Por tercera vez el proyecto holandés Hope Box (1) se reúne en La Habana y, como es costumbre ya, uno de sus sitios de encuentro y de trabajo han sido los talleres de pintura de nuestra emblemática Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro.
Desde 2013, esta iniciativa artística liderada por Reinke Enghardt desarrolla actividades para la juventud a través de espacios de interacción que incluyen la cultura comunitaria. Sus modos de expresión son disimiles: la narración, la interpretación, el acercamiento a la filosofía, lo interactivo y lo pictórico; recursos todos válidos y singulares cuando de animar, se trata.
Como en las ediciones anteriores, Hope Box fue recibido con entusiasmo por los estudiantes y profesores (Alber Marlon Ortiz, Jesús Damián Pozo, Pedro Joelvys Romero, Yonathan Moreno, Alexandra Álvarez, Héctor Palacios, Rosa Nelson, Yan Jorge Cué, Olivia Hernández, Carlos Alejandro Bruzón, Olivia Torres, Ernesto Chong, Yasmani Jomarrón, Ariela Castro y los profesores Arnays Camaraza, Francisco Anca y Miguel Osorio) y el resultado artístico, en solo cinco días, es notable. Los murales, inmensos y adaptables a cualquier espacio y superficie, ilustran los sueños, las emociones, los sentimientos y los anhelos más queridos de cada uno de los participantes. Pero es también un proyecto abierto, inclusivo y participativo, al que han podido acceder todos los que necesiten, de alguna manera, expresarse. Por eso, la idea inicial de una valla-mural no pudo contener la expresión que sobre ella misma se volcaba y creció y se extendió hacia una de las paredes del aula-taller, con el deseo de que perdurara, no solo en el recuerdo, la expresión más genuina de sus actores.
Conjuntamente con el trabajo de taller, el compartir las experiencias anteriores ha sido una suerte de clase magistral sobre cultura comunitaria. Porque también este es uno de los propósitos de Hope Box: sembrar —o despertar, en algunos casos— en los jóvenes artistas la semilla por el servicio y formarlos en este noble sentimiento, a la vez de convertirse en puente que enlace y deje relaciones duraderas entre la escuela y la comunidad. Y en este sentido, desde el año pasado acogieron el concepto HBX Almiquí Up!, una propuesta de arte interactivo y de cooperación en el cual los estudiantes se vuelven actores. Ellos, a través de cuatro animales representativos de cada continente —y en peligro de extinción—: el tigre, el rinoceronte blanco, el pájaro negro y el almiquí, confeccionan títeres con los cuales narran las más increíbles historias y ayudan así al acercamiento de los niños de las comunidades en donde interactúan: las casas de cultura Mirta Aguirre, de Playa; 13 de Agosto, del reparto Eléctrico; y Eloisa Álvarez Guedes, de Alamar.
Hope Box es un proyecto humanitario que va recorriendo cada pedacito conocido de aquí o de allá, con el sueño posible de revitalizarlo. Es una caja de esperanzas por la vida, que insiste en rescatar del olvido lo bello y lo humano, que intenta desterrar la soledad y la tristeza para siempre, que insiste en la importancia de ayudar con el arte a todos los necesitados del mundo.
Concluye hoy, con un pequeño convite, una intensa jornada de ejercicios creativos. Circularán por todas partes, como es propósito de este proyecto. Estarán presentes en cada continente, en cada ciudad y lugar en donde se presenten, porque son embajadores del arte, de uno que tiene como premisa fundamental revitalizar y despertar. Y si el arte ennoblece, junto a él la huella imperecedera que dejan nuestros muchachos, artífices y cronistas de una realidad distinta y diferente.
Nota
(1)Hope Box es un proyecto cultural comunitario organizado y coordinado por las artistas holandesas Rienke Enghardt y Maryam Merabet, que se desarrolló por tercera ocasión en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro del 12 al 16 de octubre de 2015.
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