Con la mitad de su calendario prácticamente vencido, la XII Bienal de La Habana suscita ya reflexiones acerca de las variadas aristas que conforman un evento de este tipo, no solo de gran magnitud por el número de artistas que en él participan y la cantidad de espacios que abarca, sino además por el programa colateral que de similares proporciones origina.
Precisamente en uno de esos eventos que escapa del núcleo oficial de la cita, la presentación del catálogo de la megaexposición HB, abierta al público hasta este domingo 7, en PABEXPO, hubo ocasión de conocer los criterios de Julián González, ministro de Cultura.
¿Qué le ha parecido HB?
HB nació siendo madura porque desde su primera edición tuvo una curaduría extraordinaria. Este año fue mucho más selectiva por lo reducido del espacio, pero pienso que en última instancia esa es la intención del arte y de la curaduría: presentar lo que más vale y brilla en un momento determinado.
Esta curaduría realmente es de excelencia. Muy diversa, con propuestas bidimensionales. A veces se ha hablado en el contexto de la Bienal de que lo bidimensional ha quedado relegado. No es así. Se ve en las exposiciones en las galerías, pero se ve aquí en HB con una cantidad de obras bidimensionales de excelente factura.
Y lo que hemos coordinado en este proceso es que este tipo de propuesta no tiene por qué coincidir con la Bienal. Puede tener una aproximación más cercana para ir marcando el referente de nuestra población y de nuestros artistas.
Aquí la conjunción es extraordinaria pues puedes ver una obra de Los Carpinteros, de Yoan Capote; pero puedes ver una obra de Adriana Contino, muy joven, recién graduada de San Alejandro. Por tanto hay una diversidad generacional y una diversidad estética tremenda. Yo creo que es lo que la caracteriza, desde una altísima calidad.
¿Y la Bienal, en sentido general, qué opinión le merece?
La Bienal ha convertido a La Habana en una gran galería. Yo creo que en su concepción y en sus inicios ni los mismos organizadores se dieron cuenta de la magnitud que podía adquirir la Bienal.
Pienso que la sedimentación de toda la información cultural, la preparación, la entrega del sistema institucional y, sobre todo, lo que ha hecho nuestro país por más de 50 años en la formación de artistas y de públicos, han llegado a un punto climático y nos ha asombrado.
Pera algo muy significativo en esta Bienal es la relación especial que ha tenido el público con todas las obras de arte. Creo que el protagonista principal que ha acudido en masa a todas las muestras en toda la ciudad, pero de manera organizada, inteligente e incluso disciplinada, que aunque es un término un poco escolar tiene que ver también con la lógica del comportamiento de los seres humanos.
La gente ha entrado a las exposiciones, se acercan, se alejan de las obras. Van en composición familiar. Preguntan quiénes son los autores, se hacen fotos con ellos. O sea, nuestros artistas han disfrutado en estos días de un reconocimiento notable, sobre todo del público. Por eso digo que es un protagonista especial.
La Bienal se ha convertido en un fenómeno de masas, en un fenómeno popular, algo que en otros tiempos y en otros contextos es un fenómeno de minorías, de elites que solo pueden acercarse a este arte a través del mercado. Eso es absolutamente extraordinario.
Otra cuestión que a mi me interesa destacar mucho es la calidad de toda la propuesta nacional. Creo que nuestros artistas se prepararon en masa para la Bienal. Pusieron su talento, sus recursos. Pensaron lo que les tocaba hacer. Nadie quiso quedarse atrás y han dado una demostración extraordinaria de madurez artística y de compromiso.
Las propuestas nuestras, más allá de las tendencias, han sido buenas. Han sido en algunos casos muy buenas y, en otros, trascendentales. Es una demostración, reitero, de la entrega y de la calidad que tienen las artes visuales en Cuba.
Y por demás, toda la organización que creo que ha facilitado esa negociación permanente entre el público y los artistas. Hoy es el momento en que tenemos que seguir insistiendo en aquellas propuestas que quizás por el lugar de su ubicación no han podido ser vistas. Informar al público para que puedan moverse hacia esos lugares.
Por ejemplo: no se habla del Morro. Las propuestas que hay allí son extraordinarias. El que va a La Cabaña acaba cansado y no se llega al Morro. Vale insistir en los días que nos quedan hasta el 22 de junio en que sus propuestas son también extraordinarias, como las que están en nuestras galerías.
¿No cree que un evento de estas dimensiones nos sobrepasa como país?
Ojalá otros países del mundo puedan decir eso. La dimensión del arte en Cuba está muy por encima del desarrollo económico.
El sobrepaso viene en que esta es una estructura económica de un país del Tercer Mundo, sin recursos naturales, que ha formado cientos de grandes artistas, ha creado un público con todo el desarrollo educacional y cultural de los últimos cincuenta años .
Por tanto, cada cosa que hagamos es un reto para la economía, es un reto para el funcionamiento económico del país y sus estructuras, porque la dimensión de las aspiraciones de la población, no solo de los artistas, es absolutamente extraordinaria.
Eso también lo notas en la cantidad de público que va al Festival de Ballet, que nos superan. Lo notas en el Cubadisco, que nos sobrepasan las expectativas del público. Yo creo que ese es el reto con el cual tiene que convivir la cultura cubana y con el cual puede contribuir al sostenimiento y al desarrollo de la nación.
Limitar a un artista es absolutamente imposible porque su creatividad no se lo permite. Tenemos los artistas, eso es un lujo. Tenemos que lograr que desde nuestra Bienal se exhiban y se puedan mostrar también para el mundo.
En definitiva la posibilidad grande que tenemos en nuestro caso es tener tan grandes artistas. Y eso no solo pasa, reitero, en la plástica. También pasa en la música, en la danza, incluso en la literatura que está dominada por el mercado, pero nuestros escritores caben en cualquier contexto internacional.
Lo que tenemos que hacer es lo que hemos hecho este año: utilizar todos los espacios, todos los huequitos y aún quedan otros espacios que tendremos que utilizar en la próxima Bienal aunque estamos trabajando en el perfeccionamiento de nuestra infraestructura. Pero ojalá ese sea el reto de las próximas Bienales: buscar un espacio para cada artista.
En este caso, todo el que se lo ha propuesto ha tenido su pequeño huequito. Aunque sea en la sala de su casa y la gente lo ha disfrutado en los barrios, en la comunidad. Yo creo que ese es un reto bienvenido y muy bien aceptado por los artistas y las instituciones del Ministerio de Cultura.
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