Gazaperías No. 201


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El dengue

La voz dengue tiene su significado en Medicina (y copio de la última edición del diccionario académico, la XXIII, de 2014): ‘Enfermedad febril, epidémica y contagiosa, que se manifiesta por dolores de los miembros y un exantema semejante al de la escarlatina’. Y exantema es también voz de Medicina, que se registra así en el Diccionario: ‘Erupción de la piel, de color rojo más o menos subido, que desaparece momentáneamente con la presión del dedo, va acompañada o precedida de calentura, y termina por descamación; como el sarampión, la escarlatina y otras enfermedades’. Por su parte, descamación, voz de Medicina igualmente, significa: ‘Renovación y desprendimiento de la epidermis seca en forma de escamillas [pequeñas escamas o postillas], más activa a consecuencia de los exantemas o erupciones cutáneas’.

Lo anterior corresponde a la enfermedad del dengue, pero el diccionario académico no dice nada respecto a cómo se provoca esta enfermedad; sin embargo, sí lo hace cuando registra fiebre amarilla: “Es provocada por un virus que se transmite por la picadura de ciertos mosquitos”. 

Sabemos que en Cuba la Salud Pública ha invertido gran cantidad de recursos para precaver esta enfermedad, la cual, a pesar de todo, sigue causando muchos infectados.

Ahora bien, la voz dengue tiene otros varios significados, como los siguientes: ‘Melindre que consiste en afectar delicadezas, males y, a veces, disgusto de los que más se quiere o desea’. ‘Esclavina de paño, usada por las mujeres, que llega hasta la mitad de la espalda, se cruza por el pecho, y cuyas puntas se sujetan atrás del talle’ (la esclavina es una vestidura que se pone —o se ponía— por encima de la ropa, cuando las mujeres iban a la romerías, pero en Cuba no se ha usado desde hace muchísimos años). También dengue quiere decir en Argentina, Ecuador y México —según el lexicón— ‘contoneo’.

 De otra etimología, dengue es el nombre de cierta planta herbácea, que así llaman en Chile, y también la flor de esta planta. Pero dengue denominan en la provincia de San Juan, en Argentina, a otra planta parecida, a la que a su vez denominan dondiego.

La palabra dengue tiene otras derivadas, como denguear, que significa en Argentina y México ‘contonearse’. Así como también se usa en la frase hacer dengues, o sea, ‘hacer melindres’. Otra voz derivada es denguero, denguera, que quiere decir ‘melindroso’.

Sin embargo, el diccionario académico no registra entre los países que se usa la voz dengue, en su acepción de ‘contoneo’ a Perú, y he encontrado un trabajo muy interesante en el libro Peruanismos, de Martha Hildebrandt, Miembro de Número de la Academia Peruana de la Lengua, que en algo tiene que ver con dengue. Peruanismos fue publicado en 2013, y me lo envió muy cortésmente Liliana Rodríguez Pérez, quien lo adquirió en Lima, pero el libro tuvo que viajar “como loco”, desde allí, hasta llegar a La Habana.

El asunto aparece en un trabajo de la señora Hildebrandt, acerca de la voz guaragua, palabra que antes se usaba mucho en Perú, pero en los últimos tiempos va cayendo en desuso en Lima, aunque se mantiene activa en otras regiones no solamente peruanas, sino que pervive en otros países andinos, como en Ecuador, Bolivia y Chile.

Guaragua y su plural guaraguas significa ‘cosas, exageraciones que sobran en el vestido, como ‘perifollos, adornos exagerados’; también ‘cosas que sobran para lograr un buen hablar, como rodeo verbal, circunloquio, floreo’; pero además es ‘contoneo’.

En la voz guaragua y su derivado guaragüero se refleja un indudable matiz de mal gusto, que está implícito en todo lo superfluo, pero, a su vez, existe en el vocablo gracia o gracejo, pues hay dengue, esto es, en su significado de ‘contoneo’, y hasta hay disfuerzo, o sea, un peruanismo que equivale a dengue, en su acepción de ‘melindre’.

Voy ahora a citar una anécdota limeña que tuvo su origen el día de Corpus de 1657, entre el virrey, don Luis Enríquez de Guzmán (aprox. 1600-1667), conde de Alba de Liste y Grande de España —quien era conocido con el sobrenombre de el virrey hereje, por supuesto, por feligreses más cercanos a la beatería que a la fe—, y el arzobispo de Lima, don Pedro de Villagómez y Vivanco (1589-1671). Era de sobra conocida la pugna existente entre el virrey y el arzobispo, quien se inmiscuía en muchas de las decisiones del Gobierno.

En la procesión por el día de Corpus, el arzobispo iba bajo un quitasol, y el virrey, que no lo llevaba, conminó a Su Ilustrísima a que se descubriera, en acatamiento a la majestad real, que estaba representada por el propio virrey. Enseguida, Villagómez optó por retirarse. Pero el caso llegó hasta el rey de España, don Felipe IV, quien zanjó el incidente prohibiendo a ambos, arzobispo y virrey, el uso de quitasol en las procesiones.

Todo esto dio origen a que apareciera en las paredes del palacio de Gobierno y del arzobispal unos pasquines, en los que se leía:

 

¡Vítor el rey español

que no entiende de guaraguas:

Ni para aguas, paraguas,

ni para sol, parasol.

¡Vítor el rey español!

 

¿Qué quiere decir Vítor?

La voz vítor proviene del latín victor, que significa ‘vencedor’. Se trata de un sustantivo masculino que también se usa más en plural y, además, como interjección quiere decir: ’Viva, aplauso’. También es ‘letrero escrito directamente sobre una pared, o sobre un cartel o tablilla, en aplauso de una persona por alguna hazaña, acción o pronunciación gloriosa. Este escrito, suele contener la palabra víctor o vítor’.

El vocablo guaragua es de origen quechua.

En Chile se emplea una variante de guaragua que es guara, y otra de guaragüero, que es guaroso. A otras regiones colindantes con Chile, en el lado argentino, como La Rioja y Catamarca, ha llegado la voz guara, pero tiene otros significados, pues, en La Rioja corresponde a ‘subterfugios’, y en Catamarca, a ‘enredos’. Esto último coincide con el mismo significado que tiene en Perú la frase meterse en guaragua o guaraguas, que equivale a ‘meterse en enredos’.


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