Revolución —no a aquellos quienes trataron de destruir, dañar, sangre cubana—, al pensamiento martiano de que los Hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, y los que odian y deshacen. A alinear a los hombres que aman y fundan, quienes son capaces de llamar, atraer y de tratar de vencer (…) Desde el poder se puede y se podrá transformar la sociedad y la Historia. Alcanzado este objetivo, los revolucionarios tienen que luchar para conservarlo y para que sus ideas encarnen en las nuevas generaciones, haciendo válido aquel principio de que lo que hasta ayer fue conveniente, ya hoy no es prudente”.

Al respecto recordó el Historiador de La Habana la frase de Fidel: “Cambiar lo que deba ser cambiado”, para lo cual no puede existir el aburrimiento o que transcurra un día tras otro; tiene que existir siempre una palabra nueva, un empuje, pues las palabras no pueden convertirse tan solo en lápidas.

“El concepto de Revolución, como siempre me ha gustado afirmar, tiene en cada una de sus conceptualizaciones una respuesta, una explicación, una  contradicción a resolver. En primer lugar, a través del concepto de la verdad, de la lealtad, cuando afirma categóricamente no mentir ni omitir”.

Puntualizó que Martí fue un ser humano como Fidel, y todo intento de minimizar a uno u otro es un camino extraviado “porque le arrebata humanidad, y la humanidad de ambos es lo más importante. Fueron hombres capaces de amar, de sufrir y de errar. Hombres que convirtieron el error en determinación, en experiencias, en acciones nuevas, más lúcidas, rectificadoras, en experiencias positivas”.

Por su parte, Rogelio Polanco, director de la revista Honda, realizo la presentación del Número 51 de esa publicación, “acto que se inscribe dentro del programa de actividades con el que nuestra SCJM conmemora el Aniversario 165 del Natalicio de José Martí, y que nos convoca a rememorar el momento en que el matrimonio de Mariano y Leonor, quienes ocupaban la pequeña casa de la habanera calle Paula, esperaban el anunciado alumbramiento. Y fue una fría madrugada del 28 de enero de 1853 cuando se escuchó el llanto del primogénito (…) Esta es una ocasión propicia para renovar nuestro compromiso con el legado martiano y para certificar que su vida y su obra se conozcan cada vez con mayor profundidad por las presentes y futuras generaciones”.

Polanco evocó, además, la figura del doctor Armando Hart Dávalos como presidente de la Oficina del Programa Martiano, y fundador de la revista Honda.

“Iniciamos el Número 51 de Honda, dijo, rememorando que Hart fue durante todos estos años el inspirador del trabajo realizado y quien siempre nos brindó absoluta confianza y apoyo. Para Hart, nuestro homenaje y recuerdo respetuoso cargado de afecto”.

Se encontraban presentes René González, Héroe de la República de Cuba y vicepresidente de la SCJM; la doctora Ana Sánchez Collazo, directora del CEM y la doctora Eloísa Carreras, viuda del doctor Armando Hart Dávalos, entre otros investigadores y especialistas de ambos centros martianos y de otras instituciones culturales, además de profesores universitarios y representantes del cuerpo diplomático acreditado en Cuba.


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