El Movimiento de la Nueva Trova cumple 50 años, lo que determina que no es tan joven, sin embargo, tal y como le pasa a muchos mayores, su esencia y espíritu siguen frescos en algunos de sus cultores más experimentados y, claro, en los más jóvenes que aportan sus aires de renovación.
De todas maneras, el MNT merece mucha veneración; sus canciones han sido a lo largo de su vida himnos de amor, del amor grande, el amor a todo, y muchas conservan, a pesar del paso del tiempo, esa cualidad.
El MNT fue en sus primeros años un fenómeno peculiar de ruptura y a la vez veneración de los ancestros musicales; son muchos los creadores cubanos que están afiliados a este movimiento; diferentes generaciones con denominadores comunes: voz, poesía y música, para compartir ideas de revolución, rebeldía, irreverencia, compromiso, fidelidad, patriotismo y amor.
El Periódico Cubarte ha querido tributar al programa de conmemoración de este aniversario 50 del MNT, una serie de entrevistas a trovadores de diferentes generaciones, herederos todos, tanto de Sindo Garay, Pepe Sánchez y Manuel Corona, como de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y Vicente Feliú.
Entre los más populares cantautores cubanos, asociado a esta estética singular, figura Gerardo Alfonso Morejón (La Habana, 1958), autor de canciones inteligentes, hermosas y oportunas, muchas de ellas, parte indisoluble del ambiente sonoro del país como Son los sueños todavía o Sábanas blancas, dedicada a La Habana que tanto ama, a la que cantará junto a su grupo el próximo 18 de noviembre a las nueve de la noche en el Anfiteatro del Centro Histórico, por su cumpleaños 503.
Conversar con Gerardo siempre es un regalo, y hoy se lo hacemos al Movimiento de la Nueva Trova en sus 50 años.
—Su primer recuerdo del Movimiento de la Nueva Trova, ¿le llega con cuál de los fundadores?
Sin duda, mi primer recuerdo de la Nueva Trova es Silvio Rodríguez, porque con Silvio fue con uno de los primeros que yo aprendí a tocar guitarra, escuchando sus canciones.
Yo recuerdo, incluso, de niño, cuando no tenía idea de que iba a ser músico, había una canción que él cantaba y pasaban por la radio que decía «Había una bruja amiga mía y vieja/ vivía en un castillo sucio y sola/le pregunté qué parecía mi dolor/ y dijo es sed, es sed de amor». Esa canción yo la cantaba de niño, junto con canciones de Los Zafiros y de otros; mi primer recuerdo es el de Silvio.
Cuando yo estaba en la secundaria y aprendí a tocar la guitarra, tocaba canciones como Santiago de Chile, Fusil contra fusil, temas que entre el 71 y 73 existían por la misma causa de Chile y Salvador Allende.
—Cuando reconoció que quería ser trovador, ¿a quién se quería parecer?
Antes de entrar en el MNT, antes de ser un trovador y decidirme por la canción de la trova con la guitarra que era más viable y sencilla, yo oía música norteamericana y me hubiera gustado efectivamente hacer un trabajo como el que hacía Jimmy Hendrix que tenía un trío, o cosas como las que hacían Billy Joel, Elton John, es decir, como los artistas que yo conocía y adoraba del mundo, ¿no?
Hubiera querido algo así, pero aquí, cuando eso, no había ni cuerdas de guitarras, ni guitarras, ni pianos, ni baterías como para hacer un grupo, y me preguntarán, bueno, y Los Van Van, y el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, yo también me pregunto cómo fue que hicieron con los instrumentos, pero lo que yo recuerdo de la década del 70, a finales, es que muchos grupos les ponían a la guitarras cuerdas de alambres de cables de teléfonos y se robaban las bocinas de los teléfonos públicos para ponérselas a las guitarras, y toda esa calamidad, pero tiendas para comprar instrumentos para una banda…, eso jamás existió.
Cuando pensé en ser trovador, allá por el 79, el 80, ya había un movimiento masivo, se había reclutado a muchos jóvenes trovadores que se habían evaluado, y pensé que esa era la manera en que yo podía desarrollar mi música.
Así fue que entré al MNT, pero si hubieran existido las condiciones materiales yo habría sido un artista diferente desde el principio, con una pequeña banda, como lo conseguí después en los años 90, que pude tener mi propio grupo y actualmente también lo tengo.
Pero la opción real que tenía era la guitarra y la canción, y un tipo como Silvio y la Nueva Trova me dieron la posibilidad de hacer eso con orgullo, con belleza y con dignidad.
Como las canciones de Silvio eran tan bonitas, yo quería que las mías fueran así y tenía muchas referencias de él, pero también me gustaban mucho Los Beatles, que son lo máximo, todavía me gustan mucho, y Elton John y otros, pero la referencia, sin dudas, más inmediata era Silvio porque eran canciones en español, eran poéticas, porque la guitarra era osada, era una guitarra con mucho virtuosismo y en esos años 70 yo estaba tocando guitarra clásica, incluso Leo Brouwer me regaló una guitarra…
—¿Usted cree que la calamidad de la que habla, al referirse a la carencia de instrumentos musicales y otros útiles, puede haber determinado también la proliferación de trovadores de su generación?
Es posible que esa sea una razón, porque los jóvenes en los años 70, teníamos mucha influencia y mucha dependencia de la música americana que oíamos por la radio, de hecho, en esa época había muchos grupos de rock que tocaban en fiestas de quince y nosotros nos colábamos en estas fiestas para oír a Jorge Conde con Almas vertiginosas, a Los Kent, a todos aquellos grupos que llenaban las fiestas, y es muy probable que muchos de nosotros hubiéramos querido ser músicos de rock, o cantar con más instrumentos que solo la guitarra, pero era muy difícil.
Estos mismos grupos que te menciono se prestaban los instrumentos, y yo no sé cómo se colaban en Cuba teclados Vermona y otros que no recuerdo cómo se llamaban, y los instrumentos…, creo que sí, que muchos se hicieron trovadores por esto, pero de mi generación fundamentalmente, porque ya los más jóvenes tenían otra idea en la cabeza.
—¿Es Silvio el trovador que más influenció en su obra?
Es una de las influencias que más tengo, sí, Silvio es un trovador que es muy influyente, ha marcado mucho, en el continente entero y tengo mucha influencia de él, pero yo tenía también otras, que incluso las tenía reprimidas.
Cuando yo entré al MNT, renegué del rock, porque estaba buscando una sonoridad cubana, caribeña… y no quería asimilar ni incorporar el rock a mi música, pero en las armonías, tú te das cuenta, desde las primeras canciones de que sigo teniendo esa influencia ahí, visceral…
Un buen día vinieron unos músicos brasileños, entre ellos DJavan, a un festival Carifesta y ¡Me dio un mazazo!, me encantó su música, su actitud y por ahí entré en un mundo de canciones con otro concepto más allá de la Nueva Trova y de Silvio.
Después de eso sucedió que.., yo hacía cosas desde el piano porque me gusta mucho el piano y me gusta Federico Chopin, y me gustan muchos otros clásicos, pero me gustaban mucho Elton John y Stevie Wonder, y hacía otras cosas que no quería reflejar en la canción de autor, pero cuando vino a Cuba Fito Páez, con su desenfado y sus canciones, me dije ¿pero qué hago yo reprimiéndome?, y empecé a sacar esas influencias y salieron esas canciones al piano que tú conoces, como Quisiera, Giovanna…
Yo tengo mucha influencia anglosajona, mucha, tengo algunas influencias caribeñas porque un tipo tan original como Bob Marley, con una música como el reggae, que era una música de resistencia a la cultura occidental y se impuso en el mundo, obviamente tenía que penetrar en mí y de ahí hay ejemplos en mi obra.
Pero ya después me volví un devorador de música, y la influencia…, no puedo definirte quién es más y quién es menos, pero en un principio Silvio fue muy fuerte.
—¿Usted cree que los fundadores del MNT enseñaron “a pensar” a los jóvenes cubanos?
No es que enseñaron a pensar, sino que les dieron unas pautas a los jóvenes cubanos: un compromiso con la poesía, la sociedad, el arte, la belleza, esas fueron pautas que los fundadores nos dieron. Yo aprendí mucho de esos conceptos y pude refinar bastante la canción y darle una expansión.
Antes de esos existían bellas canciones compuestas en la época de la República, en todos esos años antes de la Revolución, canciones maravillosas; la canción de la trova de siempre fue la que le dio carácter cultural a la República, al país.
Ahí están esas canciones magistrales de Sindo Garay, Manuel Corona, Pepe Sánchez, que hizo la primera canción trovadoresca; además el feeling, los temas de César Portillo de la Luz y José Antonio Méndez que son eternos, unas canciones grandiosas…
Aunque Sindo había hecho canciones relacionadas con la Patria, con la Revolución que manifestaba muchos nuevos caminos de emancipación para los cubanos, salieron canciones que acompañaban esas transformaciones, como La nueva escuela de Silvio, que es una canción tremenda, la misma Créeme de Vicente Feliú, canciones preciosas que fueron expansivas y reflejaban esa realidad que era única en el continente
Latinoamericano, no había otra Revolución, y esos fueron pensamientos e ideas que nosotros incorporamos y que nos ayudó a tener una visión más crítica y amplia de la realidad en que vivimos.
—¿Cuál considera es el aporte principal del MNT a la historia de la música cubana?
Yo pienso que el aporte principal está en tratar de concatenar una continuidad de la trova que empezó con Pepe Sánchez y hasta hoy, es decir, hacer una continuidad, no hay otra palabra, y es transcendental porque es importante saber de dónde uno viene para saber a dónde va; esto por una parte, y por otra, porque le da a la cultura una elegancia y una veta creativa diferente, digamos, a la canción más ligera de entretenimiento o a la canción bailable que es un clásico porque es imprescindible, el ser humano nació para bailar y cantar.
Es que la canción de la trova es como un termómetro de la cultura y de la sensibilidad que puede alcanzar un pueblo, por eso para mí, es importante y es una pena que por razones, no sé cuáles, ni quiero analizar aquí ahora, la trova ha sido relegada siempre a los rincones siendo como es, una canción que reflexiona, denuncia, alaba, y además, a veces, los exponentes no dan la talla y la gente no está para eso.
La canción de la trova, que es fundamental, tiene que ser una ambulancia, tiene que ser una canción de urgencia para socorrer las heridas que el pueblo tiene, y tiene que ser muy honesta, muy valiente, muy sincera, y no puede ser partidista, tiene que ser una canción libre, para poderse subir en cualquier tarima, en cualquier pedestal y arrojar luz a todos.
Y como regalo para nuestros lectores, uno de los temas de Gerardo Alfonso
AMIGOS
Mis amigos eran locos de amarrar
y la clase un manicomio popular,
la pizarra era un enojo,
los cuadernos anteojos en los bolsillos de atrás.
En la época del campo era normal
el amor con las matas del platanal
y robarse los caballos
y esperar que caiga un rayo
para no ir a laborar jamás.
Y la vida nos fue separando,
los años nos fueron cambiando,
la cuesta nos hizo un lugar.
Hay amigos que veo,
otros que no sabemos su paradero, su paradero.
Hay amigos en los basureros,
amigos llenos de dinero,
amigos que están más allá.
Hay algunos que veo,
otros que no se sabe su paradero, su paradero.
Mis amigos eran dioses para mí
cuando el suelo se agrietó bajo mis pies,
cuando el amor me hizo polvo,
cuando ciego fui un estorbo,
cuando el miedo dibujaba mi fin.
Mis amigos eran locos de verdad
con la Inquisición corriéndoles detrás,
inventando mil maromas,
imponiendo nuevas modas
como faroles de la libertad.
Y la vida nos fue separando,
los años nos fueron cambiando,
la cuesta nos hizo un lugar.
Hay amigos que veo,
otros que no sabemos su paradero, su paradero.
Hay amigos en los basureros,
amigos llenos de dinero,
amigos que están más allá.
Hay algunos que veo,
otros que no se sabe su paradero, su paradero
Quizás algunos sepan de mis cantos por ahí,
quizás escapen de estos tiempos locos,
quizás la suerte les tenga unas puertas por abrir,
quizás la curda los proteja un poco.
Quizás un día no sea más tarde que temprano.
Hay amigos que duran mil años,
amigos que se hicieron daño,
que no vale la pena insistir,
hay algunos que veo,
otros que no sabemos su paradero, su paradero…
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