La voz ascensor, sustantivo masculino, es la que nombra al ‘aparato para trasladar personas de unos a otros pisos’, y ascensorista, voz común —el ascensorista, la ascensorista—, quiere decir ‘persona que tiene a su cargo el manejo del ascensor’. Por lo general, existen ascensoristas en edificios públicos de mucha entrada y salida de personas; últimamente, también se han ubicado ascensoristas en edificios privados, pues, a pesar de que los ascensores son automáticos, es decir, pueden manejarse por los propios usuarios, los estaban utilizando personas ajenas a estos edificios o vecinos del propio inmueble de forma algo —digamos— salvaje, y esto descomponía a los ascensores. Pero en ciertos países hispanoamericanos, según el diccionario académico, como en Cuba, El Salvador, Guatemala y México, y quizás en algún otro país —apunto yo— se usa la palabra elevador con igual valor que ascensor. Hago este comentario, pues me escribe un lector de la capital, y me expresa que él siempre ha dicho elevadorista y conocidos suyos le expresan que esa palabra no existe. Claro que sí existe —todas las palabras que se dicen, existen—, aunque, a lo mejor, lo que le quisieron exponer era que no estaba registrada por la Real Academia Española, y en esto también se equivocaron, pues en el Diccionario está incluida elevadorista con igual valor que ascensorista, es decir, ‘persona que tiene a su cargo el manejo del elevador’.
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El adjetivo vergonzante significa ‘que tiene vergüenza’, y añade el Diccionario: ‘Se dice regularmente de quien pide limosna con cierto disimulo o encubriéndose’. De esa forma vemos a cada rato a personas mayores, todas canosas, pero vestidas con pulcritud, con ropa limpia y cuidada, o pidiendo alguna limosna o vendiendo cucuruchos de maní, que antes han tenido que preparar con cuidado y esmero. Son personas que, por circunstancias sociales o psicológicas, se avergüenzan de haber llegado a tal situación de precariedad económica en que los ha sumido lo que reciben por jubilación y los altos precios de todo lo que se vende. Son ellos vergonzantes respetabilísimos.
El adjetivo vergonzoso quiere decir, entre otros significados, ‘que causa vergüenza’, esto es, se aplica a las personas de conducta abominable, como los que se dedican a cometer cualquier tipo de delito y, además, se aplica a estos mismos hechos delictivos. También el hombre abusador de obra o de palabra contra mujeres o niños se trata de un fulano vergonzoso, pues todos estos actos causan vergüenza.
Eso sí, tanto vergonzante como vergonzoso pertenecen a la misma familia de la palabra vergüenza, pero no significan lo mismo. Vergonzante es ‘que tiene vergüenza’, mientras que vergonzoso es ‘que causa vergüenza’. Porque una cosa es tener y otra es causar.
Sin embargo, el diccionario académico no prevé otra acepción del adjetivo vergonzante que se ha usado mucho. Y me refiero a personas que descuellan en alguna profesión u oficio o alguna manifestación artística y se portan de manera vergonzante, cuando otras personas le alaban mucho o, simplemente, le sitúa en el lugar que les corresponde por su sabiduría o su talento, y se les nota que tienen vergüenza ante este hecho.
Un ejemplo de esto que digo lo tuvimos en José Zacarías Tallet, quien decía que era una persona muy penosa, dicho esto en la acepción que da de esa palabra el diccionario académico como usada en Cuba, El Salvador y México, de ‘tímido, tímida’. Cuando se refería a él mismo, decía que era “un poeta vergonzante”.
Aunque no esté registrada en el Diccionario de la Real Academia Española esta acepción de la voz vergonzante, el uso la ha impuesto.
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