Con la gala inaugural, protagonizada por la actuación de la Joven Jazz Band, dirigida por el maestro Joaquín Betancourt, abrió sus cortinas la XXXIX del Festival Internacional Jazz Plaza 2024 en una abarrotada sala Covarrubias, Teatro Nacional, La Habana.
No importaron las bajas temperaturas ni las dificultades de movilidad de estos tiempos, para que un público, -- nacional y foráneo, con una impresionante cifra de norteamericanos—, llegase a este concierto único, titulado Amada música y que celebró los aniversarios 15 de la Jazz Band y los 50 de vida artística de Joaquín Betancourt, uno de los músicos a quien se le dedica esta edición. Con este espectáculo la agrupación cierra un ciclo en su quehacer e inicia uno nuevo.
En preámbulo de lo que será este importante encuentro musical del orbe, la noche reservó un espectáculo brillante que elevó gradualmente los quilates en el espectro de lo clásico a lo popular, como ha sido la vida musical del músico, compositor y arreglista Joaquín Betancourt. Se hizo acompañar de valiosos invitados del patio y otros lares.
Abrió una pieza musical, fusión de latin jazz y soul americano. La potencia de los metales, interpretados por jóvenes músicos, -- la mayoría de ellos y de la agrupación, son integrantes del Conservatorio de música Amadeo Roldán, valía del sistema de enseñanza artística del país—, impresionó a los presentes.
Luego, el proyecto Oralitura Habana, lo sorprendió en pleno escenario y dedicó improvisadas décimas que recorrieron la vida profesional y obra de Joaquín Betancourt, desde la fundación por este de la orquesta popular Opus 13 hasta la creación de la Joven Jazz Band.
Llegaría el primer invitado de la noche, el destacado flautista Orlando Valle, Maraca, con el cual el maestro Betancourt compartió dirección musical y arreglos en el cd Flautas Gigantes, grabado recientemente bajo el sello discográfico EGREM. Impresionó el solo de trompeta y el de batería junto al derroche de virtuosismo a que nos tiene acostumbrados Maraca.
Le siguió la cantante cubana, Aimara Villavicencio, sobrina de Joaquín, quien se hizo acompañar de la unión de la Joven Jazz Band y la orquesta de violines Cuerdas Profundas, dirigida por el violinista Lázaro Dagoberto González e integrada también por estudiantes de la Amadeo Roldán. El empaste entre las dos agrupaciones logró un aparte y ensueño en la noche con esa dulzura particular del violín.
El saxofonista cubano Michel Herrera, ex integrante de la Joven Jazz Band, viajó especialmente desde Centroamérica para celebrar junto al maestro Joaquín. Interpretó una variación del conocido tema que identifica la Navidad, Noche de Paz, en la que improvisó un solo que mostró su dominio del instrumento. Le continuó la cantante Zunilda Remigio, compañera en la vida del maestro Joaquín Betancourt.
La orquesta de violines Cuerdas Profundas, dirigida por Lázaro Dagoberto Gonzáles, mostró que el relevo de la música cubana está más que seguro, estos muchachos ya son profesionales aun siendo estudiantes. Continuaría la Joven Jazz Band con el tema musical La rumba que mi abuelo no escuchó, autoría de Joaquín y dedicada a su abuelo, quien lo embulló a estudiar violín, su instrumento cabecera.
La música norteamericana y brasilera, son pasiones del maestro Betancourt, agradeció a esos países por su influencia, “soy un ferviente admirador y alumno de las músicas de Brasil y los EU; al pueblo norteamericano, por esa música tan bella, le tengo que agradecer, particularmente”, dijo.
Y se elevaría el gradiente de emociones con el arribo al escenario del bajista cubano Jorge Reyes, el armonista brasilero Pablo Fagundes y la cantante norteamericana Theonita Valentine, puro blues en una voz melodiosa, con ese particular fraseo del género e impresionantes agudos, se llevó las palmas del público. La armónica de Fagundes y los labios de Theonita, regalarían momentos de goce en impresionante scatt o improvisación como para no olvidarse que estamos en un festival de jazz.
Fue también una noche de reconocimiento y altruismo. El músico cubano Enrique Padrón, radicado en los EU y Theonita Valentine, llegada a La Habana por gestión del primero, realizaron una donación de instrumentos al Conservatorio Amadeo Roldán, recibida por su director Daniel Pérez, quien dijo que la música une a los pueblos y los corazones. A la norteamericana se le oyó decir en perfecto inglés I’ love Cuba, no hizo falta la traducción y llovieron los aplausos.
Luego, el proyecto cubano-italiano Asociación Cultural Para un príncipe enano de cubanos residentes en Italia, que prestigia los vínculos culturales entre las dos naciones a través de la poesía, la música y otras manifestaciones, dirigido por la cubana Olga Lidia Priel Herrera, entregó a Joaquín Betancourt, a nombre del Menotti Art Festival Música y en presencia de su directora, la soprano italiana Tania Di Giorgio, el relevante Premio Internazionale Thomas Schippers Música e composízíone, por primera vez entregado a un cubano.
También ese proyecto le regaló una obra del artista de la plástica cubano Luis Saavedra, nombrada Quién dijo que todo está perdido, Cuba viene a entregar su corazón, dedicada a la brigada cubana de médicos que brindó asistencia al hermano pueblo italiano durante la etapa dura de la Covid. La interpretación de música cubana por Tania y la poesía de Nicolás Guillén, declamada por Olga, acompañaron la entrega.
Y no podía faltar la música popular cubana, Alain Pérez y Armando Cantero, Mandy, hicieron vibrar al escenario y al público con interpretaciones de temas conocidos de José Luis Cortés, El Tosco y, Adalberto Álvarez, a los cuales les debe influencias Joaquín Betancourt, según confesó.
Fotos cortesía del autor.
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