Yo era muy jovencita cuando supe de José Manuel Poveda. Estaba embriagada con los versos de Rubén Darío.
Busqué en el pasado, y supe que, después del Modernismo en Cuba, una nueva generación de poetas jóvenes y talentosos venía arribando a principios del Siglo XIX, e invadía nuestra Isla. Junto a Regino Boti, Agustín Acosta y otros, florecía José Manuel Poveda. Todos ellos también embriagados con la poesía dariana y abiertos a la poesía de José Asunción Silva. Estamos hablando de la segunda generación lírica cubana según nos dictaron los especialistas.
En el caso de Poveda, el estilo modernista lo dominaba en la prosa y en el verso, pero su reacción no se hizo esperar (1888-1926). Además de sus lógicas influencias, sus lecturas de simbolistas y parnasianos franceses lo marcaban notablemente. Todo ello lo llevó a una obra trascendental, muy personal de gran sensibilidad, innovaciones y profundas insatisfacciones.
Desde muy joven fue Poveda, un gran animador de nuestra Cultura. Su vida bohemia le facilitaba sus propósitos. Poeta, escritor, editor, animador en su natal Santiago de Cuba, abogado, conferencista y traductor. Cuba conoció en su pluma, traducciones que elevaron el nivel cultural de nuestros estudiosos y un día su primer libro, el poemario titulado “Versos precursores”, nada menos que de 1917.
Yo no podría deciros todo cuanto he sufrido.
cuál ha sido mi esfuerzo, cómo ha sido mi vida….
solo sé que estoy débil y que estoy muy cansado,
y que siento nostalgia de la dicha perdida.
Solo sé que aún de pie sobre la árida cumbre,
del ocaso rojizo al fulgor vacilante,
tiemblo , gimo y suspiro bajo mi pesadumbre
con la garra partida con el ala sangrante.
En un principio conocí de su humorismo, su franca cubanía en su notable comicidad. Pude saber más tarde que su primer trabajo impreso de humorismo político fue en La voz Pueblo. Aún niño, antes de cursar su bachillerato. Después editó El Estímulo, una revista cultural donde según cuentan publicó su primer poema en 1905. Había llegado a la Habana en 1904 donde continuó estudiando el bachillerato. Su labor editorial continuó vertiginosamente.
Años posteriores se graduó de Derecho en la Universidad de la Habana y fue un verdadero renovador de la poesía cubana. Creó para expresarse de muchas maneras, como seudónimos, siendo el de Alma Rubens el más importante. Era mestizo, un marginado, nunca se sintió libre.
Una vez dijo: Somos la sombra de un pueblo, el sueño de una democracia, el ansia de una libertad. No existimos.”
Unos versos del Sol de los humildes
Todo el barrio pobre,
el meandro de callejas, charcas,
y tablados de repente,
se ha bañado en el cobre del poniente.
Fulge como una prenda falsa en el barrio bajo,
y son de óxido verde los polveros
que, al volver del trabajo, alza el tropel de obreros.
El sol alarga este ocaso,
contento al ver las gentes, los perros y los chicos,
saludarle con cariño al paso,
y no con el desdén glacial de los suburbios ricos…….
Fue el cantor, tan rebelde como las palmas, a lo Maceo, pero totalmente desilusionado ante la realidad que le tocó vivir y así fueron sus palabras:
“La intervención extraña, frustrando el sacrificio, frustró la patria”
En su soneto “Trapo heroico”, se comprueba tristemente, su hondo sentimiento nacional:
Contra el muro, aplastado en deplorable
marco, casi mugriento, desteñido
lo enseñan. Así el trapo inolvidable
expía haber triunfado del olvido,
Así el signo preclaro de un glorioso
momento del pretérito ilumina,
semeja un buitre cínico y odioso
que exhibe las carroñas de su ruina.
Así el pendón con gesto denigrante
pregona las heridas que ha sangrado
publica los dolores que ha sufrido
Así el pendón es ya lo vergonzante
y lo trágico de un crucificado
para escarnio del pueblo redimido
Sería interesante que les dijera, que un día, Poveda nos entregó un poema que llegó a ser un antecedente del negrismo, me refiero a El Grito abuelo:
El grito abuelo
La ancestral tajona
propaga el pánico,
verbo que detona,
tambor vesánico;
Verbo del tumulto,
lóbrega diatriba,
del remoto insulto
sílaba exclusiva.
De los tiempos vino y a los tiempos vuela;
de puños salvajes a manos espurias,
carcajada en hipos, risa que se hiela,
cánticos de injurias.
La tajona inulta
propaga el pánico;
voz de turbamulta
clamor vesánico.
Canto de la sombra, grito de la tierra,
que provoca el vértigo de la sobredanza,
redobla, convoca, trastorna y aterra,
subrepticio signo, ¡eh!, que nos alcanza,
distante e ignoto,
y de entonces yerra y aterra y soterra
seco, solo, mudo, vano, negro, roto,
grito de la tierra,
lóbrega diatriba,
del dolor remoto
sílaba exclusiva.
Aquí tiene querido lector, a José Manuel Poveda. Su historia es nuestra historia. Dicen que había tratado de encontrar en el Grupo Nacional de Acción del Arte, una vía para salvar la cultura de su pueblo pero comprobó que allí nunca podría lograrlo, los pobres no contaban, ni la independencia de la Patria se podría lograr.
Son muy deprimentes sus palabras en aquellos caóticos tiempos:
“Después de todo sería inútil: no podría prescindir de mí mismo. Y por ahora, no hay realmente acción posible. Estamos aherrojados por dobles cadenas. No somos independientes. No somos sino una factoría colonial, obligada a trabajar, y a dar su cosecha y su fruto compelida por el látigo.
Murió muy joven en el año 1926, en Manzanillo, donde entregado a su profesión, trabajaba intensamente.
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