Ramona de Saá es el nombre que desde este 6 de febrero muestra una placa dorada en el salón de ensayos de la Compañía Acosta Danza, lugar donde se conciben nuevas formas de enamorar con el baile y que por justicia lleva el nombre de la prestigiosa joya del ballet cubano.
El bailarín, coreógrafo y director de la Compañía, Carlos Acosta, expresó, acompañado de la profesora a quien sus alumnos llaman “Chery”, satisfacción por hacer llegar este homenaje a quien ha dedicado tantos años -luego de su retiro como bailarina profesional en 1966- a la docencia de la danza.
“Por ella han pasado generaciones de bailarines y cubanos que hoy se desempeñan como primeras figuras de grandes compañías en el mundo”, se refirió Acosta sobre la profesora que algunos afirman “salvó la carrera de Carlos”[1].
Las palabras de agradecimiento de la también Premio Nacional de Enseñanza Artística no faltaron durante esta tarde de agasajo, y fueron dirigidas de forma especial a su pupilo, Acosta, y a quienes se dieron cita en el que es desde estos momentos el Estudio Ramona de Saá.
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