Los Serones son un grupo peculiar. Son jóvenes que desarrollan el paisaje desde una óptica diferente, casi abstracta, sumidos en un mundo de complejidades y de fantasías. También utilizan materiales no convencionales, razón de más para destapar la susceptibilidad.
Tampoco buscan destapar la forma ni acrecentar las exclamaciones. Pintan, eso sí, a partir de ese impulso natural que tenemos los artistas y que nos lleva a plasmar sobre cualquiera que sea el soporte, nuestros sueños y nuestras preocupaciones. Cada una de las quince piezas que conforman Hospederos (1), es una suerte de viaje a un mundo surreal, algo kafkiano y cercano a las ensoñaciones de Bradbury, en donde uno puede encontrar simulaciones de todo tipo. El color, el material, el suplemento verbal, las dimensiones, son todos recursos válidos —muy bien seleccionados—, que descubren un alto poder comunicativo y de aceptación.
No hay intensión por el efectismo barato ni tan siquiera por la clasificación genérica que uno pudiera hacer de las obras. Tanto Tony [Antonio Álvarez] como Alejandro [Pablo García], hacen catarsis en dejar relucir todas sus pasiones. Sueñan, claro está, y este es su mundo. Son huéspedes de una realidad muy especial; la suya, y como pocos, hacen gala de eso. También disfrutan de sus habilidades técnicas y de un estilo con el cual se sienten tranquilos. Conocen, cada uno desde su dimensión, los márgenes entre los cuales pueden moverse.
Estamos frente a un conjunto de obras que brillan con luz propia y, también, que vibran. Ninguna de ellas deja espacio para el rechazo; terminan obligándonos a interactuar. Buscan el diálogo y lo consiguen. En algunas piezas como: Cotos (2014), Dominio (2014), Perpetua (2014) y Zócalo (2015), el intento por viajar termina convirtiéndose en una realidad. Son ejercicios superiores, creados con esa «bomba» con la que solemos clasificar las cosas que acaban por mover cada una de las fibras de nuestros corazones.
Establecer un diálogo entre el autor [sujeto] y su obra parece un proceso fácil cuando es, más bien, una derivación estética con la que muchas veces establecemos una pauta que nos permite encaminar el discurso. Y en este sentido, los Serones están claros de como conducirnos por ese camino, a veces descomedidos e impetuosos, de quienes intentan descorrer una cortina para que «el que tenga ojos, vea».
Y cuando suenan a paisajes astrales, de otra dimensión o de otra realidad, es que uno comprende el misterio que encierran —u ocultan— estas obras. Son cuadros iluminados por una radiación que no está en el material sino en la carga inmanente que le aportan cada uno de estos artistas. Hospederos es el resorte que despeja la ventana y que nos muestra la verdad.
Nota
(1)A propósito de la exposición homónima presentada en la galería La Acacia desde el 28 de agosto y hasta el 28 de septiembre de 2015.
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