Habana en festival, danzas y teatros de Cuba y del mundo.


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Conserva celosamente tu derecho a reflexionar, porque incluso el hecho de pensar erróneamente, es mejor que no pensar en absoluto

 

Susanne Langer

En estos días del Festival Tránsitos Habana y en su agenda convergente con el XXI Congreso Mundial de ASSITEJ La Habana 2024 y el Festival de las Artes Escénicas asociado, desde el centro histórico habanero y la sede de Danza-Teatro Retazos, una amplia programación acoge expresiones teatrales y danzarias muy diversas. El Festival Tránsitos Habana (con la organización de Isabel Bustos y Miguel Azcue con sus agrupaciones), y el Centro Cubano de la ASSITEJ (Asociación Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes), juntan muchas propuestas de su amplio programa de actividades respectivas: muestras artísticas, talleres, intercambios profesionales, fórum de oportunidades en torno a la investigación, exposiciones, presentación de publicaciones, circulación y gestión cultural de las artes escénicas, etc., hecho hermoso que une a cubanas y cubanos con sus colegas del mundo.

La novena edición de Tránsitos Habana, retorna sobre su objetivo de compartir los procesos creativos con un público amplio y diverso para hacer de la danza contemporánea una experiencia abierta, accesible y participativa para todos y en particular para la juventud y la niñez. Desde sus primeras jornadas, el Festival continúa apostando por alianzas artísticas multiculturales entre Cuba y el mundo; acto generoso que permite, a través del juego, la imaginación y la interacción social, la visibilidad de nuevas voces creativas que apuestan por una escena lúdica y comprometida con la formación de la niñez, la adolescencia y la juventud, tornándoles en mejores seres humanos y creativos.

Las expresiones tradicionales y las más contemporáneas de las artes escénicas que tienen en el trabajo con niñas, niños y jóvenes, su móvil de sistemático quehacer, habitan estos días habaneros. Con el noble propósito de encontrarse con los públicos, las comunidades y favorecer el intercambio con artistas, educadores y gestores culturales de varios países del mundo, La Habana 2024 en congreso y festival es oportunidad muy singular de exponer el teatro y la danza que se hace en esta isla caribeña que desafía las circunstancias más diversas con el fino propósito de ser convicción raigal de nuestra rica historia.

Juegos (Playground), coreografía de Miguel Azcue para Danza-Teatro Retazos en coproducción con la compañía sueca Memory Wax, constituyó la apertura del Festival y el pretexto ideal para los encuentros y debates temáticos. Siendo rigor la convergencia de modos productivos, creativos e investigativos en la danza. Momento oportuno para recordar esas grandes voces que estructuran los mejores modos de seguir tejiendo una red atenta de pensamiento alrededor de la danza.

Recurrir a la filósofa y esteta estadounidense Susanne Langer, para quien la danza es una apariencia, una aparición que surge de la expansión de fuerzas producidas en la interacción de los danzantes. Fuerzas no solo físicas, que no han sido únicamente creadas por los músculos de los bailarines, sino por nuestra percepción de sus modos bailantes. De esta forma, aquello creado por los danzantes, en nuestra percepción es una existencia virtual (“como el arco iris”, así lo identifica la investigadora mexicana Alejandra Ferreiro); o sea, no ha sido imaginada, sino que es real en tanto que percibida; pero no dejará de ser una imagen creada, virtual. De ahí que la danza sea “una aparición de poderes activos, una imagen dinámica” tácita que, según la operatoria seguida por Langer, expresará simbólicamente las ideas y proceso subjetivo de la creación sobre la vida inmediata, sentida, emotiva; al punto de expresar su conocimiento sobre la naturaleza del sentimiento humano. Quiere decir que, en Langer, la creación dancística, la aparición de la danza (construcción y emergencia de sentido en el movimiento), la imagen dinámica concreta que de ella emerge, presume otorgarle a “los acontecimientos subjetivos un símbolo objetivo”. Desde esta configuración, Susanne Langer pondera el acto comunicativo, aquello que logrará atrapar la visión del lector-espectador; allí poco importará “el hacer dancístico” mismo, su capacidad productiva y generativa: “el fin de la danza es el deleite del espectador”, nos diría la maestra Hilda Islas en su imperecedero texto Tecnologías corporales.

Ahora, si pensamos en la danza en tanto acto expresivo (que no es igual a comunicativo, como suele decirse muchas veces) y objeto de experiencia estética dentro del paisaje coreográfico de este aun debutante siglo XXI cubano; se nos ofrece al pensamiento sobre danza una lista amplia de posibilidades en la construcción de sentidos, más allá y más acá de las porosidades entre las fronteras del arte y las prácticas creativas de lo escénico. Allí, donde entre disciplina y técnica el cuerpo danzante no dejará de cuestionarse la naturaleza de la danza y sus posibles modos de definición.

Esta necesidad de desarrollar investigaciones (teóricas) sobre los fundamentos del arte coreográfico ha animado a muchos creadores e investigadores desde la segunda mitad del siglo XX, podemos citar los trabajos iniciales de Anna Halprin sobre el movimiento cotidiano como anclaje del movimiento danzado; asimismo, los esfuerzos teóricos de Michel Bernard, por circunscribir la «corporalidad» que funda la danza. Cierto es que, en la segunda mitad del pasado siglo, un grupo de creadores e investigaciones dieron un vuelco radical a la expresión artística haciendo del cuerpo la materia de su arte; ya no se trataría de representar o copiar las formas de los cuerpos como se había hecho durante toda la historia de las artes, sino hacer de este un protagonista vivo y activo del evento artístico; tal como lo asegura nuestro Ramiro Guerra desde sus primeras investigaciones y devoluciones pensantes del arte dancístico. Ramiro, como pocos, reivindica la esfera del arte coreográfico como lugar que no se encuentra en oposición al pensamiento, sino que, por el contrario, es espacio de producción de sentido y reflexión creativa.

Y en esa pretendida construcción de sentidos, la imagen corporal (técnica y disciplina por medio) va más allá de la forma en que el individuo se percibe, imagina, siente y actúa respecto a su propio cuerpo, para entenderse como concepto dinámico y viajero en el tiempo, mutante en los contextos y “adaptación apropiada” de la energía que circunda entre danzantes y sus públicos.

Estos días finales de mayo y las primeras jornadas de junio 2024, la añeja ciudad, al tiempo que se apresta para su nuevo cumpleaños, hoy se expone y abre sus brazos al mundo desde las jornadas del XXI Congreso Mundial de ASSITEJ, el Festival de las Artes Escénicas y la novena edición de Tránsitos Habana. La ciudad maravilla se torna puente fraterno entre danzas y teatros de Cuba y del mundo.

 

 


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