“El intelectual no puede dejar de ser político,
sin que por ello tenga que dedicarse, primordialmente,
a la política, porque eso depende también
de las facultades personales”.
Juan Marinello
En la figura de Juan Marinello convergen dos apasionantes fortalezas: la de servir a la Patria y la de ser protagonista notable dentro del Arte y la Cultura de un país que ha crecido con el apoyo del pensamiento de hombres como el poeta, investigador, brillante ensayista, revolucionario y embajador de la Revolución cubana, que en un aniversario más de su nacimiento recordamos.
A este destacado intelectual cubano, nacido en el pequeño poblado de Jicotea, provincia de Villa Clara, licenciado en Derecho Civil y en Derecho Público, lo caracterizó un profundo sentimiento por la justeza y por la gesta de la Revolución, un proceso que protagonizó con su participación en la Protesta de los Trece, hecho que marcó su expresión y su lucha incansable contra los gobiernos que asediaban a Cuba y la ponía cada vez más al desamparado y la injusticia.
Es recordada su lucha contra los gobiernos de Alfredo Zayas, Gerardo Machado y Carlos Mendieta, así como sus actividades contra la dictadura, acciones que lo llevaron a prisión y al exilio.
Desde muy joven su vocación de servir a la Patria queda evidente cuando preside el Militante comunista, presidió el Partido Unión Revolucionaria y el Partido Socialista Popular, además de ser delegado a la Asamblea Constituyente de 1940, representante a la Cámara, Senador de la República, vicepresidente del Senado y candidato presidencial a las elecciones de 1948.
Tras el triunfo de la Revolución fue Rector de la Universidad de La Habana, una labor que pudo haber tenido su génesis en el acercamiento que tuvo con el líder estudiantil Julio Antonio Mella en el movimiento por la Reforma Universitaria, y en la creación de la Universidad Popular José Martí en la cual establece el diálogo con otro de los líderes más importantes de la Revolución, Rubén Martínez Villena. Y si mucho hizo, desde su pensamiento y acción revolucionaria, sus aportes en el ámbito cultural.
Juan Marinello es considerado uno de los revolucionarios que más contribuyó en la formación del sentimiento antiimperialista e internacionalista del pueblo cubano.
Periodista agudo y sagaz reflejando en sus propuestas un altísimo conocimiento de la Política y la ética, combinación que lo acompañó siempre. Martiano por excelencia, no cesaba en su intención de hacer extensiva la obra del apóstol y la importancia de tenerlo presente, en cada uno de los procederes como única forma de ennoblecer el alma y de aprender a interpretarlo y tenerlo como guía.
Esto, junto a las influencias de Marx y Lenin, le permitió tener una visión de la política como expresión de la cultura, y a su vez propuso la cultura como una manera de hacer política. Desde su estirpe martiana y su vocación de servicio a la Patria, el arte y la cultura representó al Movimiento Cubano por la Paz en importantes eventos internacionales como los efectuados en Varsovia, México, Budapest, Bruselas, Helsinki y Berlín.
Tuvo la oportunidad de ser líder de la delegación cubana a la Conferencia de los Pueblos, efectuada en la Habana en 1962. Uno de sus significativos aportes que evidencia su obra desde la pedagogía, el fomento de la educación para la cultura fue la creación de la Facultad obrero campesina Julio Antonio Mella.
Dirigió o colaboró en importantes publicaciones progresistas latinoamericanas y europeas, como la Revista de Avance (1927-1930), de gran significación en la vida cultural, fue editor de numerosas publicaciones y creador de relevantes periódicos voceros de las masas trabajadoras cubanas.
Los títulos Liberación: poemas (1927), Juventud y vejez (1928), Sobre la inquietud cubana (1930), Americanismo y cubanismo literarios (1932) Ensayo en entusiasmo (1933), Momento español (1937), Actualidad americana de José Martí (1945), entre otros textos que hoy forman parte de los estudios que evidencian el camino recorrido por la nación cubana.
Sobre Juan Marinello Raúl Castro Ruz expresó: “Ha sido un hombre de su tiempo, porque ejerció su alta estatura intelectual y su fina sensibilidad artística, como Rubén Martínez Villena, sinceramente ajeno a vanidades y reclamos; porque se mantuvo siempre fiel a su propia obra, y como en ella, no pugnaron nunca en su conducta el mérito con la modestia, los honores con la humildad. Al servicio de la Patria, el arte y la Cultura… el pueblo cubano siempre lo recuerda”.
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