A los aniversarios de la Imprenta Nacional de Cuba y el Instituto Cubano del Libro (ICL), 65 y 57, respectivamente, y sus protagonistas, dedicó menciones el espacio El Elogio oportuno, realizado en la librería Fayad Jamís, de la capital y conducido por el periodista y promotor Fernando Rodríguez Sosa, quien invitó a dialogar a la editora Neyda Izquierdo, Premio Nacional de Edición, 2013.
Con la edición de 30 000 ejemplares del libro Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes – a un precio de 0, 25 centavos—, quedaba fundada un 31 de marzo de 1959 la Imprenta Nacional de Cuba, a instancias de Fidel Castro y con la dirección del escritor Alejo Carpentier. Luego, en 1967, se fundaría el Instituto del Libro, devenido posteriormente en el actual ICL, del cual, la primera dirección sería asumida por el historiador Rolando Rodríguez, recientemente fallecido y al que se le rememoró.
Precisamente, se recordó la participación del extinto intelectual en el proyecto Ediciones Revolucionarias, propuesta de Fidel en la edición de libros escolares para la educación y cruzada contra el analfabetismo, “esos libros se repartieron gratis a todos los estudiantes, nunca se vendieron ni se pagó derecho de autor, no podían sacarse del país… fueron los mejores libros hechos en aquel momento”, subrayó Neyda Izquierdo, que participó, como editora de libros de ciencias y técnica, durante más de 50 años en el sistema editorial cubano, aunque estudió inicialmente la Licenciatura en Ciencias Biológicas, se acerca al mundo editorial por la carrera de Filología, estudiada con posterioridad. Rememoró esos momentos iniciales y su llegada a la Editorial Pueblo y Educación, donde conocería a Luis Rogelio Nogueras, Wichy El Rojo, más adelante su esposo y al cual evocó.
Editora Neyda Izquierdo, invitada a dialogar en el encuentro.
La manera en que se trabajaba los libros, un original que había que llevar a linotipo, galera, planas –realizó muchas pruebas de galera y emplane antes de editar— y luego encuadrar, fue evocado por la invitada, admitió que era duro, “nunca imaginé que fuera tan difícil”, dijo. Confesó que la era digital ha sido un gran cambio tecnológico, pero, sigue el método antiguo, “me gusta leer la cuartilla”, confesó.
Hoy, luego de haber trabajado en la Editorial Científico Técnica, en la cual se especializó en los temas de cirugía y la tercera edad –temas de su preferencia—, está jubilada, pero, con planes futuros, entre ellos, un proyecto en Colección Sur Editores, donde trabaja una serie por ella nombrada, Átropos, donde edita textos de crítica de poesía.
Recomendó a los jóvenes editores leer como primera acción en el complejo proceso de la edición, marcar lo referente a esta y, muy importante, consultar con el autor, “no es cambiar por cambiar sin previa consulta con el autor, se debe respetar lo que escribe...”, señaló. Considera que el editor es un crítico del texto, pero, no su coautor.
El futuro del libro en Cuba lo vislumbra y vincula, en primer lugar, con el ebook, o libro electrónico, “llegó para quedarse, es una etapa de transición por la que estamos pasando”, dijo, aunque estima que el libro físico estará por siempre.
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