Juan Roberto Diago


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Deidades africanas, una especie de amuleto que le acompaña y forma parte de una vida que se fortalece ante la realidad de tantas culturas, a pesar de no haber sido esta la formación artística que recibió durante su paso por las academias. Un arte vinculado a las experiencias de infancia, dispuesto a reflejar la historia y sus acontecimientos, son la base del hacer de Roberto Diago; un artista que experimenta con elementos de cultos populares, donde se multiplican las respuestas para confrontar al público a través de la realidad social.

Carencias de todo tipo abundaban en el llamado “Período Especial” cubano de los años 90 del siglo XX. Estos fueron momentos importantes en la obra de Diago, pues a pesar de que los creadores estaban condicionados más por las necesidades que por las preferencias artísticas, Roberto tuvo que adaptar su hacer a lo que pudiera encontrar o lo que es lo mismo, materiales reciclados. En tanto, la solidez alegórica que adquirieron los materiales que utilizaba, se convirtieron en un compromiso y una característica recurrente en su obra. Entonces, aparecen latones de petróleo, trozos de madera, botellas de plástico, metal oxidado, entre otros.

Diseño de cajas de luces con sonidos, dibujos, acuarelas, pinturas e instalaciones forman parte de su hacer, y aunque se graduó de escultura, lo cual hace poco, sus telas fungen como una especie de collages. Pedazos de sacos y cintas juegan con luces, sombras y otros detalles que particularizan sus pinturas y que le dan una textura escultórica que usa como una suerte de reafirmación de la propuesta, pues la tridimensionalidad que pueden alcanzar sus piezas lo seducen.

Pinceladas gruesas y seguras desafían el poder del color en el gran plano. Rojos, verdes y amarillos intensos, se mezclan en ocasiones con las funciones del negro, el ocre y el blanco en una especie de conspiración. Experimentar con los espacios, imprimir a sus piezas la fuerza y la energía que le transmiten sus motivaciones y recuerdos, componen una estructura en la cual descarga sus emociones y la temática de lo que le parece representativo.

Lo popular, elementos circunstanciales, imágenes llenas de contrastes y disconformidades, resurgenen donde la ironía otorga a los trabajos un nivel otro. Obras que tocan con frecuencia un lenguaje anecdótico y figurativo, pero también presentan la complejidad de un proceso cultural en que el eje central es la esclavitud, el Caribe y su mestizaje.

La representación de cuerpos negros y la acertada exposición de textos e imágenes, forman parte del aporte temático de este artista que nos presenta una gran fuerza creadora. Trabajos de diferentes etapas narran problemáticas y anhelos de justicia social, pues buscando mayor comunicación con los públicos, Diago desarrolla una divulgación a través del graffiti , al cual incorpora  expresiones de contenido político, social y religioso.

Sobre el graffiti refirió: “No se trata de que busque las palabras porque me falte fuerza en la imagen. Me gusta compartir la experiencia popular en mi obra. Eso que llevo en la sangre lo he puesto en mi mundo creativo. He tratado de impregnar una tradición plástica académica y occidental, de esa racha de viento que está en la esencia de mi vida.”

Estableciendo una poética discursiva donde los textos reafirman la imagen, Diago se apropia de símbolos que redibuja una y otra vez, y que recrea en un universo desigual e ininteligible. Frases traídas del acervo público, recubiertas de la personalidad y la idiosincrasia del cubano se revelan, siendo propias de una naturaleza reflexiva y de la frescura que como insulares nos caracteriza.

La memoria histórica es otro de los pilares y tópicos que dentro de su obra instauran un interés por los eventos personales y colectivos, como recurso permanente, en donde su cultura y su raza, forman parte de la proyección artística. Una propuesta visual en el que el discurso circunda los predios de la base de nuestra naturaleza, tomando como centro de toda su obra, al hombre y su esclavitud.

Piezas que toman como punto de partida la edificación de espacios ideológico-estéticos. De sus remembranzas, Diago nos devuelve imágenes introspectivas y cuestionadoras que se diferencian por el valioso aporte al desarrollo y a la historia de las artes visuales en Cuba. Articular elementos nuevos que se integran y establecen una composición que entremezcla formas, colores, texturas, líneas, pero también afectos, recuerdos, huellas familiares, y en un mismo tema, las nuevas formas de esclavitud del hombre, contemporiza su alocución.

Un inquietante mundo lo identifica, depositario de una memoria que revaloriza la integración y el acervo cultural que se nutre de eventos reales. Todo ello lo vincula con acciones de la vanguardia plástica cubana, lo que le hace poseedor de logros relevantes y de una proyección de alcance internacional.


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