Por estos días el director español Félix Viscarret está a punto de concluir en La Habana el rodaje de la adaptación para el cine de la novela Vientos de Cuaresma del escritor Leonardo Padura Fuentes, en la cual el actor Jorge Perugorría asumirá el personaje de Mario Conde, uno de los más populares dentro de la literatura cubana de todos los tiempos.
Se trata de un proyecto producido por Tornasol Films, Nadcom Production y Televisión Española que incluye además la filmación para la pequeña pantalla de las otras tres novelas de la serie Las cuatro estaciones, todas protagonizadas por este ex policía devenido investigador “por cuenta propia”, especie de antihéroe de la narrativa nacional.
En medio de los ajetreos por el estreno en Cuba de su más reciente película como director, Fátima o El Parque de la Fraternidad, Perugorría accedió a una breve entrevista para los lectores de Cubarte acerca del modo en que ha enfrentado el reto de asumir un personaje tan vivo en el imaginario popular de sus coterráneos.
“De la misma manera que enfrenté al Diego porque como bien tú dices es un gran reto. Cuando hay personajes que vienen del mundo de la literatura y que son emblemáticos en él —tanto Diego en su momento, como ahora Mario Conde— uno siempre tiene que enfrentar un gran reto como actor.
Las novelas de Padura son prácticamente una crónica de varias generaciones que han nacido y se han criado dentro de la Revolución cubana porque, aparte del género policiaco, detrás uno siempre puede ver reflejada la sociedad cubana y a esas generaciones que han crecido dentro de la Revolución, entre las que estoy yo.
O sea que Mario Conde no es solo un personaje, si no un pedazo de mi vida. Esa ha sido la esencia de este trabajo.”
¿De qué modo has ido conformando al personaje?
Ahí sí arrastré a Mario Conde a donde estaba yo, en vez de ir a buscarlo. A mi siempre me encanta, cuando tengo que componer un personaje, pues caracterizarlo físicamente, etc. Pero en el caso de Mario Conde son tantas las vivencias que compartimos, tantos los sueños, las utopías…
Mario Conde iba al Pre de la Víbora y yo al de Boyeros. Pero igual, teníamos el grupo de amigos. Nos encontrábamos con ellos para oír música. Fuimos a las Escuelas al Campo. Creíamos en todo aquello que se estaba haciendo y que después cambió porque el mundo va por otro camino.
Y Mario Conde se quedó con todas esas utopías en su cabeza. Por eso anda también un poco como yo: reinventándose. Como todos los cubanos, creo.
Pero el personaje tiene una gran carga de amargura, de cinismo a veces…
En ese sentido es más escéptico que yo porque soy un poquito más joven que Mario Conde. Hemos vivido lo mismo pero yo todavía puedo reinsertarme en todos los cambios que están ocurriendo en Cuba, integrarme a esos cambios y ser parte de ellos.
Mario lo hace, pero más lentamente. Le carga mucho el pasado ese de aquel sueño colectivo y le cuesta más que a mi.
¿Puedes dar alguna opinión del trabajo que se ha hecho hasta ahora?
Se está haciendo un trabajo maravilloso. Hay un equipo de actores cubanos de primer nivel y el director, el fotógrafo llegaron a Cuba y, como la mayoría, se enamoraron de los personajes, se enamoraron de la historia, se enamoraron de los cubanos, se enamoraron de La Habana.
Creo que veinte años después de Fresa y Chocolate y de tener la responsabilidad de hacer el Diego, Mario Conde es el personaje más interesante, con más matices, de más complejidad que he hecho en mi carrera.
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