La cultura de la cultura


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¿Qué es la cultura y cuál su significado? ¿Qué el patrimonio cultural y la cultura patrimonial?  ¿Por qué y para qué es importante tomar conciencia de esas categorías en todas sus dimensiones? ¿Por qué resultan sencillamente trascendentales en la lucha por la supervivencia? Sobre estos aspectos se estará reflexionando a continuación.

Salvar lo autóctono, fortalecer la identidad

Es muy común observar en personas que de una u otra manera tienen en sus manos la gestión de la cultura, referirse a, u ocuparse de la  conducción de los procesos culturales restringiéndolos, fundamentalmente, al ámbito del arte y de las letras, subvalorando el resto de la obra humana, subestimando su carácter integral, educativo y estratégico y su dimensión en el plano de las ideas.

Existen cientos de acepciones del término cultura, aquí se ilustraran solo algunas, sin pretender realizar un análisis académico, es para solo tener una idea de la diversidad de aristas que este concepto encierra. 

Para Edward Burnett Tylor (1871), cultura es: “...toda esa compleja totalidad que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, hábitos y capacidades cualesquiera adquiridos  por el hombre como miembro de una sociedad”.
 
Obsérvese como ya, al menos, desde el siglo XIX se consideraba la cultura en un sentido abarcador, amplio, reflejo de la obra humana, social.

Para otros: “... es una abstracción, es una construcción teórica a partir del comportamiento de los individuos de un grupo. Por tanto nuestro conocimiento de la cultura de un  grupo va a provenir de la observación de los miembros de ese grupo que vamos a poder concretar en patrones específicos de comportamiento”. En este caso se reduce su actividad a la conducta de grupos humanos.

Otros refieren la cultura, a lo culto, lo erudito, privilegiando a una clase social supuestamente por encima del “pueblo inculto” y otros muchos enfoques y matices.

Sin embargo, la “Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales” conceptualizó esta categoría en el sentido amplio: “la Cultura... puede considerarse... como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias”.

Es decisivo que se acabe de entender que cultura es mucho más que guaracha y son, es mucho más que plástica o teatro, y es un deber social elevar la cultura de la cultura, en primer lugar partiendo de tomar conciencia en las propias instituciones culturales de su universalidad, para poder contribuir a la creación de ese saber en el resto de la sociedad.

Mientras esto no suceda se estarán desaprovechando las potencialidades educativas de la cultura para la supervivencia de los pueblos, de la diversidad cultural, de la importancia de la autenticidad de lo autóctono, para la existencia de sí mismos.

En primer lugar debe ser entendido que la cultura es un proceso, y requiere inevitablemente de un enfoque sistémico, algo que las personas, centradas en una tarea, en una Misión, pierden o nunca tuvieron la verdadera Visión de hacia dónde y cómo deben dirigir sus esfuerzos en aras de fortalecer las raíces de lo que somos. Sin caer en clichés,  en esquematismos, debe ser una ocupación permanente de la actividad cultural tener presente el carácter multidimensional de la cultura.

Valdría la pena revisar, dentro de las políticas culturales de cada territorio sus programas educativos, tanto del propio sistema de educación, así como de cultura, en virtud de fortalecer la concepción integral de la misma y su consecuente aplicación en todos los ámbitos.

Otro aspecto importante e insuficientemente bien comprendido en la práctica, es la dimensión económica. Las actividades culturales ocasionan no poco gastos y son a su vez fuente de importantes ingresos, pero lo que  no pueden realizarse a costa  de la propia cultura, es decir, a costa de sus valores, de su originalidad y autenticidad. No son escasos los casos donde se promueve un engendro de mediocridad y chabacanería, de antivalores con tal de ganar dinero.

En este sentido el Congreso de la UNEAC se ha pronunciado de manera clara y firme.  Miguel Barnet, presidente de la referida Organización ha expresado (1): “...nuestro principal desafío radica en la batalla contra los mensajes seudo culturales asociados a la exaltación del consumismo, a la desvalorización de la cultura nacional y a su intrínseca proyección universal ...en el enfrentamiento a las fuerzas regresivas que sueñan con imponer la frivolidad, el mal gusto y la ignorancia”.
 
Es decisivo que se acabe de entender que cultura es mucho más que guaracha y son, es mucho más que plástica o teatro, sin demeritar esas expresiones, pero es un deber social elevar la cultura de la cultura, en primer lugar partiendo la toma de conciencia de su universalidad por el propio sistema de cultura, para poder contribuir a la creación y aplicación de ese saber en el resto de la sociedad.

Es relevante dignificar también su carácter formador de conciencia, en la creación de valores, para que la comunidad crezca bajo el orgullo de su identidad, y en esta labor, los museos municipales o comunitarios, son abanderados en esta batalla de las ideas, junto a las escuelas y al resto de las instituciones y organizaciones locales.

Y hablando de ideas, ¿cuál es la significación de la cultura? Evalúese lo que consideran algunas importantes personalidades, intelectuales y estadistas de talla nacional y universal?

He aquí algunas reflexiones:
• El alma de la Nación. (Fernando Ortiz)
• Escudo de la Nación. (Armando Hart)
• La expresión más alta de la política. (Miguel Barnet)
• Es lo primero que hay que salvar. (Fidel Castro)
• Cada día debemos empeñarnos más en las defensas de las jerarquías, del patrimonio intangible, de la memoria,  y de la diversidad cultural. Cada día se hace más claro cómo se entrecruzan educación y cultura; una es complemento de la otra. (Miguel Barnet.)
• Parte esencial de la identidad nacional. (Armando Hart )
• Un componente... de esa calidad de vida que esperamos alcanzar, radica en la dimensión espiritual que ofrece la cultura... (Miguel Barnet)
• La cultura nutre el espíritu de la nación y hace brotar valores y formas de comportamiento. (Graziella Pogolotti).
• La cultura no es un lujo ni un ornamento, es una energía y una necesidad que cala en la vida, las actitudes, los valores más puros y los ideales del pueblo. (Fernando Ortiz)

El patrimonio cultural y la cultura del patrimonio

Existe una relación esencial entre estos términos. El vocablo patrimonio tiene también disímiles conceptos, la UNESCO en su Convención de 1972 lo distingue como:

Patrimonio cultural

Los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pinturas monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia,
Los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les da un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia,
Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico.

Patrimonio natural

“Los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas formaciones que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico.

Las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el hábitat de especies animal y vegetal amenazadas, que tengan un valor universal  excepcional desde el punto de vista estético o científico.

Los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimitadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la ciencia, de la conservación o de la belleza natural.”

El Código de Deontología del ICOM, lo sintetiza del siguiente modo:

Patrimonio cultural: Todo objeto o concepto que se considera dotado de valor estético, histórico, científico o espiritual.
Patrimonio natural: Todo objeto, fenómeno o concepto natural que una comunidad considera dotado de importancia científica o valor espiritual.

Al margen de análisis sobre la mayor o menor actualización de estos conceptos,  tanto en uno como en otro, lo común es lo excepcional heredado, lo distintivo, lo representativo y lo valorativo.

Podría a su vez considerarse que en lo que se considera patrimonial intervienen dos momentos claves que son representativos de dos culturas, la que creo la obra y la que lo identifica como patrimonio, confluyendo la objetividad y la subjetividad. Si la cultura es un constructo humano, el patrimonio también lo es y su selección y apreciación como tal dependerá de cada momento histórico y ubicación geográfica.

Entonces, en esta relación cultura-patrimonio podría ser considerado que; si la cultura es al alma de la Nación, si es lo primero que hay que salvar, entonces el patrimonio es la esencia de esa alma y sería lo primero, de lo primero, que debería ser  salvado.

Concederle su importancia, crear conciencia sobre ello es deber ciudadano. En esa tríada que es la cultura, el patrimonio y la educación se encuentra también una relación esencial de ese fenómeno que conocemos como Sociedad.

Pero no hay que esperar a una guerra militar eventual, ni al no poco probable ataque militar, ni siquiera a la preparación para esa guerra, la guerra ya está impuesta, porque impuesta, y con más que suficientes evidencias desde hace muchas cientos años, está la batalla de las ideas.

Por ello, las culturas que históricamente han pretendido dominar al mundo, gastan millones para imponer sus modos de vida, su cosmovisión, por arrancar nuestra raíces de la mente de los niños y adolescentes, y de los adultos que educan a esa juventud, por ello dirigen su atención muy en especial a los intelectuales, por ello tratan de que los pueblos, que la gente de pueblo crea en la imparcialidad de la cultura, en su apolitización, logrando en no pocas ocasiones engañar a gente honesta, pero ingenuas que no comprenden que con esa supuesta “imparcialidad”, se está politizando la educación de la sociedad, pero a su idea, pues la educación es siempre clasista.

Con ello pretenden despejar el campo de batalla ideológico de sus contrarios, para penetrar sus “huestes ideológicas” más fácilmente,  para ellos imponer la cultural del individualismo, del egoísmo, del racismo, que lo que sí ha demostrado es ser la cultura de la explotación del hombre por el hombre y por el planeta.

Contra ello, la integración de la educación y la cultura, la enseñanza del baluarte de la dignidad de nuestra Pachamama, de nuestros ancestros, de nuestros héroes, de Bolívar, de Martí, de nuestros aborígenes, de nuestro patrimonio material y espiritual, de la esencia de la cultura de los pueblos.

Entonces, no debiera abrigarse dudas: El desarme de la cultura autóctona es el suicidio del alma de ese pueblo, de esa sociedad.

Nota

(1)“La cultura: la brújula que nos debe indicar el camino”, periódico Granma, viernes 3 de enero de 2014, p.13.


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