José Jacinto Milanés: amor, poesía y locura


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El 16 de agosto de 1814 nacía en la antigua calle Gelabert de la ciudad de Matanzas, el poeta, dramaturgo y ensayista José Jacinto Milanés, uno de los más notables representantes del drama romántico de las letras cubanas.

Pepe, como le llamaban familiares y conocidos cercanos, tuvo una formación autodidacta; aprendió latín, francés e italiano, y desde muy joven se aficionó a la lectura del teatro clásico español; más adelante manifestaría gran influencia de Lope de Vega y Calderón de la Barca.

 Su vida y su obra estuvieron muy vinculadas a la ciudad de Matanzas, a pesar de que solo vivió 49 años, pero la mayoría de ellos en su ciudad natal, en la que desarrolló gran parte de su producción literaria.

Milanés escribe sus primeros poemas cerca de 1834, pero su consolidada obra lírica la compone de 1835 a 1843, y esta coincide con las dos etapas del romanticismo poético en la Cuba del siglo XIX; su producción se divide en tres momentos fundamentales: los poemas netamente líricos, que son los que lo ubican en un alto escaño de la literatura romántica cubana; los de corte popular, tanto humorísticos como satíricos, y los que constituyen una prédica socio-moral.

Caracterizan la poética de Milanés el aire romántico, una línea intimista, delicada, y sencilla; una peculiar manera de plasmar la naturaleza; versos de gran arraigo popular y sus curiosas obras satírico-costumbristas, agrupadas en el Cancionero de Tristán Morales.

Algunos críticos han visto a su enfermedad mental como causante de los rasgos singulares de la poesía de Milanés, más lo cierto es que el vate yumurino por locura, por puro genio, o por ambos, tenía muy claro cuál era la poesía que quería hacer, aunque esto significara romper con el canon literario al uso, y que sus piezas fueran desiguales por momentos, pero se interesaba por hacer  versos naturales y espontáneos con un tono muy personal y su propio subjetivismo lírico, donde descuellan, igualmente,  su capacidad para la imagen y la metáfora, y su acendrada cubanía.

Estas particularidades le agenciaron popularidad en los medios intelectuales de su época; algunos de sus poemas fueron muy reconocidos como es el caso de La fuga de la tórtola, La madrugada, El alba y la tarde, Vagos paseos, y el tan afamado El beso, donde Milanés expresa sus inquietudes filosófico-moralistas, el tema de la pureza; a propósito, Cintio Vitier habla de una «obsesión de pureza», en el escritor, una «constante neurótica, ligada al escrúpulo y a la culpa hiperbolizados».

Por supuesto, no puede dejar de mencionarse su emblemático poema De codos en el puente; en este el poeta hace un homenaje al río San Juan de su ciudad, y a la par se introduce en profundas meditaciones, quizás un poco adelantadas a su época, acerca de las contradicciones entre el progreso material y el desarrollo de la cultura.

En 1834 Milanés conoce y traba amistad con Domingo del Monte, quien rápidamente comienza a aconsejarle acerca de su escritura, y de libros que debía consultar; por él conoce a algunos colegas, y ya el año   1835 es el más prolífero para el autor, que recibe, sin dudas, fuertes influjos en las célebres tertulias “delmontinas” en las que participa; produce una poesía plena de lirismo apasionadamente romántico, impregnada de melancolía y ternura.

Además de poemas, también escribe, obras escénicas y algunos artículos periodísticos.

En la etapa de las tertulias de Del Monte, escribe su obra teatral El Conde Alarcos, drama que fue estrenado el 11 de septiembre de 1838 en el Teatro Principal en La Habana, por la Compañía Duclós, y que conquistó una gran acogida de público, crítica y conocedores, ubicándolo así, entre lo mejor de los dramaturgos románticos de la época.

Al año siguiente Milanés estrena en Matanzas la comedia de costumbres Una Intriga Paternal, a la que le siguieron otras piezas de menor valor, así como El Mirón Cubano, que no llegó a culminar.

Hay una arista de la creación poética de Milanés que ha llamado la atención de algunos estudiosos por el interés social y filosófico-moral del poeta, así como sus sentimientos patrióticos, pero que ha sido menos analizada.

En este sentido, el acreditado investigador Salvador Arias señala que el poema El negro alzado, donde Milanés critica la situación de los esclavos en la colonia, es el primer poema verdaderamente antiesclavista de la historia cubana; de similar significación es también El mendigo.

La vida de Milanés, estuvo también marcada por el romanticismo; según se ha contado por muchos, a los veintinueve años se enamora de su prima, Isabel Ximeno, que era una niña de catorce años, y su tío se opuso a estos amores. Parece ser prueba de ese amor imposible, su poema A Isa

Dicen que esta fue la causa de su locura que se comienza a manifestar en el año 1843 en que empieza a padecer un mutismo que le duró hasta su muerte, con ocasionales accesos de furia y sin que pudiera valerse por sí mismo.

José Lezama Lima, era de los que creía que el amor frustrado lo había hecho perder la razón, y decía que por esto «se convierte en un fantasma matancero, deja cartas en las noches fosfóricas, desaparece inapresable, debajo de un farol de medianoche».

Entre 1847 y 1851 experimentó una leve mejoría, tiempo en que escribe sus últimos versos, pero no comparables a los ya mencionados.

Milanés no escribió más después de 1851, y su estado fue empeorando paulatinamente, hasta que falleció el 14 de noviembre de 1863 en la casa que hoy ocupa el Archivo Histórico de Matanzas.

La cultura cubana ha rendido reiterados homenajes a José Jacinto Milanés; buenos ejemplos son las obras de su coterráneo, el Premio Nacional de Teatro y Premio Nacional de Literatura, Abelardo Estorino (Matanzas, 1925-La Habana 2013), La dolorosa historia del amor secreto de don Jacinto Milanés, de 1973, y Vagos rumores, de 1995.

También la admirada cantautora Marta Valdés, Premio Nacional de Música, plasmó una hermosa y conmovedora reverencia al bardo matancero con su canción José Jacinto en una de cuyas estrofas dice al poeta:

«José Jacinto,

qué suerte tuvo usted

que perdió la razón

clamando a gritos

por el único amor

antes de haber sabido

que ningún amor,

absolutamente ningún amor

es infinito»

https://www.cancioneros.com/letras/cancion/29854/jose-jacinto-marta-valdes


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