Flamenco fusión, una guitarra y uñas azules


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En esta historia, su principal protagonista tal vez sea recordado por algunos jóvenes cuando comenzaba a dar sus primeros pasos con su grupo y se presentaba en Cuerda Viva, programa que dio, en su momento, gran apoyo a su música. Graduado de la Escuela de Música Manuel Saumell y posteriormente del Conservatorio Amadeo Roldán, Reynier Mariño es reconocido hoy por su destreza y talento para la ejecución de la guitarra y la composición.

Desde su regreso, el público cubano ha podido contar con presentaciones en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, un gran concierto desarrollado el 27 de diciembre en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, un homenaje a Paco de Lucía que tuvo entre sus invitados a: Cándido Fabré, el guitarrista clásico Joe Ott, el Coro Infantil Solfa y el grupo Alma Máter. Asimismo ha protagonizado presentaciones a las que ha sido invitado como el concierto de Mauricio Figueiral en el Centro Hispanoamericano, con Karamba en El Diablo Tun Tún, entre otros. “Lo importante es trabajar todos los días”, confiesa.

También se ha presentado junto a Ópera de la Calle en la Biblioteca Nacional José Martí, el Pabellón Cuba, y en diversos bares como: La flauta mágica, La Fontana, el Jazz Café y recientemente espacios como el Hotel Sevilla y El Comodoro. En total suman más de 50 presentaciones.

El músico, que afirma sentir gran pasión por los jóvenes, también fue parte del Jurado en la última edición del Festival de la FEU para artistas aficionados realizado a fines de noviembre en la ciudad de Santiago de Cuba. Allí, la Villa Universitaria sintió cada noche el sonar de cajones y quejíos. “Lo de las uñas azules es un truco-me aclaró en ese momento-es más por el show, Cuba exige de mí un gran esfuerzo en la ejecución”.

Sin embargo, en el actual 2015, a 15 años del Premio Nacional de Música de Concierto por su obra Leyenda de la luna, lo que incluía la posibilidad de hacer su propio grupo, tener una plantilla y ser parte de los proyectos nacionales de la Asociación Hermanos Saíz; ya no puede decir Mariño que es “el muchacho que no conocen en el barrio”. Su carrera no solo ha sido reconocida en la cuna del flamenco, sino que ha tenido la oportunidad de trabajar con Alejandro Sanz, Maná, Paco de Lucía, artistas de Argelia, Shakira, Fito Páez, Eduardo Galeano, Hugo Silva y el Luisma de la serie Aida, su entrañable amigo, el actor y cineasta Paco de León.

Después de Alma gitana (2003) salió el disco Moreno mío, que grabó en los estudios de Pablo Milanés, de aliento más pop. Su  tercer disco fue Celosías, ya un poco más clásico flamenco; luego Paradigma, que fue la poesía musicalizada de con la obra de Dulce María Loynaz, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou y Carmen Conde, de España. Los dos últimos proyectos han sido  Lorca en mí, que demandó no solo un estudio intenso de la obra de Lorca, sino constantes ensayos debido a la complejidad de las partituras. Además está  Flamenco fusión, que es un homenaje a Paco de Lucía y es el disco que ha estado promocionando desde su retorno.

Entre los proyectos del futuro se encuentra su próxima gira por Colombia en marzo y la habitual por Europa, África y Suramérica, pero el artista confiesa que esta vez vino sin boleto de regreso. Desde Lorca en mí, este es un sueño que acaricia con especial pasión: Estar en La Habana por más tiempo.

Su trabajo ahora se centra fundamentalmente en Las Palmas, Gran Canaria y Uruguay. En Uruguay su labor pedagógica incluye lecciones de canto, flamenco, música clásica y piano. Nada lo hace más feliz que la frase de sus pequeños al entrar al aula cuando les dice bienvenidos y ellos contestan: “A la clase más guay de la semana”.

En un género tan sentío, con legados monumentales como el de Camarón y Tomatito; este muchacho de uñas azules ha sabido abrirse paso y ser merecedor de respeto. Tal vez por poseer maestros tan ilustres desde temprana edad que le mostraron el valor de la palabra, la poesía y la música y tener tan claros sus referentes: Paco de Lucía y Leo Brouwer, sus ídolos en la guitarra. Tal vez porque esta historia de flamenco fusión, una guitarra y uñas azules aún tiene vitalidad para quebrar con acordes la quietud de las noches y hacernos sentir nuestras raíces hispanas. Veremos, entonces, si Mariño nos regala su arte por más tiempo. De momento, ¡Ole, guapo!


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