Ediciones Matanzas, en su colección “La Madrugada”, nos ofrece ahora un paseo de apreciación abarcadora de la obra de José Jacinto Milanés. Ha sido recurrente el acercamiento parcial a la obra de este poeta, unos a sus mejores poemas, otros a su teatro reconocido, en el entendimiento de que se trata de un creador en cierto modo limitado por su mundo de provincias, por sus lagunas culturales, por la enfermedad nerviosa que lo sitió y lo tomó en plena madurez expresiva.
Salvador Arias es el autor de este libro, un estudioso que ha sondeado y sopesado durante años la obra del creador matancero, que ha reunido sus obras, las ha anotado y valorado en numerosos ensayos críticos y a través de varias ediciones que nos ofrecen diversas antologías de sus obras. Esta vez se propone una valoración totalizadora de los diversos aspectos en que la obra de Milanés marca pautas fundacionales para la literatura cubana tanto en sus líneas temáticas como en los recursos formales con los que logra expresar calidades cubanas de su paisaje y conflictos centrales de la vida histórica nuestra.
Así, reflexiona sobre algunas de sus obras concretas en busca de la significación que alcanzan dentro de la historia de la cultura cubana. Por ejemplo, con el título “Características y popularidad de La fuga de la tórtola”, reflexiona por un lado sobre la antigüedad que en la lírica castellana tiene el uso de ese tópico y por el otro analiza la sensibilidad cubana con la que inscribe el clásico tema en nuestra poesía acudiendo al uso de cubanismos y asociándolo a la idea de la libertad.
Dedica también un análisis a sus poemas antiesclavistas, especialmente a “El negro alzado”, y las incidencias de la edición de ese poema que reflejan lo escabroso del tema en el medio colonial cubano, y la clara posición del poeta contra la esclavitud. Y esta es una de las líneas analíticas elegidas por el crítico que busca tejer conexiones entre las obras concretas y sus logros estéticos, la biografía del poeta y sus contextos históricos. La historia editorial de un texto puede arrojar datos precisos sobre él que no encontraremos en otra parte.
En otro de los ensayos: “Peripecias del estreno de El conde Alarcos” fija su atención en el año 1838 dentro del ámbito sociohistórico y político de Cuba y escribe:
“Pero debido a las condiciones del país hacia 1838, con un creciente auge cultural que seguía de cerca el proceso de maduración de la conciencia nacionalista, espoleada por las contradicciones del régimen colonial, El conde Alarcos constituyó un verdadero acontecimiento.” [p.102]
Y en este caso documenta la repercusión del estreno en la abundante prensa de ese momento de nuestra vida histórica.
Comenta también las piezas galantes dedicadas a dos bailarinas, con lo cual se adentra en otra zona de la sensibilidad de Milanés, ya que, por ejemplo, una de esas piezas está escrita en francés y pertenece por ello a la esfera de la cultura lingüística del poeta; analiza las relaciones de ciertas poesías suyas con los Versos sencillos de José Martí, o rastrea con cuidado ciertos aspectos biográficos en un intento por atrapar lo más cabalmente posible la imagen de un poeta cuya obra gravita aún hoy sobre la poesía cubana, sin dar signos de desvanecimiento.
En esta honda ojeada, venida de una larguísima frecuentación del autor y de su obra, concluye Arias:
“La imagen del hombre que nos queda, incluso con el misterio que oscurece parte de su vida, es la de un ser honesto, hipersensible, que buscaba ideales morales, sociales y políticos prácticamente inalcanzables en el contexto que le tocó vivir, y que fue incapaz de sobreponerse a los duros golpes que recibió. La imagen del poeta es la que nos hace volver una y otra vez a él, porque descubrió la esencia lírica de su mundo cotidiano, su universalidad perenne.” [p.61]
El libro ha sido editado por Bárbaro E. Velazco Valderrama y lo ha diseñado con fineza Johann E. Trujillo.
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