(O como inciden las leyes de la Dialéctica Universal
en la música cubana hoy)
El universo musical cubano de este primer tercio de siglo está lo suficientemente polarizado como para hablar de “un sistema cerrado”; hay ahora mismo en puja al menos cuatro o cinco actores sonoros lo suficientemente interesantes y sólidos que buscan imponerse los unos sobre los otros y no escatiman armas para acercarse a los destinatarios finales: el público.
De una parte está lo popular bailable —entendido puramente como son o timba o salsa, el nombre es lo de menos— cuya influencia se ha menguado hasta niveles críticos (si cabe la afirmación); quedando solamente los clásicos y alguna que otra novedad como puede resultar Habana D´ Primera. Por otro carril corre lo que indebidamente se ha llamado “música urbana” y que en nuestro caso es el eufemismo para nombrar al reguetón, que parece no ceder espacios muy a pesar de que no goza de toda la cadena de difusión oficial pero lidera la industria de la piratería musical nacional. Conviven, igualmente, “lo latino” —otra categoría de estos tiempos que es un saco de Manacho— cuyo carácter mimético en nuestro caso avergüenza, pero goza de su nicho de seguidores; y a su lado marcha una tendencia que no es pop ni rock pero que también se hace presente.
Los otros dos actores sonoros son el pop/rock a lo cubano, que se agazapa bajo la definición de “fusión” y el rock propiamente dicho; este último con menor presencia debido a los prejuicios que aún subsisten en la sociedad con relación a esta música que incluso se ha erigido como una forma de cultura al permear todas las formas de creación artísticas y definir una conducta social.
El pop/rock a lo cubano fue el detonante que inició estos análisis y lo curioso es que su asimilación de nuestras fuentes culturales está definiendo una vanguardia musical que supera a lo bailable y que se refugia en el trabajo de excelentes músicos, pero avalados por un tratamiento lírico que para nada se yuxtapone a las inquietudes sociales de sus receptores. Es una larga data que tiene su base contemporánea en los textos de la Nueva Trova, pero que ha superado el estadío militante de esta, para erigirse en una forma cultural de vivir estos tiempos. Tal vez por ello se sientan más cómodos cuando definen su trabajo como fusión.
Y aquí encontramos le ruta para entender cómo funciona la tercera y última ley de la Dialéctica Universal: la Ley de la unidad y lucha de contrarios; o ley del desarrollo universal.
Por años se consideró a la música pop y al rock como enemigos de clase de la música popular cubana, el paso del tiempo fue cambiando esa visión y hoy el pop a lo cubano se erige en una vanguardia musical, lo afirmo así, lo que esta vanguardia musical explora nuevas formas y esas nuevas formas pasan por entender y asimilar toda la música cubana precedente, apropiarse de ella si fuera necesario y reelaborarla desde las dinámicas generacionales que le son afines.
Cuando digo de vanguardia no incluyo posibles formulaciones novedosas; no se trata de que han asimilado coherentemente las lecciones sociales de los cultores de lo popular bailable, se ha asociado a ellos sin prejuicios y en muchos casos no niegan su influencia. Así se hace la ruta sonora de Interactivo —salvando sus deficiencias—, las “orgánicas locuras” de Quvalibre, las genuflexiones de Buena Fe, el desenfado de Kelvis Ochoa, el sentido “doctor” (muy a lo Barbarito Diez diría) de Polito Ibañez y las entendidas combinaciones que proponen proyectos como Efusión y D´Corazón, que no son los únicos pero que recién salen a la palestra discográfica.
En ellos lo popular bailable se asume desde otra dinámica que tiene su base en lo cubano, no son contrarios a Van Van o al Charangón de Revé; incluso en constante humildad se acercan a estos músicos para reconocerles su impronta pero tienen presente otros postulados estéticos que superan el complejo, que de alguna manera ha impactado en algunos los músicos que hacen timba y es no reaccionar a tiempo ante la realidad social.
Las contradicciones en música cubana hoy son de carácter estético creativo, no son de fondo; pues hasta el presente nadie niega el punto de partida, es más el uso de las referencias fundacionales es lo que hace y da patente de originalidad al pop/rock cubano (el ejemplo más notorio es David Blanco y sus referencias a la música campesina en parte de su trabajo), todo ello aderezado con las influencias musicales que definen a esta generación; una generación que trasgrede y evoluciona constantemente; que entiende que lo local puede universalizarse si se aplica correctamente el ABC de estos tiempos.
En música hay espacio para todas las tendencias, hay públicos, difusores y alguien siempre listo a registrar fonográficamente cada momento y acontecimiento importante. Tal vez esa sea la voluntad expresa de Bis Music cuando enriquece su catálogo con propuestas como estas que han inspirado estas modestas notas.
Cantar y bailar son para la música cubana sus dos pilares fundamentales. Así fue cuando los cantos de nación y las romazas italianas del siglo XIX se unieron para dar paso a nuestra canción; así fue cuando pasamos de la botija al bajo. Así lo pensaron Arsenio, Pérez Prado, el Benny, Chucho, Formell y otros tantos. Ellos estuvieron abiertos a las influencias de su tiempo y nos legaron las rutas para hacer coincidir en tiempo y espacio talento y sentido común.
De eso se trata cuando se dice música cubana.
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