Existen numerosos casos de personas que han llegado a ser conocidas en su país y en otros, con nombres que no son realmente los que deben llevar, según las leyes o las costumbres.
Se sabe que en Cuba, y en otras naciones, el primer apellido que debe ser conocido es el del padre y el segundo el de la madre. Vamos a citar dos ejemplos de lo que estamos exponiendo.
El dirigente estudiantil comunista Julio Antonio Mella, era hijo del sastre Nicanor Mella, de origen dominicano y su madre Cecilia Magdalena Mac Partland, natural de Hamsphirre, Inglaterra. Por tanto, el nombre de Julio Antonio Mella debe ser Nicanor Mac Partland, como así fue inscripto. Sin embargo, en 1921, cuando se matriculó como alumno de Derecho, Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, ya utilizaba el seudónimo de Julio Antonio Mella, con el que fue conocido hasta su muerte.
Pero vamos a ver el asunto que nos ocupa en esta crónica.
El famoso compositor conocido por el patronímico de Ignacio Piñeiro, era hijo de Marcelino Rodríguez Sánchez, natural de la localidad de Grado, Asturias y su madre la negra cubana Petrona Martínez, nacida en el barrio de Jesús María, La Habana.
Entonces, ¿De dónde le viene el apellido Piñeiro?... Según se dice, con aciertos de veracidad él y su hermano Prudencio, siendo todavía niños, trabajaban transportando las mercancías de los muelles habaneros hasta la bodega de un español de apellido Piñeiro.
Ambos muchachos acarreaban en rústicos carretones el cargamento. Los vecinos del barrio solían comentar cuando divisaban a los pequeños cargadores: ¡Ahí llegan los Piñeiro!... refiriéndose, por supuesto, al dueño de la bodega. Con el tiempo, fueron conocidos como “Los Piñeiro”, y así, Ignacio, adoptó ese apellido como propio.
En sus andares por los rumbosos barrios de Jesús María y Pueblo Nuevo, empezó a bailar rumba “de cajón” o “de tiempo de España”, como se le conocía a esa modalidad del baile cubano.
Con el tiempo, además de bailador de rumbas comenzó a componer. Se afirma que fue quien creó la Clave ñáñiga. Más tarde militó en agrupaciones soneras tales como El Timbre de Oro, el coro de rumba Los Coros y la comparsa de rumba El Barracón.
Entre sus grandes méritos como compositor se destaca el hecho de fusionar el Son con la guajira al componer en tiempo de Son y en compás de dos por cuatro en 1927 su famosa obra Alma guajira llevada al disco por destacadas agrupaciones soneras y hasta por el célebre cantante Fernando Collazo.
Ignacio Piñeiro nunca negó su paternidad. Como prueba de esto compuso Asturias patria querida como homenaje a su padre asturiano. Esa obra fue estrenada en Santander, España, el 3 de octubre de 1929, y con el paso de los años, se convirtió en algo así como himno de Asturias, como fue reconocido en el 3er. Congreso Mundial de Asturianía.
Ignacio Piñeiro, o Ignacio Rodríguez nació el 21 de mayo de 1888 y falleció en La Habana el 12 de marzo de 1969.
Cuando la eminente trovadora María Teresa Vera, decidió dejar la trova temporalmente en 1926, para dedicarse al Son, que era lo que estaba de moda se dispuso a crear el Septeto Occidente con el cual realizó su primer viaje a Nueva York donde estaba incorporado Ignacio Piñeiro como contrabajista. Luego María Teresa volvió a la trova y le dejó la dirección del septeto a Piñeiro que le cambió el nombre por el de Septeto Nacional.
Otro hecho significativo de la obra significativa es que en 1932 cuando estrena el Son Échale salsita y lo escuchó el compositor norteamericano George Gershwin incorporó el tema ejecutado en la trompeta en su composición “Obertura cubana”.
En 1934 se retiró momentáneamente reapareciendo un año después.
Al fallecer Piñeiro, el entonces director del septeto Rafael Ortíz “Mañungo” decidió ponerle por nombre a la ya famosa agrupación musical Septeto Nacional Ignacio Piñeiro, como perpetuo homenaje al que es llamado justificadamente “El Poeta del Son”.
Fuente:
Dumpierre, Erasmo. J.A. Mella. Biografía. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1977
Vázquez, Omar. Homenaje al poeta del Son. Periódico Granma, 16 de junio del 2008.
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