Un intenso programa literario desarrolló en la subsede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la trigésima edición de la Feria Internacional del Libro FILH Cuba 2022.
Un realizó un panel dedicado al centenario del natalicio de Carilda Oliver Labra (Matanzas, 1922-2018), en el que intervinieron, Luis Lorente, Alfredo Zaldívar, Ismael Dominguez, Derbys Dominguez, y Fernando Rodríguez Sosa, que fungió como moderador, todos conocedores de la vida y obra de la poetisa matancera.
El poeta también matancero Luis Lorente, galardonado en dos ocasiones con el Premio Casa de las Américas, dio lectura a una semblanza de la escritora, sustentada en lo que llamó una «profunda relación cotidiana».
Luis Lorente y Alfredo Zaldívar. Fotos: Cortesía de la autora
En la misma reunió anécdotas de Carilda, recuerdos propios, apreciaciones; se refirió, no sin dolor, a la época en que Carilda estaba prohibida, en que no se publicaban sus libros, ni hacía vida pública; en la que apenas salía de su casa y cuando lo hacía, muchos evitaban saludarla, y, aseguró, «la leyenda iba creciendo cada día más».
Lorente y Carilda se hicieron amigos en el año 1976, y más adelante ella lo invitó a su casa, y en varias visitas, el poeta disfrutó su conversación que era, dijo, «sabia, viva y locuaz, con un anecdotario rico e interminable; Tirry 81 tenía un encantamiento, su disloque, su misterio».
El panel se estructuró de manera que entre exposición y exposición de los participantes, se escuchó en la sala Villena, en grabaciones, la voz inconfundible de Carilda con su bello decir sus versos; Carilda es una de las escritoras cubanas de las que mayor cantidad de grabaciones de audio en su voz se conservan.
A continuación Alfredo Zaldívar, escritor, Premio Nacional de Edición 2012, y director de Ediciones Matanzas, hizo la presentación de dos títulos de reciente publicación por la Editorial Aldabón de la AHS de esa bella ciudad: la sexta edición del clásico Al sur de mi garganta, y la compilación, que él mismo realizara, Venía del sur.
«Aunque Carilda publicó excelentes poemas después, yo creo que Al sur… sigue siendo su libro más orgánico, más sólido y más auténtico (…) ahí está la gran poetisa que es Carilda Oliver Labra » declaró.
Explicó que este poemario recibió una atención inusual de la prensa al momento de su publicación, no solo porque al siguiente año el volumen recibiera el Premio Nacional de Poesía, por lo que Venía del sur, título de uno de los ensayos que recoge, es una recopilación que reúne textos de prosa reflexiva sobre este célebre segundo poemario de Carilda, publicados en la prensa nacional inmediatamente después de la salida primera de este a la luz en el año en el año 1950.
Se rescatan trabajos de Salvador Bueno y Mario Rodríguez Alemán, entre otros críticos, y nota críticas de personalidades prominentes de la cultura cubana como Emilio Ballagas, Jorge Mañach, Cintio Vitier, Agustin Acosta, así como cartas de algunos de estos y de Raúl Roa García, que en su misiva le anunciaba oficialmente que había ganado el Premio Nacional de Poesía.
Añadió además que aparecen trabajos más contemporáneos muchos, incluso, escritos por jóvenes investigadores; destacó el texto «Con un prisma de 30 años», de la autoría del escritor y guionista Arturo Arango, que acentúa los valores del libro a pesar del tiempo, porque « sigue inquietando, provocando, que sigue muy vigente», advirtió Zaldívar.
«Carilda Oliver Labra sigue siendo un mito viviente pero también su obra sigue siendo contundente en el panorama de la literatura cubana», certificó el director de Ediciones Matanzas.
El poeta Israel Domínguez leyó unas reflexiones, nacidas de su vínculo con la poetisa; en las mismas estableció una diferenciación entre vejez y ancianidad que consideró es sinónimo de sabiduría acumulada a lo largo de los años, pero, precisó, para alcanzar la sabiduría es necesario conservar la juventud del espíritu, para subrayar que:
«Carilda Oliver Labra, hija ilustre de Matanzas fue una mujer longeva, pero más que longeva fue una mujer sabia y fue una mujer sabia porque fue una mujer intensa, y fue intensa porque fue atrevida, y fue atrevida porque siempre fue una mujer joven, y fue siempre una mujer joven porque fue poeta en toda la extensión de la palabra».
Llamó la atención en que su poesía es conocida en todo el conteniente americano y más allá de su geografía no solo por especialistas, poetas, críticos y estudiosos, sino por la gente del pueblo. Sus versos llegaron al pueblo y aún llegan porque sin ceder en calidad y excelencia, sin llegar a ser simplista y populista y mucho menos ligeramente versificada, es una poesía que ha logrado un alto nivel de comunicación.
Enfatizó en la «frescura del leguaje, la fluidez exquisita, un agua cristalina que aunque pasa por los más amargos temas, no se contamina, una musicalidad que emerge de un ritmo particularmente femenino (…) se preocupaba por su entorno, por su patria, por su historia por el mundo, cantó a su ciudad, a los mártires, a Fidel se preocupaba por todo porque una poeta como ella sabía que la poesía estaba en todos los momentos ».
Reconoció como lo más admirable de su universo, el desenfado, el desprejuicio, la valentía, saber que la poesía es más que palabras, más que escritura más que preocupación estilística, « (…) su logro estuvo precisamente en una actitud poética ante la vida» terminó el orador..
Derbys Dominguez, poeta, ensayista editor y promotor literario, a quien Carilda, se dice, quiso mucho, analizó el penoso tema del exilio de Carilda, en los años en que, como ya se dijo, era prohibida esta en la vida cultural del país.
Al respecto, presentó un resumen de su trabajo, «Eros, cuerpo femenino y exilio», en el cual recalcó que la poetisa fue «iconoclasta, rompedora de esquemas, crítica y revisionista de las normas sociales; se concentró, usando la literatura como recurso comunicativo, en ser una poeta que elige mitos antifemeninos, para, en medio de la plaza pública, desacralizarlos».
A seguida aseveró que el acto sacrílego de Eva al darle de comer a Adán aquella manzana, se reproduce de manera constante y como objeto de crítica en la obra poética de Carilda, y estableció un paralelo entre cristianismo y poesía que, opinó, está presente en los presupuestos ideoestéticos que suscribe su obra, y agregó, que el éxodo bíblico de los israelitas entronca de igual manera, y como alegoría, con las sucesivas diásporas que a partir de 1959, una vez que triunfa la Revolución, comienzan a suceder en la mayor de las Antillas.
«Si la autora es una exégeta o cuestionadora del cristianismo (…), en su literatura la Revolución cubana con la figura de Fidel Castro en el centro y ambos como símbolos se igualan a metáforas que encarnan, o al menos deben personificar, la primera el adviento o especie de parusía, mientras el segundo adquiere categoría de mesías », y calificó el Canto a Fidel como « fotografía hablada o relato escrito, imagen ecuménica que desde la poesía devela un nuevo Cristo entre nosotros».
A la par, afirmó que el exilio en la obra de la poetisa aparece como experiencia transterritorial que sucede o acontece más allá de las posturas nacionales, nacionalistas, de género, genéricas, humanas o humanistas, y trasciende el denominador común destierro.
Reflexionó en que se puede leer la obra de Carilda Oliver Labra, quizás de cada poeta, como un canto desde el exilio perpetuo que padece el bardo, respuesta al conflicto entre pasión bestial y subjetividad humana que padece y dentro del cual está obligado a resolver su existencia, y luego dictaminó:
«A caballo entre nación y emigración, en medio de complejísimas disyuntivas y mordida por el doble fuego que representa haber perdido a su familia en la distancia de 90 millas, más allá del mal y de las diferencias ideológicas por haber elegido a la Revolución, escribe dentro de la historia de la literatura cubana completa, uno de los más estremecedores y representativos poemas sobre la emigración y el exilio: La tierra».
Expuso que el poema está concebido desde su propia historia de vida, sin ficción alguna, y que es uno de los más hermosos y significativos cantos de amor a la patria, y «una pequeña biografía lírica de la diáspora en Cuba, su historia, desde el siglo XIX hasta el período revolucionario».
Domínguez expresó que « la autora allí, donde política y poesía se enfrentan en un despiadado combate a muerte y en apariencia no es posible el poema, demuestra su altura, sagacidad y valor como escritora».
En este momento se escuchó la cálida voz de Carilda diciendo el conmovedor poema La tierra.
Cuando vino mi abuela
trajo un poco de tierra española,
cuando se fue mi madre
llevó un poco de tierra cubana.
Yo no guardaré conmigo ningún poco de patria:
la quiero toda
sobre mi tumba.
Derbys Domínguez, Luis Lorente, Alfredo Zaldívar, Fernando Rodríguez Sosa e Israel Dominguez
Por su parte el periodista y escritor Fernando Rodríguez Sosa abordó un tópico poco tratado de la obra carildiana que es su producción en prosa.
Recordó Rodríguez Sosa que la escritora solo publicó dos volúmenes en este género: el primero con la Editorial Capiro de Santa Clara, Con tinta de ayer, del año 1997 y que se reeditó en 2013, que agrupa semblanzas, artículos, crónicas, que escribió Carilda acerca de figuras notables de la cultura tanto cubana como universal, como Gertrudis Gómez de Avellaneda, Gabriela Mistral, María Villar Buceta, Nicolás Guillén, entre otros, que tributa especialmente al poeta cubano Rolando Escardó, (Camagüey, 1925 - Jagüey Grande, 1960), y en el cual se incluyen seis cartas de amor, y por vez primera sus cuentos.
El segundo libro es A la una de la tarde, publicado por la editorial Letras Cubanas en el año 2004, y que integra los ocho cuentos que escribió Carilda a lo largo de cuatro décadas de ejercicio intelectual; apuntó el periodista que se aprecia en estos relatos los vasos comunicantes entre estos y la poesía de la insigne matancera, fundamentalmente el amor y el desamor, pero también lo testimonial.
«Estas narraciones indudablemente, complementan y enriquecen la obra general de Carilda Oliver Labra».
Así concluyó este panel en conmemoración a la vida y la obra de la admirada y popular poetisa matancera, cuyas intervenciones justamente tomaron a la poesía como instrumento de festejo en textos que honran la excelencia de la mujer que no tuvo reparos en confesar sentimientos, ni miedo al declarar sus ideas, y cuya obra es mucho más que el reconocido poema: «Me desordeno amor, me desordeno».
Deje un comentario