El pasado viernes, en vísperas de la celebración del Día Internacional de la Mujer, en el Taller Experimental de Gráfica de La Habana quedó inaugurada la exposición Viajando hacia adentro, de la artista visual Irina Cepero.
“Es un viaje introspectivo, autorreferencial de mi vida cotidiana y de los objetos que estoy usando en mi propia transformación de mujer a madre, también de los elementos que puedes encontrar en la realidad y que tuvieron que ver con mi vida cotidiana, con mi trabajo.
Consiste en redimensionar y transformar estos objetos en obras de arte, algo que se ha hecho en el arte moderno y que yo lo estoy llevando a este contexto cotidiano, cubano, de mi vida real”.
Explicó al Periódico Cubarte la artista al referirse a la muestra que, curada por ella junto a la directora del TEGH, Yamilys Brito y Yoel Valdivia, está compuesta por unas treinta piezas, en su mayoría matrices pertenecientes a varias series que trabaja de forma paralela, cada una con su propia historia.
“En el caso de los elementos que utilizo están, por ejemplo, los pañales desechables que mi hijo usó en su primera etapa como objetos reciclados que se pueden adoptar a forma de collage para transformarlos en grandes flores de vida o buscarles una mirada diferente a lo que pudiera ser un objeto banal, un objeto diario de uso doméstico.
O sea, contextualizados en una tela donde se refiere una idea bella como pueden ser un gran jardín con flores nacientes o semillas que van brotando, tal como es la vida cuando nacemos. También hay obras que son hechas con maderas encontradas, entintadas, transformadas o expuestas en el color original.
Además del collage, en el trabajo de Irina Cepero se aprecia el uso de otras técnicas como la calcografía y la colagrafía…”
Todo ese collage que hago de elementos que voy pegando, que voy cosiendo, que voy fijando en la tela conforman una composición armónica de color, de forma y también espontánea porque si bien son objetos encontrados, algunos son más pensados que otros, más transformados que otros. Y se puede tocar; está también el tocar esa textura, poderla acariciar”.
Además del collage, en el trabajo que nos presenta Irina Cepero se aprecia el uso de otras técnicas como la calcografía y la colagrafía, esta última una de sus especialidades, una vez que le permite la coexistencia de todas las técnicas, algo muy de su preferencia.
“Me gusta mucho trabajar la pintura también, del collage a la pintura y abordarlo como si fuera grabado en la tela. De igual forma coso las matrices calcográficas en soportes de plástico y sobre la tela.
Es una pura experimentación que me favorece, en tanto pierde el orden ortodoxo que puede tener una pintura convencional. En este caso ya es una construcción que uno va haciendo, informal y al mismo tiempo bella, pues se genera una armonía, lo cual es a mi juicio imprescindible para que pueda perdurar la obra.
Me interesa mucho que las obras sean perdurables, no pensar en el collage que lo pegas y ya, sino cómo hacerlas perdurables en el tiempo”.
La impresión gráfica sobre soportes no convencionales, como pueden ser las almohadillas sanitarias o la pasta cerámica, es también característica en la obra de esta artista.
“La cerámica y el grabado son como primos hermanos, son técnicas que tienen puntos en común y se pueden imbricar. De hecho, hay muchos grabadores que son ceramistas o ceramistas que incursionan en el grabado.
Realmente, el artista como tal ya tiene esos horizontes muy poco definidos y hay momentos en que uno logra confrontar técnicas que han sido usadas, incluso, en otros momentos del arte y que bajo el discurso propio de cada quien se puede hacer algo diferente, buscar una poética diferente”.
Además de Semillas, exposición personal que realizó hace dos años en el propio TEGH y otras de carácter colectivo realizadas allí, Irina Cepero ha participado en muestras organizadas, en Luz y Oficios, en su propio Estudio-Taller, así como en México, Suiza y los Estados Unidos, en ocasiones junto a otras mujeres grabadoras.
En estos proyectos, como el inaugurado el pasado viernes, ha prevalecido el discurso femenino, dentro del cual ella considera poseer un sello que la distingue del resto, no solo en lo que al uso de soportes no convencionales se refiere.
“Trabajo el tema de género pensando en que somos madres, esposas, hijas y también engendramos vida”.
“Trabajo el tema de género pensando en que somos madres, esposas, hijas y también engendramos vida. No significa que esté hablando del feminismo a ultranza, sino que somos dadoras de vida y que los hombres y las mujeres pueden ser armónicos entre sí. Eso sería lo ideal, que pueda haber una correlación de fuerzas en la que yo tengo para dar y a su vez el otro género tiene para dar y que somos un complemento.
Pero, al mismo tiempo, está basada en mi creatividad como mujer, en cómo ese elemento que encuentro forma parte de mi obra, lo puedo llevar a ella y lo puedo transformar. Eso es algo esencial y que, evidentemente, sale propio de mí.
También en los símbolos que voy transformando, estas almohadillas sanitarias cómo se van transformando en elementos gráficos. Eso es un símbolo del ciclo menstrual como fluido corporal y al mismo tiempo como posibilidad de vida, como continua posibilidad de vida que tenemos. Es bello sabernos así y sabernos tan imprescindibles en la creación humana”.
Graduada de Lic. en Filosofía en la Universidad de La Habana y, posteriormente, de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, en la especialidad de grabado, se ha vinculado desde entonces al TEGH, figurando entre sus miembros.
“El Taller me permite hacer y experimentar. Su directora siempre nos ha inspirado y motivado a expandirnos desde el grabado para realizar obras escultóricas, instalativas…
Para mí es un privilegio responder a este compromiso con el Taller porque por él han pasado muchos artistas gráficos de Cuba y en él se han realizado obras de importancia histórica y patrimonial, por lo que me siento muy a gusto y muy agradecida por darme la oportunidad”.
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