Desde el pasado martes 10 y hasta hoy, sesionó en la capital cubana la sexta edición de la Jornada de la Cultura Cubana en Medios Digitales, que como cada año organiza Cubarte, Centro de Informática de la Cultura en el país, y que es parte de sus celebraciones por el aniversario de su nacimiento que tuvo lugar el 12 de noviembre de 1993.
La jornada esencialmente es motivo de reflexión; la relevancia y trascendencia de las herramientas digitales para el desarrollo y promoción de la cultura nacional, “están más que claras”, no obstante, por una parte lo material, que siempre nos frena, y por otra lo mental, que a veces nos frena aún más, impiden que se explote adecuadamente a nivel de sector el potencial que la tecnología nos brinda.
Pero el desvelo no abraza únicamente a las instituciones culturales “en plantilla”, -porque no hay ninguna institución más cultural que una emisora radial o un canal de televisión-, y estas entidades y otras que en su misión está la promoción cultural vista en el espectro más vasto, también tienen aún una larga marcha digital por recorrer.
El evento recapacita sobre este “cuasi infinito universo”, pero intenta además estimular a través del Premio Palma Digital a aquellos productos y medios digitales que cumplan sus propósitos con calidad, creatividad, altos valores estéticos y riqueza en los contenidos.
El ingeniero, narrador y editor Ahmel Echevarría Peré, fue este año el presidente del jurado de dicho certamen, por lo que el periódico Cubarte conversó con él acerca de estos asuntos.
¿Cuál es en su opinión el beneficio esencial que para los artistas, la cultura y sus instituciones aporta La Jornada de la Cultura Cubana en Medios Digitales?
Esta jornada no solo aporta alegría a propósito de un premio. El Premio Palma Digital, entregado en el contexto de la Jornada de la Cultura Cubana en Medios Digitales, reconoce la calidad de los portales, sitios Web y productos multimedia cubanos, -y cito casi textualmente-, que sobresalgan por la riqueza de su contenido, el empleo creativo de las herramientas informáticas y su diseño, que además favorezcan la promoción, difusión y preservación del patrimonio y el acervo cultural cubanos. A los productos premiados, Cubarte les ofrece hospedaje web, reproducción, publicación y promoción, según su naturaleza.
Por otra parte, se organiza un evento teórico en el cual se comparten experiencias relacionadas con el uso creativo de las herramientas informáticas, la creación de contenidos de calidad, estrategias cuyo propósito son potenciar la comunicación. Los ponentes son especialistas con experiencia teórica y práctica.
Desde mi punto de vista, es una muy buena oportunidad tanto para escritores y artistas, como para las instituciones interesadas en compartir y promover productos digitales de contenido cultural.
¿Qué espacio cree que llena este evento?
No pocas instituciones culturales cuentan con el mínimo de recursos necesarios para desarrollar y potenciar el uso y los medios digitales, así como los beneficios de su empleo, pero todavía habitan el siglo XX, específicamente los inicios de siglo. Quizá esta jornada sirva de impulso para generar un cambio de mentalidad, de disposición: la necesidad de migrar de filosofía y de siglo.
En el caso específico del Premio Palma Digital, ¿considera usted que sus cinco ediciones anteriores han socorrido al desarrollo de portales, sitios y productos multimedia?
Mi relación con el premio es corta. He sido jurado solo en dos ocasiones: en 2014 y 2015. Supe de su existencia en 2012 si mal no recuerdo.
No conozco en qué medida el Premio Palma Digital ha socorrido el desarrollo de los medios digitales premiados. Supongo que, tras el galardón, el devenir de los productos y medios digitales premiados haya tendido hacia el éxito y no al fracaso, porque no debe ser poca cosa el interés del Ministerio de Cultura en alentar y apoyar el uso de herramientas informáticas para, mediante herramientas digitales, promover, promocionar y propiciar el consumo de productos culturales que incidan, para bien, en el placer y el gusto de los públicos.
No quiero pasar por alto lo siguiente: está en manos de las instituciones preocuparse y ocuparse no solo por "estar" en Internet. Eso y nada es lo mismo. Debe establecerse una dinámica de trabajo, una estrategia de comunicación, pensar la propuesta de diseño idónea, lograr contenidos de calidad creados específicamente para este contexto –porque no es lo mismo la web que los espacios de publicación tradicionales-; para lo anterior, las instituciones necesitan un equipo calificado. No debe olvidarse que la motivación es importante.
Más allá de premios, instituciones y eventos, sé de escritores que no han esperado por nadie. Han creado un blog, una revista digital o una web y han hecho más que muchas instituciones. Pero eso es harina de otro costal.
Usted participó también como jurado en el concurso del pasado año; ¿podría establecer una suerte de comparación en cuanto a la cantidad, calidad, originalidad y eficacia de las propuestas evaluadas en ambas ediciones?
Desde mi punto de vista, y por la cantidad de premios entregados, sin lugar a dudas la edición de 2014 tuvo mayor calidad. En la edición anterior no quedó desierta ninguna categoría, lo cual no implica que el jurado fue dadivoso. Fue tan riguroso como el convocado en 2015.
Para cada edición del premio se busca conformar un jurado que no solo analice lo que verán los públicos, también las herramientas informáticas empleadas. Diseñadores, especialistas en comunicación, programadores, personas con una presencia real y eficaz en las redes sociales, periodistas y escritores han sido parte de cada jurado convocado.
En cuanto a la cantidad de productos presentados en esta ocasión, algunas categorías contaron con mayor número de concursantes, tal es el caso de "Radio y TV en la web", pero en este apartado solo se entregó una mención. En "Multimedia" fueron menos los productos, ninguno mereció el galardón -los miembros del jurado opinan que no tiene mucho sentido estimular la producción de las multimedias en DVD) en un contexto donde las computadoras ya salen a la venta desprovistas de lectores para discos.
El detalle anterior no implica que el premio esté de espaldas a la realidad, porque se añaden categorías acordes con los tiempos que corren –las “apps”-. Me desvié del tema de tu pregunta: no importa que queden premios desiertos si puedes darte el lujo de premiar propuestas como una web dedicada a Belkis Ayón o al quehacer de la Asociación Hermanos Saíz.
Según su experiencia ¿los premiados cumplen las expectativas de la convocatoria?, ¿a cuáles de esas metas no llegan aún?
En esta ocasión, quedó desierto el premio en dos categorías. Los productos en competencia no contaban con la calidad suficiente para recibir el galardón. La decisión fue unánime.
Si la apuesta de Cubarte es potenciar el uso de la tecnología digital y los medios digitales, no puedes enviar señales erróneas a los públicos ni a los decisores. Cubarte debe prestigiar con la entrega del premio, a la vez Cubarte debe prestigiarse con los premiados.
En no todas las categorías sucedió lo mismo. Si al parecer es intenso y rico el trabajo de la Asociación Hermanos Saíz, visto no solo por el accionar de la misma tanto en la cultura como en la sociedad cubanas, porque intenso y rico es el quehacer de los jóvenes escritores y artistas agrupados en la misma, así debe ser su presencia en la world wide web.
En este caso hay una correspondencia. Tal como sucede con la web dedicada a la obra y vida de Belkis Ayón; esa labor merece el premio –el trabajo del grupo encargado de hacer esa suerte de “traducción” al contexto digital, como el imaginario de la Ayón-. De la misma manera me reconforta, supongo que a muchos también, contar con una aplicación para móviles desarrollada para La Bienal de La Habana.
No todo es color de rosa. Los organizadores del premio deben investigar cuál es el verdadero alcance de su convocatoria, porque los miembros del jurado en esta edición dudan de que los productos en concurso constituyan, sino la totalidad, una amplia muestra de lo más representativo en cuanto a riqueza de contenidos, uso creativo de las herramientas informáticas, y altos valores estéticos, tanto a nivel institucional como independientes.
Para referirnos a un tema que le es muy cercano. ¿Cree usted que en Cuba hoy se explota toda la potencialidad real de la tecnología digital para la promoción de la literatura?
No creo que las instituciones culturales, específicamente aquellas cuya razón de ser es la literatura, tengan a la tecnología digital y los medios digitales como insustituibles herramientas de trabajo y espacios imprescindibles que puedan influir o marcar tendencias en los públicos. Son, creo yo, instituciones cuya manera de operar en el contexto económico, social y cultural parece propia de principios del siglo XX, tal como la filosofía de buena parte de sus directivos con capacidad de decisión y ejecución.
Por otra parte, ¿están los recursos a disposición? Si no tienen conexión a Internet, si tu conectividad es como una pésima broma, si no dispones de un equipamiento mínimamente ideal, de un staff calificado para el mismo, si además en el colectivo de trabajo reina la apatía, muy poco o nada puedes hacer.
Si una institución no posee una vida real en el entorno virtual, dicha institución pertenece al pasado. Incluso en el contexto cubano. Esa es la realidad en no pocas instituciones.
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