Durante
Vladimir Zamora, Juan Carlos Flores, Mario Martínez Sobrino, Enrique Cirules, Thelvia Marín , Manuela González de los Ríos, Luisa María Dapresa y Aurora Martínez ya no estarán más con nosotros físicamente. Voces de generaciones diferentes que siguieron el rico legado literario de una tierra donde la poesía, la narrativa y el ensayo afloran como las palmas como si la condición de ser isleños predispusiera a los nacidos aquí para el arte de escribir.
Hay tanto qué decir de Guillermo, el hispanista,
tal vez uno de los profesores que más sabía en la Facultad de Artes y Letras de
Literatura española. Cuando aquello ejercía una atracción irresistible entre
nosotros, con sus poemas de amor, como aquello de Tómese dos corazones…, atracción que se acentuaba cuando llevaba a
figuras de la literatura cubana, como Wichy a visitarnos en la clase. ¡Qué
siglo de oro más sabroso, salía de su boca! “sabroso” por su cubanía a la hora
de hablar de Góngora, Quevedo y tantos otros.
Durante años lo vimos en la televisión
con aquel verbo seguro, comentando los libros que luego salíamos a buscar, pero
la fase de él que más recuerdo en este momento fue la del asesor literario, el
hombre que sin arrojo de pedantería era jurado de los talleres municipales,
provinciales y nacionales. Recuerdo la vez que mi hijo Gustavo fue a competir
con un Rap, seguro de que nadie en el jurado iba a saber de que era poesía
urbana, etc, etc, me dijo al regresar con un segundo lugar: “ estaba uno de los
poetas que más sabe de música y me dio una clase sobre hip-hop”. Y esa es otra
faceta del Guille, que subraya su cubania, su amor y defensa de nuestro
patrimonio musical, el bolero, el son, y
tantos otros géneros.
Mas que un Maestro de generaciones fue un
artista popular , siempre al lado del pueblo, enseñando y reafirmando ese
acervo cultural del que hablaba Martí. “ Ser cultos es el único modo de ser
libres”.
Murió el Día Mundial de Internet, Cómo no
vamos a extrañar su presencia en nuestras computadoras, su polémica con tantos
otros colegas, su humor y hasta choteo como todo buen cubano.
A Marlen, su esposa, filóloga igual
que yo, nuestro más sentido pésame y agradecimiento por dedicarse a él en
cuerpo y alma. Su obra ya es inmortal,
quedan sus poemas, sus ensayos, su sonrisa y sobre todo su enseñanza en cada obra
de sus siempre agradecidos alumnos.
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