La exaltación de los cabildos de nación, el origen de esos asentamientos, el testimonio de sus actuales seguidores –los llamados grupos de portadores- danzas, cantos y toques alegóricos del amplio registro de la cultura afrocubana, junto al goce de los presentes, caracterizaron la inauguración del XVI Festival Internacional Timbalaye La Ruta de la Rumba, acontecida este 18 de agosto en la Plaza de Armas, Habana Vieja. La velada estuvo presidida por Lissette Martínez Luzardo, viceministra de cultura.
Las notas del Himno Nacional y la colocación de una ofrenda floral ante la estatua de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, dieron inicio a esta primera jornada, vestida de ejecuciones artísticas e intenso coloquio reflexivo.
Marielena Mora, promotora, poeta y empresaria cubana radicada en México, trajo al recuerdo de los miles de africanos –la mayoría jóvenes— traídos a Cuba por la trata negrera como esclavos, el dolor y escarnio de sus sufrimientos por el color de la piel, al invocarlos en dramático texto lírico y un minuto de silencio a su memoria.
El bailarín y profesor Ulises Mora, director del Proyecto Timbalaye Promotor Internacional de la Cultura Cubana que da vida al festival homónimo, dejó oficialmente inaugurado el evento, “este lugar es un símbolo histórico… nos sentimos comprometidos porque marcó la unidad de nuestra nación y el verdadero camino hacia la independencia”, dijo.
Del drama de la esclavitud, el grupo folclórico Madre de Agua, escenificó el vil trato del personaje del mayoral, aplastado por el grito libertario cimarrón. Precisamente, en aras de menguar y apaciguar ese acto, el colono español crearía los llamados cabildos de nación, una coreografía mañosa de los amos para dar cierto disfrute a la servidumbre sometida.
Gladys Collazo, directora de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la Ciudad, OHC, dio la bienvenida a los participantes. Recordó cómo la insistencia del escritor Miguel Barnet la ocupó, cuando ella desempeñaba la presidencia del Consejo Nacional de Patrimonio de Cuba, en la elaboración del expediente para darle a la rumba la condición de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, “el pretexto que todos estemos aquí se lo debemos a él”, señaló.
El artista y fotógrafo Julio Larramendi, entregó, a nombre de la OHC, un libro de fotografías tomadas por él, en plena pandemia, a vecinos de un solar o cuartería de La Habana como parte del patrimonio de la ciudad y escenario prístino de la rumba cubana.
Un poema de Sara Portuondo, sobre el accionar de Timbalaye en la legitimidad y promoción del legado africano, daba inicio al coloquio. Luego, Ulises Mora, señalaba el valor simbólico del estar reunidos en el Palacio de los Capitanes Generales, construido a costa del dolor, la sangre y la resistencia de esclavos africanos, negros y mulatos criollos que luego lucharían por la libertad, “aquí se huele el olor a independencia… buscamos la razón: el patrimonio de la memoria”, dijo.
Alegó la importancia de la evocación de los cabildos, “en momentos que el neocolonialismo y el imperialismo quieren capitalizar las culturas y nuestro país es centro de la desaparición de esa memoria, creemos que es importante revitalizar con alegría y vitalidad a todo el largo del país, este legado y cultura popular”, subrayó. Luego añadió respecto a las casas templos o Ilé Ocha, “el más agnóstico ha tenido la necesidad de ir a un de estos a lugares a buscar un consejo… es inevitable buscar la esperanza, creemos que estas casas también son un patrimonio de la nación”, arguyó. Considera que la rumba y el proyecto que lidera han contribuido al conocimiento de esta riqueza patrimonial, “ha sido un motor impulsor”, dijo.
El escritor Miguel Barnet, disertó sobre el origen de los cabildos. Estimó que fueron diseñados para idealizar una cierta libertad del esclavo al permitirle sus costumbres y religiones, un confort idílico en que conservaran sus manifestaciones religiosas l a través del canto, la danza y a música; al final, estaban sometidos.
“Socialmente, tenían posibilidades de desarrollar algunas labores como músicos, carpinteros, etc.; podían acumular cierto capital y liberar a otros esclavos, a esto le llamaban coartación”, comentó. Igualmente destacó la labor humanista del Proyecto Timbalaye en sus recorridos por Cuba y el mundo, “contribuyen a rescatar y valorizar los auténticos y profundos valores de las expresiones africanas”, concluyó.
Integrantes del Cabildo Congo San Antonio, de San José de Las Lajas, dieron su testimonio sobre las costumbres y rituales de este. Uno de los reyes de esta institución religiosa fue el abuelo de Beny Moré. Mantiene el toque la macuta con tambre originales, perduran con el ritual del pase de la bandera cubana para invocar a los espíritus y refrescar las fiestas.
En la Calle de Madera, el grupo Madre de Agua escenificó pasajes, danzas y cantos bantú o Palo Monte, yorubas y el complejo de la rumba.
A la inauguración también asistieron autoridades de cultura y de la administración pública de la capital.
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