“… soy un periodista que ha tratado de informar con la cámara fotográfica lo más sobresaliente de cada noticia y con la calidad que los lectores merecen”
“… estar dentro de los acontecimientos, muy consciente de que mis ojos eran los de miles de lectores que querían estar sentados en la mejor butaca de la primera fila”
He leído, y cito, que “La fotografía, surgió en el mundo y se introdujo en Cuba debido, precisamente, a que el hombre, a lo largo de toda su historia ha tratado de estudiar la naturaleza que lo rodea y a sí mismo, también trató de dejar constancia de estas observaciones, para las futuras generaciones”. Eres el historiador de la fotografía del foto reportaje en Cuba, ¿hasta dónde estas llamadas observaciones fotográficas, son patentes en esta historia?
La fotografía es uno de los tantos hijos que alumbró la revolución industrial, como lo fueron la electricidad, la máquina de vapor, el telégrafo y muchísimos inventos más, tan tremendamente útiles y familiares que apenas nos damos cuenta de ellos. Las llamadas “observaciones fotográficas” vinieron a documentar, a dar fe real de vida y a divulgar el maravilloso desarrolló de la civilización y su entorno, vigentes en la gran historia cubana y referida en el más universal de los idiomas: la imagen fotográfica.
Si tenemos en cuenta que la fotografía periodística y la invención del fotograbado dieron a conocer al mundo imágenes de nuestra Guerra de Independencia, pudiéramos afirmar entonces que no es posible separar la historia de la fotografía cubana de la historia del país porque fue un fiel reflejo de está cubriendo la necesidad informativa-comunicativa y la documental testimonial. ¿Cuándo, quiénes y dónde aparecen los primeros fotorreporteros cubanos?
El primer fotograbado fue publicado en el semanario ilustrado El Museo, el 25 de marzo de 1883, gracias a los esfuerzos del grabador portugués Alfredo Taveira. Era un proceso muy lento y paciente que requería días de intenso sol. Dos años más tarde, ya desparecido El Museo, y mejorado el proceso, Taveira comenzó a hacer los fotograbados para las revistas La Habana Elegante y El Fígaro. Pero todos fueron retratos de figuras prominentes realizados en galerías fotográficas.
El primer fotógrafo dedicado al periodismo se forjó en el semanario La Caricatura. Ocurrió que el 4 de septiembre de 1887 su director, el dibujante José A. Rodríguez, que firmaba “Helio”, publicó un apunte de un crimen pasional que llamó poderosamente la atención de los lectores y decidió usar la fotografía para reflejar los principales sucesos policiales ocurridos en la capital y reproducirlos en su semanario por medio de la litografía. Para ello, contrató al fotógrafo Higinio Martínez.
El domingo 19 de agosto de 1888, La Caricatura salió con la primera información fotográfica de Higinio titulada “El crimen de Santiago de las Vegas” con once fotografías mostrando a Pedro María Álvarez, el joven asesinado, el lugar del hecho, el asesino y unos testigos y autoridades.
Esta primera información gráfica tuvo tanto éxito que, a solicitud del público, imprimió tres ediciones más. La Caricatura aumentó la tirada y los éxitos se multiplicaron con nuevos hechos de sangre que retrataba Higinio. Seis meses después, el 1º de febrero de 1889, Helio contrató también a Juan Francisco Steegers, y solicitó fotografías de “cualquier suceso que ocurra y lo quiera presentar a esta redacción, se le gratificará generosamente tanto más cuanto de mayor sea la importancia del suceso.” Este anuncio animó a los fotógrafos José Gómez de la Carrera, Esteban Mestre, Pedro A. Fantalora, Antonio Pacios, P. Rodríguez y Francisco Cabrera, que se dedicaban a retratar en banquetes, fiestas sociales y actividades culturales, a colaborar ocasionalmente con la revista.
La ocupación norteamericana, luego de la independencia de España, repercutió, en algún modo, en el fotorreportero cubano. ¿Pudiéramos afirmar que los aspectos más importantes de la realidad cubana quedaron reflejados en su fotografía, como memoria o acontecimiento histórico?
En realidad no fue tanto la ocupación norteamericana lo que influyó en la fotografía cubana como los grandes cambios que hubo en los procesos tecnológicos mundiales a partir de la década de 1880.
Antes, los fotógrafos estaban obligados a sensibilizar sus propias placas y, estando aun húmedas, se exponían en la cámara fotográfica y seguidamente se revelaban. De secarse perdían la sensibilidad y la imagen no se impresionaba. Ello obligaba a tener el cuarto oscuro al lado de la cámara para prepararlas.
La fabricación de las placas secas por las industrias europeas y norteamericanas permitió sacar la cámara de galería y retratar en la calle en cualquier momento y lugar, sin la necesidad de tener un cuarto oscuro al lado.
Son los momentos en que aparecen los “redactores fotográficos” y los “fotógrafos a domicilio” quienes, con José Gómez de la Carrera al frente, reportarían la Guerra de Independencia captando excelentes fotografías que fueron publicadas en la prensa mundial.
Después de la explosión del Maine, vinieron cientos de fotógrafos norteamericanos de distintos órganos de prensa a reportar e historiar la Guerra, pero a pesar de sus recursos, ninguno superó la experiencia y la calidad de los cubanos como se puede apreciar, por ejemplo, en las colecciones de El Fígaro, editadas durante la Guerra de Independencia.
La ocupación yanqui más bien facilitó que la industria fotográfica norteamericana pudiera controlar el comercio que antes dividía con los fabricantes europeos. Fue un momento en que la fotografía se abarató y estuvo al alcance de todos.
Los más afamados fotógrafos de las lujosas galerías habaneras la llamaron la época de la vulgarización de la fotografía, pues cualquier improvisado con un cámara se ganaba mejor la vida que ellos retratando en la calle a precios mucho más bajos
¿Cuáles eran los tipos o modelos de cámaras fotográficas con las que realizaban su trabajo nuestros periodistas?
Las cámaras que se usaban a finales del siglo XIX eran grandes, de planchas de 8 x 10 o de 5 x 7 pulgadas, lo que hacía imprescindible el uso de un trípode. Completaba el equipo un objetivo con su obturador y un maletín donde se almacenaban las placas que se iban a usar, un paño negro para poder enfocar y una empuñadura acanalada donde se esparcían y prendían los polvos de magnesio para retratar de noche. A principios del siglo XX se impuso la “Graflex” sobre el resto de las marcas de cámaras fotográficas para reporteros gráficos.
En el mundo han sido muchos los buenos fotógrafos. Robert Capa, por ejemplo, creó espectaculares imágenes sobre la guerra. Son famosas las que tomó durante la Guerra Civil Española o Corea. Entre los fotorreporteros cubanos a quién usted señalaría como el iniciador de esta especialidad. Y estoy pensando, en su artículo sobre el incendio de la Ferretería Isasi, ocurrido a fines del siglo XIX, en el que usted afirma que es Higinio Martínez la primera fotorreportero cubano. ¿Cómo llega Oller a tal convicción?
Bueno, La Caricatura lo refiere en sus páginas e historiadores de la prensa tan prestigiosos como Rafael Soto Paz quien lo señala en su artículo “La Prensa Cubana de 1902 a 1952” publicada en el Libro de Cuba, La Habana, 1954, pág. 667, o el Directorio de Periodistas editado en 1957. En fin hay unidad de criterios sobre esto.
¿Cuáles han sido las fuentes por usted investigadas a lo largo de su vida como fotorreportero para la realización de una obra de tanta envergadura como la historia que ha escrito sobre esta especialidad de la fotografía que, sin lugar a dudas, es fiel reflejo del patrimonio del país?
Hemos encontrado datos en los escritos sobre la historia del periodismo que escribió Rafael Soto Paz a mediados del pasado siglo y en la documentada obra El Periodismo en Cuba del historiador Juan Marrero. Existe el relato de Rafael Pegudo en el libro del Cincuentenario de la Asociación de Reportes y en otros artículos que se refieren a esta especialidad periodística.
Tengo archivados casi todos los artículos, anuncios y notas aparecidos en la prensa habanera desde 1839 hasta 1868 y los escritos encontrados sobre fotografía hasta 1899. Esto me ha permitido hacer un directorio de 405 daguerrotipistas y fotógrafos establecidos en Cuba que contiene, además, los datos que he podido obtener sobre su labor. He descrito la historia de la fotografía durante la Colonia de manera general pues aún no estaban perfiladas las especialidades fotográficas.
A principios de la época republicana, quedó definida la profesión de reportero gráfico, y las fuentes las he buscado revisando las colecciones de las revistas El Fígaro, Social, Carteles y Bohemia; en las publicaciones editadas por el antiguo Colegio Nacional de Periodistas, las actas de las asociaciones de reporteros gráficos, la revista Fototécnica y cuantos artículos y escritos relacionados con el tema he encontrado en la prensa.
Tengo también realizadas 16 entrevistas a viejos fotógrafos como Lagomasino, Tony Martin, Agraz, Korda, Pegudo, Guerrero, Tejeiro y otros más, lo que me ofrecen un excelente material para mi empeño.
¿Cuándo y dónde comienza Jorge Oller su vida como fotorreportero?
Creo que desde la cuna, porque nací en los altos de la fotografía de mi padre Juan Oller Piera, en Barcelona, y quien fuera también director de la revista Actualidades.
Me explico: mi padre era cubano, hijo de un catalán que a los 16 años vino a trabajar a La Habana y unos meses después, el 3 de enero de 1886, se unió a las tropas mambisas de Maceo y Máximo Gómez cuando pasaban por la cercanías de la capital.
Al terminar la guerra, mi abuelo regresó a Barcelona y se casó y volvió para establecerse en La Habana. Tuvo seis hijos, mi padre, el mayor de ellos, aprendió fotografía en La Habana y en un viaje a Barcelona se casó y abrió allí una fotografía y colaboraba con los diarios.
Como fotógrafo tuvo mucho éxito y ganó El Gran Premio y Medalla de Oro en la Exposición internacional de Florencia en 1929 y al año siguiente obtuvo otro Gran Premio y Medalla de Oro en la exposición Internacional de Niza.
A los cinco años yo tenía mi camarita de cajón y capté las primeras fotografías.
En 1936 comenzó la Guerra Civil Española y mi padre, que estaba enfermo, decidió venir a Cuba. Aquí, no tuvo la misma suerte en su profesión que en Barcelona por su dolencia, y trabajó en una oficina.
Por mi parte, estudié Bachillerato hasta que tuve la edad exigida para presentarme a un examen de ingreso para optar a una de las cincuenta plazas que otorgaba, anualmente, la Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling”. Me presenté y aprobé. Ingresé en el año 1947 e hice varios reportajes gráficos para Carteles y Bohemia.
En el año 1950, cuando me faltaban aún dos años para graduarme, mi profesor de reportaje gráfico, Juan Manuel Guerrero, me ofreció hacer las prácticas en el diario Información, con un turno fijo diario. Al graduarme quedé fijo en la plantilla.
Usted es no solo un fotógrafo de gran experiencia y conocedor de la materia, sino también un artista de calidad, ¿cómo logra Oller reflejar, a lo largo de su obra esa realidad cubana a lo largo de toda su carrera?
En realidad, soy un periodista que ha tratado de informar con la cámara fotográfica lo más sobresaliente de cada noticia y con la calidad que los lectores merecen. Tuve el honor de acompañar al Comandante en Jefe, Fidel en sus actividades, viajes y recorridos durante veinte años enviado por el diario Granma.
He retratado a numerosas personalidades mundiales, escenas bélicas, desastres naturales, reportajes de solidaridad, medicina, ciencias, deportes, teatro, danza, en fin creo que he fotografiado casi todas las actividades humanas.
Ello me obligó a estar dentro de los acontecimientos, muy consciente de que mis ojos eran los de miles de lectores que querían estar sentados en la mejor butaca de la primera fila. Sentir esa responsabilidad y esa distinción que me dio el periódico, me incitó a poner toda mi alma, vida y corazón en ello.
Triunfa la Revolución cubana y Oller forma parte del grupo de fotorreporteros del diario Granma. ¿Qué ha significado el reflejo de esta etapa en la vida de Jorge Oller. Cómo lo ha logrado?
Tuve el privilegio de trabajar en el diario Combate, en la Agencia de Noticias Prensa Latina, en el periódico Hoy y por último fui fundador de Granma.
No fue lo mismo retratar los sucesos de policía, la crónica social o la información nacional para vender periódicos, que fotografiar los logros cotidianos de una revolución en marcha para informar al pueblo. Y esto último conllevó el compromiso ineludible de reflejar la vida con el lente de la verdad.
El fotorreportero cubano, luego del triunfo revolucionario y, por qué no, producto del bloqueo y las escaseces por las que ha pasado el país tuvo que trabajar en condiciones adversas. Tomaba fotos con cámaras de una nacionalidad, revelaba con productos químicos de otra, imprimía en un papel que nada tenía que ver con las nacionalidades anteriores. Y, por encima de estas dificultades técnicas, se le adjudicaba un rollo y solo podía tomar una cantidad determinada de exposiciones del acto, evento o hecho histórico que estuviera cubriendo. Entonces ¿cómo podía hacer fotos de calidad con todas estas condiciones adversas?
La necesidad es la madre del ingenio, trabajábamos con cámaras alemanas, polacas y soviéticas de aficionados y le sacamos un gran partido. Usamos películas fabricados por esos mismos países y hasta con los recortes finales de las películas que desechaba el ICAIC, que no nos daban detalles en las sombras.
Mario Ferrer, uno de los excelentes fotógrafos que tuvo Granma, modificó una de las formulas de la Kodak y mejoró la calidad del revelado de las películas sobretodo suavizando las sombras que producía el intenso sol caribeño. Al revelador lo llamamos Karsh en honor al famoso retratista canadiense que en aquellos días nos visitaba.
Tampoco teníamos lentes panorámicos, pero lográbamos el mismo efecto empatando varias fotos. El jefe del departamento, Andrés Tejeiro, puso toda su experiencia y entusiasmo en superar las dificultades que se presentaban y con lo poco que teníamos, muy bien dosificado y mucho ingenio, logramos obtener buenas fotografías.
Sé que también trabajó vinculado a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. ¿Qué hizo Oller en esta etapa de su vida?
Cuando me jubilé el Dr. Eusebio Leal tuvo la gentileza de invitarme a formar parte del grupo que dirigía el Lic. Miguel Castro Muñiz para digitalizar los importantes fondos fotográficos del Museo de la Ciudad de La Habana. Estuve un año pero no pude continuar debido a que me eligieron presidente de la Sociedad de Beneficencia Naturales de Cataluña. Agradezco muchísimo la oportunidad que me brindó el Dr. Leal lo cual me permitió conocer y practicar la novedosa ciencia de la informática.
¿Cuándo comenzó Jorge Oller la investigación sobre la historia del fotorreportaje cubano?¿Está concluida? ¿Será posible que el público cubano pueda disponer de una obra como esta que, considero, imprescindible para cualquier estudiante de Periodismo e incluso para los ya profesionales?
Cuando éramos estudiantes de la Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling” teníamos un gran profesor, Julio Lagomasino López, que fue uno de los primeros y grandes fotorreporteros cubanos, además de grabador, reportero, administrador y hasta director del diario Hoy que era editado, en su época, por la empresa del periódico El Mundo.
En las clases, él disfrutaba contando anécdotas de los reporteros gráficos de su época, unas veces para amenizar sus conferencias y otras para ejemplarizar conductas que debíamos imitar. A mí me interesaban muchísimo y las copiaba, pero a veces, por la rapidez, no entendía después lo que escribía. Así que opté por ir a la biblioteca tan pronto terminaba la clase y pasar las notas en limpio a una libreta con buena letra.
Fundadora y al frente de dicha biblioteca, estaba una mujer maravillosa y extraordinariamente culta: la poetisa y periodista María Villar Buceta, quien al ver mi curiosidad por la historia de la fotografía periodística cubana, me traía los libros sobre periodismo y fotografía que había en los estantes y buscaba, en otras bibliotecas, algunos textos que me pudieran ayudar. Fue la primera en animarme a escribir sobre ello.
Con los años recogimos las vivencias de los reporteros gráficos Rafael Pegudo, Francisco Pérez Recio, Tirso Martínez, Ernesto Ocaña, Miguel Ángel Díaz, Tony Martin, Narciso Báez, entre otros valiosos compañeros ya desaparecidos y también de los nuevos y exitosos fotorreporteros contemporáneos. Más tarde, ya trabajando en Granma, iba en mis ratos libres a la Biblioteca Nacional para buscar datos de la fotografía de prensa, donde me ayudaron los especialistas Zoila Lapique e Israel Echevarría.
Este cúmulo de datos, testimonios y referencias que he recogido están separados en dos partes. Una, trata de relatos y anécdotas de fotógrafos y fotografías que publiqué siempre que pude desde el 4 de abril de 1984 hasta mi jubilación, en las sección cultural sabatina “Presencia 4 y 5” del periódico Granma, animado por mi amigo Rolando Pérez Betancourt y que él tituló “Fotoayer”.
Años después, Juan Marrero, también compañero de Granma y vicepresidente de la UPEC, me brindó un espacio para mis anécdotas en el sitio de Cubaperiodista. Comencé a publicarlas el 30 de noviembre del 2007 con el título de “Grandes Momentos del Fotorreportaje Cubano” y ya he publicado más de un centenar de relatos de las fotografías noticiosas más famosas o curiosas de nuestra historia, explicando cuándo, cómo y quién las hizo. Mi intención es no dejar en el olvido a los fotorreporteros que hoy nos permiten ver una realidad pasada.
En cuanto al proyectado Libro del fotoperiodismo cubano tengo, prácticamente, terminada la etapa de la colonia y bastante adelantada la república y la Revolución. Espero finalizarlo este año o, a más tardar, a mediados del que viene.
Sé que la fotografía reclama su espacio en nuestro país. También conozco que no existe una escuela para la formación de fotógrafos, que tampoco tienen el lugar que les corresponde en los museos cubanos. Sé también que, violando el derecho de autor, se publican fotos en nuestra prensa diaria en las que aparece como autor la palabra Archivo. Pudiera darme su opinión al respecto.
Recuerdo con respeto y admiración los grandes esfuerzos que hizo Félix Arencibia para la superación de los fotorreporteros, dando clases y charlas en la Unión de Periodistas de Cuba y el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí” hasta su sorpresiva muerte. Algunos jóvenes fotorreporteros se han graduado de periodistas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, donde se estudia Fotografía como asignatura.
Creo que debía haber una escuela para formar fotorreporteros como lo hizo, en su momento, la Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling” de La Habana, la de Oriente y la de Las Villas, las cuales prepararon a jóvenes con vocación para trabajar de reporteros gráficos en los medios de prensa.
Hoy no existen ni profesores como Arencibia, ni escuelas donde graduarse. Sin embargo, el fotorreportaje ha crecido en importancia, los retos ideológicos son más sutiles y la informática es más compleja que las pasadas tecnologías. Todo avanza tan rápidamente que requiere, además, de una sólida base, una constante actualización de conocimientos para no quedarse atrás y poder desenvolverse en cualquier información que se le asigne.
Me agrada ver la obra de los fotorreporteros que exponen en la UPEC periódicamente o en otros salones importantes. Pero también me gustaría admirar una buena selección de fotografías de la historia de Cuba, de la Revolución, de la solidaridad cubana en los diversos países, de los triunfos deportivos, de los éxitos en las ciencias y que se exhibida no solo en los museos y salones de exposiciones sino en aeropuertos y centros de convenciones. ¿Y por qué no libros?
Las “fotos de archivo” es un viejo mal que padecemos los fotorreporteros. Aplaudo a los compañeros periodistas que se preocupan y siempre acreditan las fotos por respeto al autor y a la profesión. Lamento que a otros se les olvide, o les dé mucho trabajo copiar el nombre del autor que aparece escrito detrás de la foto, para añadirlo en el pie de la misma. Acreditar la foto es un derecho del fotorreportero y un deber para el que escribe los pies o la información.
¿Qué cualidades debe tener un fotorreportero?
Sobre todo tener una gran vocación. Es una profesión que obliga a involucrarte en vivo con los acontecimientos que reportas y para ello es imprescindible valerte de todo el instinto, ingenio y resistencia que eres capaz para logar una buena foto periodística.
¿Algo más que el Maestro Jorge Oller quiera añadir a nuestra entrevista?
Nada, solo expresarte mi gran alegría por acordarte de este viejo amigo y compañero. Muchísimas gracias.
Deje un comentario