Finca Vigía: el paraíso habanero de Ernest Hemingway


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Imágenes de Finca Vigía. Autor: Juan Carlos Borjas

Dicen los estudiosos de su obra que Ernest Miller Hemingway (Oak Park, Illinois, 21 de julio de 1899-Ketchum, Idaho, 2 de julio de 1961) conoció París, España, realizó varios safaris por África, vivió en Cayo Hueso, Estados Unidos, pero, sin  lugar a dudas, Cuba fue uno de sus lugares preferidos para alimentar la imaginación y escribir algunas de sus mejores obras literarias.

 Uno de esos sitios tan especiales para el novelista norteamericano fue Finca Vigía, ubicada en la localidad de San Francisco de Paula, en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón.

 Hace 55 años, el 21 de julio de 1962, el Comandante en Jefe Fidel Castro, dejaba inaugurada la casa Museo Finca Vigía. Se cumplía así el acto de última voluntad del Premio Nobel de Literatura, 1954.

 Historia de la casa

 Hemingway alquila la vivienda en mayo de 1939. Fue su tercera esposa, Martha Gellhorn, quien se enamoró del lugar y pensó en las bondades de este remanso de paz, ideal para escribir con tranquilidad. Un año después, el escritor compra la finca donde vive con Martha hasta 1943.

 Mary Welsh, su cuarta y última esposa, habitó con el novelista en Finca Vigía entre 1945 y 1960. El 25 de julio de ese año, Hemingway regresa a los Estados Unidos para nunca más volver a Cuba.

 Fue el 23 de agosto de 1961, semanas después del suicidio del novelista, cuando Mary se reúne con Fidel Castro y le hace entrega de la propiedad al Estado Cubano. El comandante tuvo la idea de convertir la Finca en un Museo para perpetuar el legado de este “cubano sato” como se auto tituló, en cierta ocasión,  Papa Hemingway.

 Dentro de Finca Vigía

 Finca Vigía posee una extensión de 4,3 hectáreas y cuenta con un área boscosa integrada por más de 200 matas de mango, 150 palmas, árboles de especies como aguacate, tamarindo, mamoncillo, ciruela, naranja agria y almendra, entre otras.

 Unos 7 mil libros y folletos así como 2 mil revistas de todas las temáticas, atesora este museo habanero. Solamente en la biblioteca oficial se pueden contar 2700 ejemplares entre clásicos de Harvard, Mark Twain, Benito Pérez Galdós. Muchos de esos volúmenes son primeras ediciones, tienen la dedicatoria de sus  amigos escritores o anotaciones realizadas por el propio Hemingway. También había libros en la habitación matrimonial. Esos textos respondían a las temáticas de la jardinería, la cocina y los gatos.

    

 La decoración de la vivienda, con cabezas y cornamentas de búfalos, leones y otros animales, posibilita una mayor comprensión de cuáles eran sus grandes pasiones: la caza, la pesca, la tauromaquia. Como se conoce, Hemingway fue un gran cazador y tuvo la oportunidad de participar en dos safaris: el primero entre diciembre de 1933 y febrero de 1934; el segundo, se lo patrocinó la revista Look, entre septiembre de 1953 y enero de 1954.

 Igualmente, los animales vivos cautivaban la atención y los desvelos del autor de En nuestro tiempo. Llegó a tener unos 60 gatos y más de 10 perros. Las tumbas de sus cuatro canes más queridos todavía se  mantienen intactas con sus nombres, cerca del área de la piscina donde hoy se exhibe, de manera permanente, su yate El Pilar.

 El autor de Las verdes colinas de África también era amante de la buena música. 900 discos de vinilo integran su colección donde no faltan la música cubana y la española, la música popular norteamericana, la música clásica y el jazz.

 Hoy se exhiben reproducciones de las pinturas que una vez adornaron las paredes de la casa hasta que Mary se las llevó consigo a los Estados Unidos. Hemingway coleccionó obras de Paul Klee, André Masson y Juan Gris, entre otros renombrados artistas de la plástica.

 En su habitación personal aún se conserva lista para que el escritor deslice sus dedos sobre el teclado, su máquina de escribir marca Royal. A Hemingway le gustaba escribir de pie y descalzo, a mano y con una tablilla para apoyarse. Su esposa Mary le mecanografiaba algunos diálogos.

 Así nacieron o concluyeron en Finca Vigía obras como A través del río y entre los árboles, Islas en el Golfo, El jardín del Edén, El verano sangriento o El verano peligroso, Por quién doblan las campanas, El viejo y el mar y París era una fiesta.

 Gran curiosidad despiertan las anotaciones que Hemingway hizo en las paredes  del cuarto de baño durante los años 40 y 60 cuando llegó a pesar entre 225 y 245 libras. El último apunte da cuenta de que ya la enfermedad hacía estragos en el gran hombre que fue: 190,5 libras. Cuentan que llegó a pesar mucho menos en los momentos postreros de su existencia.

 Su traje de corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial,  sus sacapuntas, grapadoras, cuchillas sevillanas, el cuño gomígrafo con la frase “I never write letters” –que mandó a hacer cuando recibió el Nobel para responderle a sus fieles admiradores– parecen detenidos en el tiempo a la espera de volver a ser usados por su propietario.

 En la torre mirador –que Mary encargó construir para que Hemingway escribiera– tenían su vivienda los gatos. Otro de los pisos el novelista lo destinó a almacén para sus maletas, botas, armas y cornamentas. En el tercer nivel se ubica hoy un telescopio que permite divisar gran parte de la capital cubana.

 Si cerramos los ojos podemos imaginarnos las voces de sus dos hijos Gregory y Patrick jugando durante las vacaciones, o las risas de los amigos actores de cine, escritores, toreros famosos, bellas actrices de Hollywood que un día, ya muy lejano en el tiempo, estuvieron junto a Hemingway en Finca Vigía, como se puede apreciar en el largometraje de ficción norteamericano Papa, del realizador Bob Yari, la primera película estadounidense que se rodó, casi íntegramente, en Cuba desde 1959.

Para no olvidar

 Recorrer esta casa Museo con la guía de la museóloga Tatiana Mena Acosta es todo un privilegio para todo el que quiera adentrarse en la vida y obra del autor de Adiós a las armas.

 Aunque el museo se encuentra bastante apartado del centro habanero, en el primer semestre de 2017 han visitado Finca Vigía más de 5 mil cubanos y 110 mil extranjeros, de ellos 8012 norteamericanos.

Las cifras de visitantes –que han ido en aumento desde 2015 con el proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos–, muestran lo atractiva que resulta la observación “in situ” de este paraíso terrenal.  

Un acercamiento a la comunidad

 Quizá el proyecto comunitario más conocido de Finca Vigía sea el equipo de beisbol conocido como Las Estrellas de Guigui. En el año 2012, los miembros de la Hemingway Look Alike Society se convirtieron en los padrinos de este equipo creado en la década del cuarenta por Hemingway para que los niños pobres del pueblo jugaran con Gregory, su hijo menor.

 El equipo fue revivido en ocasión del cumpleaños 80 de Oscar Blas Fernández, uno de los primeros integrantes del mismo, a quien Papa llamaba cariñosamente Cayuco Jonronero. Igual suerte corrió el antiguo terreno de pelota de Finca Vigía, hoy totalmente recuperado. En él practican beisbol, todos los días a partir de las 10 de la mañana, alrededor de cincuenta pequeños.

 Cada 21 de julio, en homenaje al cumpleaños de Papa se celebra en Finca Vigía el acto de premiación del concurso Ernest Hemingway de literatura, un evento que organiza la Casa de la Cultura Olga Alonso de San Miguel del Padrón.

 Además, la casa de la cultura realiza en Finca Vigía, cada 15 días, la peña literaria Ernest Hemingway. A ella se suman, con carácter mensual, la peña Naborí, y la peña Ágape, de música, los terceros sábados de cada mes.

Si todavía no conoce el paraíso habanero de Ernest Hemingway le recomiendo la visita a Finca Vigía como una opción más para toda la familia cubana durante la etapa estival de julio y agosto.


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