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Geovanys García Vistorte: La mejor manera de conocer a un escritor


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La historia de la literatura universal suele estar llena de misteriosos azares y casualidades. Se da el caso de manuscritos que tardan décadas en publicarse o que, pese a tener genuinos valores, jamás ven la luz en su tiempo y cuando nadie sospecha de su existencia, aparecen un buen día para sorpresa de todos. Pero afortunadamente hay otros que corren mejor suerte y tienen sucesivas ediciones que les dan a conocer entre los públicos más diversos. Por eso mismo, una gran amiga ilustradora suele asegurar que cada obra escrita viene el mundo con su propia suerte, un destino, que fluye independiente a la voluntad de su autor. Esta idea regresa a mi mente mientras converso con un escritor que, aunque joven, ya sorprende por su interesante propuesta, evidente en un par de libros y cuentos aislados en varias antologías.

Geovanys García Vistorte (1) con El día de los deseos cumplidos ratifica mi afirmación inicial sobre la buena suerte de un texto y esos caminos inescrutables que a sí misma suele abrirse la literatura. Su segunda obra, El extraño almanaque de mi tía Insólita; lo revela con armas suficientes para lanzarse al variopinto ruedo de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) cubana, por demás tan lleno de voces aventuradas, inquietas, contrastantes y, en definitiva, enriquecedoras para el público lector. Su corta, pero bien recorrida trayectoria en el mundo de las letras, dan pie para nuestro diálogo.

En menos de una década, una obra tuya conoce tres ediciones sucesivas y en los más diferentes contextos editoriales. ¿Qué piensas de la relación autor-editor?

Debe ser una relación equilibrada, de respeto y sobre todo de plena comunicación. Soy de los que creen en los editores, como esa mano derecha que puede salvarte o hacerte mejor un libro, pero también reconozco que algunos pueden hacer lo contrario, especialmente cuando no aman su profesión. Al respecto tengo una experiencia singular al poder editar un mismo libro tres veces y de verdad fueron tres relaciones completamente diferentes aunque en cada caso positiva. Ahora resulta que son tres libros y no uno, y disfruto mucho comparándolos. Esas sutiles diferencias entre uno y otro demuestran la existencia del editor.

¿Coincides con que los libros para niños necesitan un tono especial, diferente, único?

En mi criterio las historias para niños deben tener el tono que merezca cada libro que se escribe. A veces se generaliza y se cree que la literatura infantil debe ser humorística o absurda, sin embargo existen ejemplos de grandes libros sumamente serios donde, en vez de reír o evadirse, uno se encuentra con la más cruda realidad. En mi caso el tono es parte de la concepción de cada obra. Incluso puedo probar comienzos con diferentes tonos para asegurarme de escoger el más adecuado.

¿Deben parecerse los libros a su creador?

Por supuesto, de hecho los libros son agudas autobiografías de su autor, a veces de manera directa y en otras, en función de las aspiraciones que no logramos concretar. Esto no excluye que uno se apropie de las historias de otros e imagine a partir de las experiencias personales nuevas criaturas, pero en el fondo subyacen las ideas que sostienen al escritor. A muchos amigos les digo que la mejor manera de conocer a un escritor es leyendo sus libros, no tomando muy en cuenta lo que dice públicamente, porque los libros se escriben en la intimidad y a esa hora uno no se avergüenza de nada.

¿Crees en la existencia de un autor ideal, modélico para los niños?

La única exigencia es el amor por lo que hace. De ahí brota la constancia y la sinceridad con que se asuma cada proyecto. El autor para niños es tan cotidiano como un arquitecto o un cochero, y su oficio es llevar su imaginación y la realidad al mundo de las palabras. Si existiera un autor para niños ideal, quizás sus libros fueran tan ideales que no serían interesantes.

¿Qué piensas de las influencias literarias?

Soy de ese tipo de personas que le gusta escribir libros diferentes, no quiere esto decir que lo haya logrado. Leo mucho la literatura infantil, sea buena o mala, y cuando reviso mis propios textos si detecto alguna semejanza temática o estilística con algo que haya leído enseguida lo tacho. He tenido la experiencia de que me han comparado con algún que otro escritor o libro, y aunque no lo demuestre en ese momento, siento una gran preocupación que me hace llegar a mi casa y revisar cuanto de cierto hay en el comentario. Aunque reconozco que uno se debe a una época, a una generación, a una cultura y todo eso influye, quieras o no, en tu obra.

¿Eras un niño lector?

De niño me gustaba mucho la literatura científica. La geografía, la biología y la química eran las temáticas principales, porque en realidad quería conocer el mundo en toda su diversidad. Eso, aunque parezca de más, me permitió descubrir tantas curiosidades del funcionamiento del cuerpo, el universo o una simple cucharada de detergente que hoy en día me es útil para mis escritos. Sin embargo, hay dos libros fundamentales: Pinocho de Carlo Collodi (Gente Nueva, la primera edición, no recuerdo el año) por la cantidad de mundos e historias en un solo libro y las ilustraciones que me hacían soñar doble; y Mis cuentos preferidos en varios tomos, una selección también de Gente Nueva, que añoro poder reencontrar algún día, y que todavía resuena en mi cabeza. Los músicos de Bremen o El señor de los señores son algunos de los cuentos de ese libro que más añoro.

¿Tienes idea de cómo se inserta tu obra en el panorama de la LIJ nacional?

Realmente no tengo una idea clara al respecto, ni siquiera sé si mi obra está dentro del panorama actual de la literatura para niños que se escribe y, sobre todo, se publica en Cuba, diría más bien que estoy empezando y que sea el tiempo el que de la última palabra.

¿Suscribes el criterio de que un buen libro para niños necesita ciertos atributos morales?

Esto de los atributos morales varía con la época, por tanto definir un decálogo o algo así sería muy arriesgado, porque podrías quedar en ridículo o excederte. En mi caso asumo los temas que me interesan con la valentía que pueda. La literatura infantil ha demostrado que ningún tema le es ajeno y, como toda obra de arte, responde o diverge de los atributos morales de su época.

¿Cuáles diez libros salvarías al verte en un inminente naufragio?

Dentro de la desesperación del naufragio tendría otra mayor, porque hay muchos libros importantes en este mundo. Creo que me pondría de acuerdo con el resto de los inminentes náufragos para que me ayudaran. Ahora bien, de los míos no salvaría ninguno porque, de llegar vivo a la orilla, podría rescribirlos aunque nunca quedaran exactamente iguales…

 

 

Nota

(1) Geovanys García Vistorte es natural del municipio de Minas, Camagüey, (1976). Además de narrador es guionista y promotor cultural. Miembro de la AHS. Pertenece al taller literario Nicolás Guillén de la Universidad de Camagüey y participó en el II Curso del taller de narrativa Onelio Jorge Cardoso.

Entre sus premios destaca el de Narrativa Infantil en 1996, en el Concurso Nacional “Eliseo Diego”, con el libro El día de los deseos cumplidos, de la Editorial agramontina Ácana y el Premio Extraordinario Centenario de Nicolás Guillén en literatura para niños y jóvenes otorgado por la UNEAC de Camagüey en el 2002 con este libro.

Su segunda obra, El extraño almanaque de mi tía Insólita, también de la Editorial  Ácana 2005, obtuvo el Premio Extraordinario Centenario del Natalicio de Nicolás Guillén UNEAC, Camagüey, 2001.


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