Esa hermosa ciudad oriental caracterizada por sus muchos parques, respira nuevamente DANZA en este septiembre. Al paisaje habitual se le sumaron por estos días del noveno mes, esos seres que ven la vida desde el movimiento. Ellos, más de 120, provenientes de diversas provincias del país, representando disímiles agrupaciones, así como de México y Japón, vinieron atraídos por el 3er. Concurso de Danza Atlántico Norte “Codanza”-Grand Prix Vladimir Malakhov que ha regresado con muchas más fuerzas a Holguín hasta el próximo día 30.
La génesis de este importante encuentro que marcó, desde el 2014, a esta provincia en el mapa de la danza internacional, lo constituyó un fortuito diálogo en la capital entre Maricel Godoy, directora de la agrupación Codanza y el célebre bailarín ucraniano, Vladimir Malakhov, cuando buscaba un espacio, un lugar para hacer realidad el proyecto del lauro que lleva su nombre; y con ello aportar un poco de amor/amistad a esa antigua manifestación que despertó con el mismo Hombre sobre la Tierra. En aquella oportunidad visitó la ciudad, bailó y dejó la semilla que germinó ahora.
Entre las compañías cubanas en concurso, y que toman por asalto estos días al teatro Eddy Suñol (sede principal del evento), desde el lunes 26 se cuentan: Médula (Guantánamo), Tiempo y Bien Danza (Granma), Danza del Alma (Villa Clara), Espiral (Matanzas), Endedans (Camagüey), Ballet de Santiago, ISADanza, el Ballet de Cámara de Holguín y Codanza. Y se suman representaciones de Endedans (Camagüey), Ballet Santiago, así como bailarines de Ciego de Ávila y Sancti Spíritus –provincias que entran al ruedo de la competencia por vez primera–, y otros de La Habana, Santiago de Cuba e Isla de la Juventud.
Un jurado presidido por Vladimir Malakhov, quien fuera considerado por la revista Dance magazine -durante cinco ocasiones- como el “mejor bailarín del mundo”; Maricel Godoy, directora de Codanza (Cuba) y Paul Seaquist (Chile), será el encargado de otorgar los galardones de esta edición: el “Grand Prix Vladimir Malakhov” único de interpretación en cualquier género (masculino o femenino), “Grand Prix Vladimir Malakhov a la mejor puesta en escena” y el “Gran Premio Codanza”, único de coreografía. Asimismo, se entregará el Premio Paul Seaquist (beca de estudio y especialización para los cursos de verano de las compañías
Alvin Ayley y Joffrey Ballet), y el del Público. Otras instituciones también concederán galardones en la Gala de clausura (30 de septiembre).
Ya el calendario de la tercera edición del encuentro ha grabado singulares instantes: la Gala de apertura contó con la participación de la novel compañía habanera Mal Paso que acapararon fuertes ovaciones con su quehacer escénico en el teatro Eddy Suñol, donde quedó inaugurada una muestra fotográfica de Juan Gonzalo Vidal enfocando el tema de la danza. La segunda noche en la escena de la sede principal del evento dio paso a una función de Guillermo Horta y sus amigos. Pero mucho más motiva a los participantes del 3er. Concurso de Danza Atlántico Norte “Codanza”-Grand Prix Vladimir Malakhov, las clases magistrales de uno de los más grandes bailarines de los últimos tiempos: Vladimir Malakhov, y de otros maîtres cubanos, las conferencias, visionaje de videos de danza, el contacto con disímiles bailarines de muchas compañías, especialistas, periodistas, maîtres, profesores y estudiantes; en una palabra, el diálogo de amistad que por estos días del noveno mes ronda por esa ciudad.
La primera sesión del Concurso acercó algunas obras interesantes y otras que poco aportan en cuanto a originalidad y conceptos novedosos en este terreno. Entre las que sobresalieron, por el lirismo y la carga de poesía, Sueño, de la japonesa Emil Hariyama, quien acerca en ella ciertos elementos de las tradiciones de su país, incorporadas a una danza, entre contemporánea y clásica, que provocó fuertes ovaciones en el público asistente. Algo similar ha sucedido con la representación de Cisne 21, coreografía de Yoel González e interpretado por Amaurys Arguelles (Compañía Médula, Guantánamo); esta obra que recrea de forma personal y contemporánea el famoso cisne, con música de Chaikovski, se aleja de caminos trillados para dar su versión, donde resalta la excelente preparación física del bailarín, que desata sobre la escena un sinfín de movimientos concatenados donde descuella la fuerza y la precisión. Por estos caminos de la representación de piezas clásicas y muy conocidas traídas al siglo 21, de ahí los apellidos de las obras (21); llegaron otras como Petipa 21, con música de Minkus (Don Quijote, Giselle 21, Bolero de Ravel 21...) que, aunque enseñaron la clase de los intérpretes y su energía para enfrentar las diversas dificultades danzarias, no alcanzaron la altura de Cisne...
El Ballet Contemporáneo Endedans (Camagüey), dejó grata huella con la obra A él, del coreógrafo Pedro Ruiz, interpretado a la perfección (con superlativos) por Lizandra Gómez-Jesús Arias, quienes se entregaron de lleno a la difícil y hermosa coreografía que habla del amor y el desamor, de encuentros y desencuentros...
Dudas, de Adrián Peña, interpretado por el cuerpo de baile masculino de la Compañía Ballet de Cámara de Holguín, tiene tela por donde cortar, al poner a bailar conflictos de personalidad e ideas rectoras de orden humano, que alcanzan un buen clima conceptual y un nivel aceptable en cuanto a baile, pues lo hacen con pasión y buen ritmo. Cerró la noche (bien tarde) Scape, de Ernesto Alejo (Compañía Danza del Alma, de Villa Clara). Un trabajo que trata de explorar soportes y objetos muy poco dúctiles para la actuación danzaria, tomando como base el tema de la emigración, un fenómeno común a los hombres de todo el mundo en estos tiempos. Pieza interesante, con instantes cumbres en la labor coreográfica, pero por momentos repetitiva y larga, algo que conspira contra el buen desenvolvimiento y con el interés de los espectadores.
Los bailarines, en una palabra, excelentes, enérgicos y artistas que llenan la escena de una carga de dramatismo y actuación que es clave en el devenir de la pieza.
Notas sobre Codanza
Hace 22 años, nacía en Holguín una agrupación de danza con un aire particular que fue bautizada como Codanza. De aquellos recuerdos tangibles en la escena quedaron palabras de este crítico en las páginas de Granma, que hoy, a la altura del tiempo vale recordar: “Maricel Godoy es la artífice de una pequeña compañía integrada por ocho bailarines que se convierten también en coreógrafos y profesores, y cuyos trabajos permiten observar las infinitas formas de los cuerpos en el espacio mediante un vocabulario mínimo. Ningún bailarín es realmente él mismo, se integra con los otros, y se confunde con firmeza en la creación…”
Contra viento y marea pudieron abrirse paso en este difícil campo creacional, y hoy, dirigidos por ella, y contando con algunos fundadores, Codanza realiza una labor ininterrumpida, siempre yendo más allá de lo puramente danzario, buscando en el texto, la música, la acción teatral, para armar composiciones que hacen pensar y sentir del lado del aplauso.
Desde el principio fueron originales, porque son cuerpos que tienen siempre algo que decir y terminan comunicando. Abunda en ellos la dinámica y el detalle explorador del gesto, porque enfrentan una dramaturgia con variados significados. El repertorio es amplio, abierto a coreógrafos del grupo, y de otras compañías cubanas y de otros países que en el tiempo han marcado el camino: Tridireccional, Réquiem para un extraño, Ritual, Año Cero, La carrera del siglo, de Maricel Godoy; Metamorfosis, de Narciso Medina, Reflejo e imagen en el lente, de Gilberto Pérez; El banco que murió de amor, de Raúl Martín, director de teatro La Luna; Memoria fragmentada, del coreógrafo mexicano Aldo Siles; Muerte prevista en el guión, de Susana Tambuti (Argentina); Espacio gnóstico americano, del chileno Esteban Pérez Villagrán; Todo de mí, de Tangin Fong; La memoria del pez, de Vianky González…
Premios y reconocimientos han recolectado a lo largo de estos años: Premio Nacional de Coreografía (UNEAC), en 1997 a Ritual, de Maricel Godoy, quien obtuvo, además, lauros en el IX y X Encuentro Internacional de Danza en Paisajes urbanos, La Habana Vieja; así como los Premios Villanueva de la crítica, a Reflejo, de Gilberto Pérez, en 1997, y a Pasajera la lluvia, de Nelson Reyes, en 1999, entre muchos otros. Más allá de nuestras fronteras han participado en Festivales, presentaciones y también ofrecido Talleres/Clases teóricas en ciudades de España, México, Venezuela y Estados Unidos, desde 1999 hasta hoy. En la Isla, todas las capitales provinciales han sido testigos de su trabajo.
Con Vladimir Malakhov
Feliz de estar nuevamente aquí, Vladimir Malakhov siempre sonriente, tuvo frases de elogio para los organizadores anfitriones y destacó la calidad de la gran mayoría de los participantes.
De su labor como bailarín a lo largo del tiempo rescató palabras claves: “nunca traté de impresionar a nadie con mi baile, todo lo que he hecho sobre la escena ha salido del corazón, de muy adentro. Después de ese proceso de búsqueda, en la etapa más juvenil, de grandes saltos y giros, me puse a mirar al exterior y busqué las razones idóneas por las que era bailarín. Quería ser un artista en toda la extensión de la palabra. Esta es una profesión dura, hay que encontrar el lenguaje corporal perfecto, dominar el cuerpo… Y, sobre todo, ir más allá del dolor, caminar hacia adelante como si nada pasara. Entonces añadió: “cuando se trabaja con coreógrafos que entienden cómo trabaja tu cuerpo en ese momento creativo, uno siente esas ganas de seguir adelante. Cada bailarín debe descubrir el talento que lleva adentro.”
¿Holguín? Sin pensarlo dijo: “es nuestra casa, igual que todo el Oriente de Cuba”.
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