Ha muerto Beatriz Maggie. "La Maggi", "La Doctora", como le decíamos en la Facultad de Letras. Maestra en lo académico y en la vida. Tuve la suerte que me diera clases, en la década de los ochenta y, como tantos, guardo muchos recuerdos suyos, anécdotas, lecciones.
Era una "sabia" y practicaba esa virtud con naturalidad y cierta dosis de sarcasmo y aire distraído. Era respetada, temida y querida a la vez. Temida porque sabía de verdad y un juicio suyo era implacable e irreprochable.
Recuerdo que cuando asistí a su primer semestre de clases terminé con las máximas calificaciones y esto me valió que las jóvenes profesora de entonces, Cuqui (Nilda) Blanco, Diony Durán y Margarita Mateo se me acercaran con mucho entusiasmo a felicitarme pues, dijeron, que hacía 7 años ningún estudiante sacaba esas calificaciones con ella; el último había sido Osmar Sánchez Aguilera, y se había quedado de profesor en la Facultad. Yo me sentí halagado, claro.
En el segundo semestre "La Maggi" me llamó aparte un día y me preguntó ¿qué me pasaba? Le dije que no entendía su pregunta. Me dijo que yo no estaba igual, que estaba "desconcentrado". Tenía razón y le expliqué unos problemas personales que me agobiaban.
Me aconsejó como una madre, sin dejar de ser "La Doctora". A los pocos días me llamó de nuevo y me dijo que ya sabía lo que me pasaba. Le dije que le había explicado y repitió que no, que era otra cosa. Me había visto hablando en un mitin de la FEU, la federación de estudiantes.
Me habían elegido Presidente hacía muy poco, como candidato. ¡Te metiste en eso de la FEU! Me dijo.
-¡Escúchame bien, para la FEU siempre va a aparecer gente, para la literatura no! Ese semestre me dio calificaciones de 4. Tenía toda la razón Yo andaba desconcentrado.
Recuerdo que iban estudiantes de otras facultades, asistiendo a las clases de "La Maggie". Venían de otras Facultades solo por escucharla. La recuerdo anotando en una libreta algún comentario de un estudiante y decía: ¡No se asombren, yo sé más porque soy más vieja y he estudiado más, pero en el aula puede haber alumnos más inteligentes que yo, y dicen cosas muy inteligentes! También la recuerdo molesta cuando el grupo no leía la obra recomendada y se marchaba, no sin antes decir que el que había escogido esa carrera, no podía acostarse, mínimo, antes de la 1 de la mañana. Era una sabia, era brillante, exigente, jovial. Con los años cultivamos una linda relación, la fui conociendo mejor.
El poeta César López -santiaguero como ella- me completó el "retrato" de "Beatriz, con las memorias de los años 50 en Santiago.
En 2004 la entrevisté para La Jiribilla y la visita a su casa se convirtió en horas de conversación inteligente y llena de humor. Recuerdo que me decía seguido, "eso no lo publiques", porque estaba haciendo una especie de "Historia de la literatura cubana" al estilo Will Cupy y yo no podía parar de reír.
Es cierto que el Premio Nacional de Literatura no fue generoso con ella. Pero hoy me alegra ver las muestras de cariño y admiración que están dando sus alumnos. Como me conmueve siempre que Fernando Pérez le haya dedicado su película, El ojo del canario. Descanse en paz, "Profe". Sus alumnos sabemos que usted ha cumplido bien la obra de la vida.
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