La pandemia del Covid-19 ha traído al debate mundial urgentes e interesantes análisis y reflexiones en torno al tema de la sobrevivencia de la especie humana en medio de amenazas muy concretas y relativamente pronosticadas, algunas de cierta manera conocidas. En primer lugar, del inminente proceso del cambio climático y sus consecuencias dramáticas sobre las transformaciones, impredecibles e ineludibles, de las actuales condiciones de la vida en el planeta: el fenómeno enunciado tiene una reconocida magnitud global.
Así lo ha confirmado por estos días la expansión imparable del Covid-19 en la gran mayoría de las naciones existentes (en total195). Aún no se conoce un tratamiento médico eficaz para la cura, y su prevención requiere de una vacuna en pleno proceso de creación, que requiere, con posterioridad, ser probada para su autorización sanitaria y legal como medio preventivo. Se predice que, posiblemente, dentro de un año, habrá un control de cierta seguridad sobre la enfermedad su expansión, letalidad y secuelas (aún poco conocidas).
Sin embargo, ¿será está la última pandemia que padezca, extermine por millones la población y paralice el sistema mundo?
De acuerdo con criterios científicos muy respetados, la respuesta es negativa. El aserto de Fidel Castro acerca de la amenaza de desaparición de la especie humana sobre el planeta, es una predicción que corre el riesgo de convertirse en realidad, en un plazo no lejano.
Al menos en estos momentos, el nuevo Coronavirus ya ha exterminado por cientos de miles a personas de todas las edades, sexo, culturas y por supuesto ataca preferentemente a los menos ricos y desprotegidos. También se dificulta el control social de la pandemia, debido a los rasgos de egoísmo, insolidaridad e indisciplina tanto social como política administrativa en sociedades (desarrolladas o no) donde se imponen históricamente los valores deshumanizados del capitalismo.
Ante los escenarios actuales y los previstos en el futuro cercano, con grandes matices de incertidumbre, es más necesario que nunca volver los ojos y los objetivos de los análisis científico sociales en la educación y formación de las generaciones de hoy y del futuro, incluyendo como tema prioritario la Cultura ambiental, no solo como una información general, sino también como una herramienta necesaria para convivir de forma distinta con la Naturaleza. También, para incrementar la percepción de las amenazas que nos plantea.
En Cuba, se abre paso la Tarea Vida como una voluntad política y de gobierno. A ella tendremos que contribuir conscientemente como miembros de una sociedad de nuevo tipo con un proyecto socialista que construye paciente y persistentemente, con gran valentía y sacrificios, no obstante los grandes obstáculos que se le interponen, las amenazas reales y las acciones que asfixian al país bloqueado por más de seis décadas.
Arrastramos, tal vez inconscientemente, y reiteramos ciertos estereotipos de prácticas y conductas que no tienen la menor relación con el proyecto de socialismo cubano. Estos provienen de otras épocas históricas (Colonia y Neocolonia), aparentemente sobrepasadas.
Desde entonces, nació la dependencia económica y comercial metropolitana, las aspiraciones a prácticas culturales, también importadas y costosas, la mentalidad de una oligarquía colonialista o criolla, aristocrática, que a veces ni tenían en cuenta el clima para decidir sobre su alimentación y la moda mejor para vestirse y calzarse.
Las sociedades cubanas autóctonas anteriores a la conquista europea, nada tuvieron que ver con tales mentalidades, o “necesidades”. Conocían la naturaleza en la que vivían y la apreciaban y respetaban, como parte de su cultura original. Al margen de los inevitables procesos de transculturación ocurridos entre pueblos y culturas distintas, siempre conservaron hasta hoy la sabiduría del trato con la Naturaleza y la disciplina para ello.
Otras manifestaciones colonialistas como la indisciplina de los funcionarios públicos y de la ciudadanía, como contrapartida supuesta; la corrupción de estos y aquellos; el contrabando o comercio ilícito, proceden igualmente de los regímenes explotadores, monopolistas, que se desentendieron siempre del verdadero florecimiento de la Isla. Todavía hoy subsisten en una minoría de población marginal, que aún es influyente debido a las escaseces que enfrentamos hasta hoy día.
Otrora, el país y su desarrollo económico fue contemplado únicamente en función del enriquecimiento metropolitano, y de los inversores extranjeros. Así, se instaló una economía exportadora-importadora que desconocía gran parte los recursos y potenciales naturales de su explotación en favor de la población local, y de la solución de algunos de sus problemas vitales.
En general, la ciencia y la tecnología tampoco fueron encargos estatales. Los bolsillos de la economía nacional, una vez constituido el estado-nación en 1902, sirvieron para enriquecer a los gobernantes corruptos y su cohorte, nacional o, se endeudaron, atendiendo a los intereses foráneos.
En la segunda mitad del siglo XIX, bajo el patronato oficial colonial apareció la primera, me refiero a la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana (1860) Con gran esfuerzo y entusiasmo de algunos ciudadanos, casi siempre por iniciativa privada, surgieron nuevas sociedades científicas y profesionales del siglo XX.
Uno de estos jóvenes entusiastas, Antonio Núñez Jiménez (n. Alquízar, 1923; f. La Habana, 1998), fundó la Sociedad Espeleológica de Cuba en 1940, dedicada a la exploración del País Subterráneo, concepto que elaboró y fue recogido, muchos años después, en su obra El Archipiélago Cubano,[i] donde expuso sobre las distintas regiones que componen nuestro Archipiélago.
El doctor Núñez Jiménez, geógrafo reconocido como el “Cuarto Descubridor de Cuba” (1995) por la Academia de Ciencias de Cuba, nos legó un valioso conjunto de obras (50 volúmenes) que contiene conocimientos y propuestas de gran interés para el desarrollo del gran potencial de recursos naturales del país. Estos fueron obtenidos como resultados científicos informados, de sus constantes expediciones dedicadas al estudio directo del medio natural y social cubano.
Uno de los problemas priorizados en su agenda de estudio y exploraciones fue el agua (Vol. 13 Las aguas, Vol. 25 Geotransformación de Cuba, Vol. 17 La Cuenca del Toa, entre otros), los recursos hídricos y sus características particulares en el Archipiélago Cubano. El estudio del río Toa y su cuenca, iniciada su primera exploración en 1945, lo recorre desde sus fuentes primarias, definiendo estas con precisión no lograda con anterioridad, hasta su desembocadura, durante 17 días,[ii] le permitió afirmar la importancia de esta corriente en la región oriental, casi desconocida hasta ese momento, describirla en lenguaje sencillo y elaborar propuestas sobre su cuenca. Este es un ejemplo, que detallaré en otros trabajos.
Me refiero ahora, al conjunto de este verdadero tesoro acumulado por Núñez Jiménez para el conocimiento de nuestro país, de sus poblaciones, hábitos y costumbres rurales porque entiendo que es poco divulgado en proporción a sus aportes, sin desconocer en absoluto la gestión excelente e infatigable de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre en este sentido.
La Cultura ambiental y la educación para lograr un comportamiento social adecuado a la misma es imprescindible para el hombre y la mujer nuevos que soñamos. Existen en Cuba las obras pioneras –algunas, desde luego, susceptibles a la crítica y actualización- para inculcar y desenvolver en las futuras generaciones el amor y el respeto por la Naturaleza e inclusive contar con la percepción y la prevención disciplinada y consciente ante sus manifestaciones, cuando ellas afectan peligrosamente la sobrevivencia de la especie humana.
[i] A. Núñez Jiménez: El Archipiélago Cubano, publicado por la Fundación Antonio Núñez Jiménez y Editorial Científico Técnica en 2014, después de su fallecimiento. El doctor Núñez Jiménez, hace constar en dicha obra, que la división fisiogeográfica utilizada en ese libro ya había sido expuesta en una conferencia previa “División planetaria tridimensional y regional del Archipiélago Cubano” que él había dictado el 24 de octubre de 1981, ante la III Jornada Científica del Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de Cuba. Ver: L. J. Aruca Alonso “Cuba y sus regiones geohistóricas o culturales”, Cubahora, 20/01/20,
[ii] En esta primera expedición al río Toa y su cuenca, fue acompañado por los miembros de la Sociedad Espeleológica de Cuba, Arturo Díaz García, Julio Stiefel García y Agustín Albella Lorié. (A. Núñez Jiménez y Liliana Núñez Veliz, La Cuenca del Toa, Colección Cuba: La Naturaleza y el Hombre, Fundación ANJ de la Naturaleza y el Hombre, vol. 17, p. 86-87).
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