Todo vibró el domingo pasado en la sala Covarrubias ..."/> Todo vibró el domingo pasado en la sala Covarrubias ..."/> Portal Cubarte  -  Irene Rodríguez y la Sinfónica Nacional. Crónica desde la platea

Irene Rodríguez y la Sinfónica Nacional. Crónica desde la platea


irene-rodriguez-y-la-sinfonica-nacional-cronica-desde-la-platea
Danza final de El sombrero de tres picos con la Orquesta Sinfónica Nacional. Foto: Cortesía de la Compañía Irene Rodríguez. Tomada del periódico Granma.

Todo vibró el domingo pasado en la sala Covarrubias el pasado domingo  a partir de las 11 de la mañana. Vibró  la Orquesta Sinfónica Nacional. Vibró la compañía danzaria de Irene Rodríguez. Vibró el público. Y hasta la sala  vibró con un espectáculo magnífico que demostró el poder espiritual del arte, del buen arte.  

Se trató de un espectáculo dedicado a la Feria Internacional del Libro, que bajo el título de “Grandes clásicos españoles” conmemoró también el cuatrocientos  aniversario de la segunda parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. Inteligencia y buen gusto se combinaron en su concepción, lo cual, sin duda alguna, favoreció el brillante desempeño artístico del elenco.

Durante más de una hora y media, sin intermedio, la Orquesta tocó con entusiasmo  notable,  no solo de sus numerosos intérpretes intérpretes sino de todo el colectivo. El maestro Enrique Pérez Mesa, su director, unió a su habitual sobriedad en el manejo de la batuta un desenvolvimiento escénico que contribuyó al movimiento que aportaron los bailarines, al punto que hasta vuelto al público nos dirigió como insospechados ejecutantes mediante el aplauso acompañante de la melodía.   

El programa fue entregando la ejecución a  solas de la Orquesta, intercalando  otras con la compañía danzaría. Todo abrió con una pieza española de uno de los grandes rusos, Rimski-Kórsakov: su Capriccio español, opus 34. La fuerza y destreza de la ejecución de esta obra de compleja factura –para mí la más notable interpretación del espectáculo musical-- nos indicó a los asistentes que nos hallábamos ante una mañana especial.

La salida de Irene Rodríguez con sus músicos vino con Asturias, de Albéniz, obra muy apropiada para ser bailada, desde luego, como han hecho otras compañías del mundo. Sin embargo el montaje de Irene Rodríguez fue original y puso sobre la escena la alegría que caracteriza a su equipo.

Tras el “Preludio” de la zarzuela La revoltosa, de Chapi, escuchamos El fandango de Doña Francisquita, de Amadeo Vives, que unió al entusiasmo del conjunto orquestal el de tres solistas: Hany Rodríguez, Yanet González y Karla Pérez.  Mientras que el bien conocido “Intermezzo” de la zarzuela La leyenda del beso, de Vert, inclinó plenamente hacia la estrecha comunicación con el público que no cesaría hasta el final  de la función, ya pasado el mediodía.

Cuando entraron los acordes de la “Danza ritual del fuego”, del ballet El amor brujo, de Manuel de Falla, salió a escena Irene Rodríguez vestida con una bata roja, todo un fuego sobre las tablas que encendía el alma de los espectadores. ¡Qué goce el de la entrega de esta joven apasionada, exultante y virtuosa!

Siguió otra música de zarzuela, La boda de Luis Alonso, de Gerónimo Giménez, para cerrar con la vuelta a Manuel de Falla, con dos momentos de El  sombrero de tres picos: la “Farruca del molinero” y la “Danza final”, donde brillaron músicos y bailarines, empeñados en llevarnos a una felicidad espiritual que nos acompañara por e  resto del domingo. Irene Rodríguez y Víctor Basilio Pérez demostraron como solistas, su maestría artística con el eficaz apoyo del cuerpo de baile, mientras que el  notable talento coreográfico de la directora culminó con la composición final, todo un alarde de destreza y osadía danzaría, tan del gusto del público habanero, algo que provocó un comentario aprobatorio de una amiga estadounidense sorprendida por el protagonismo de los asistentes.   

No suelo escribir de música y de danza. Pero me siento obligado a dejar constancia escrita de este singular encuentro de la Orquesta Sinfónica Nacional y la compañía danzaria de Irene Rodríguez, una ocasión de especial brillantez de la cultura cubana. El sudor de Irene y Pérez Mesa mientras recibían el fuerte aplauso de la concurrencia, el esfuerzo físico y la tensión emocional de músicos y bailarines tuvo el mejor resultado y la recompensa agradecida de quienes estuvimos el domingo 15 de febrero en la sala Covarrubias del Teatro Nacional.   


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte