Allí, el Dr. Eusebio Leal Spengler dedicará unas palabras
a la añeja urbe, al tiempo que evocará el acto fundacional del 16 de noviembre
de
1519 cuando, en ese mismo escenario, también a la sombra de un árbol, se celebraron la primera misa y el primer cabildo.
Como ya es tradicional, cientos de habaneros y visitantes de otras latitudes efectuarán su andar hacia El Templete para cumplir el ritual de rondar en silencio tres veces la mítica ceiba, y, abrazados a ella, pedir igual cantidad de deseos a San Cristóbal, santo patrón de La Habana.
Como símbolo de renovación constante la ciudad arriba a
su aniversario
497 con una nueva ceiba en El Templete. El lozano árbol, de 15 años y unos ocho metros de altura, fue sembrado el pasado 15 de marzo tras un largo y cuidadoso proceso de selección, preparación y traslado, ejecutado por especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, del grupo de creación artística Ecomundo y de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario, entre otras instituciones.
Primero aldea, luego villa y más tarde ciudad, La Habana se asentó inicialmente en el sur, cercana a la zona del Surgidero de Batabanó, y posteriormente sus pobladores se movieron en busca de mejores terrenos. En ese sentido se habla de establecimientos en el área de Puentes Grandes, en la desembocadura del río Almendáriz (actual Almendares), hasta su ubicación definitiva en 1519, muy cerca de la bahía.
Aunque hoy no es un paraíso, el sitio donde en tiempos
pasados gobernó el cacique Habaguanex apuesta por su revitalización continua, y
en esa aventura de renovación intervienen resueltamente sus moradores –actores
y beneficiarios de un amplio y diverso proyecto sociocultural–, quienes aspiran
a mantenerla siempre como un espacio vivo que cautiva a todo el que recorre sus
plazas, parques y atractivos entornos, con edificaciones donde se mezclan de
manera armoniosa estilos, épocas, tradiciones culturales… todo un vasto y
atrayente patrimonio de enorme valor.
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