Por si el disfrute visual que ofrecen los lienzos de William Acosta (La Habana, 1984) no fuera razón más que suficiente para trasladarse al oeste de la capital y visitar la Galería Artis 718, la exposición inaugurada allí este sábado depara al espectador el privilegio de haber asistido a la primera en la que el artista incorpora piezas instalativas.
Esta es la principal novedad que distingue a Luz Roja, muestra que incluida entre los proyectos paralelos de la 14 Bienal de La Habana demuestra la indetenible búsqueda de formas expresivas de dicho autor, incluso más allá de las posibles dentro del lenguaje bidimensional, no obstante el llamado a permanecer inmóvil con que puede asociarse el título.
Luz Roja es, no sólo la obra que da nombre ala exposición, sino que es en el conjunto de pinturas que se imbrica con una (A ninguna parte) de las dos instalaciones presentes, además de diferenciarse del resto en cuanto al uso del color y la estructura, pues es la única en la que el sujeto, una vez más femenino, no da la espalda al espectador.
La superposición de imágenes, el tratamiento de temas como la arquitectura urbana e industrial, el sujeto atrapado en la urdimbre social, su necesidad de trascender, moverse y emigrar, son elementos característicos en esta muestra, en la que también es apreciable el empleo de materiales reciclados.
Abierta al público hasta febrero próximo, Luz Roja contó con la curaduría de Ariadna Cabrera Figueredo y Chrislie Pérez Pérez, especialistas del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC).
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