“…hombre es el maestro que da de su ser propio a los demás…” (1), escribió “el más universal de los cubanos”, nuestro José Martí, y a alguien quien siguió su imperecedera impronta, al doctor Armando Hart Dávalos, rindió homenaje el colectivo de trabajadores y asociados perteneciente a la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU).
A Hart, a aquel hombre quien con denuedo y dedicación infinitas profundizó durante toda su vida y su obra en las causas más ennoblecedoras de la Revolución cubana, antes y después de su llegada al poder, y quien volcó pensamiento y fuerza en una de las más importantes tareas a pocos meses después del triunfo de Enero de 1959: la Campaña de Alfabetización. Denuedo y dedicación, reitero, porque como hombre culto, nacido y alimentado de ella, intuyó la necesidad de “seguir contribuyendo a una cultura política que permite a la sociedad cubana actual y a las nuevas generaciones, que son el relevo, tomarlas como base y también como escudo para la defensa de nuestra identidad y de nuestra nacionalidad en los más diversos terrenos, analizando a la vez con el sentido más universal y beneficioso para este pueblo las influencias y desafíos que en un mundo cada vez más globalizado, independiente e interconectado, debemos recibir y examinar sin prejuicios (…) La cultura se expresa en la defensa de la identidad” (2).
En la pantalla de un salón de la ACNU irrumpieron imágenes del batallar histórico-revolucionario pasado, profundamente aleccionadoras para el batallar actual y para la posteridad, con la presentación del documental Hart: Pasión por Cuba, expositivo de algunas de las facetas de su vida laboral y personal, de su inmensa obra de pensamiento filosófico, político y cultural y, en especial, de su consagración a la Revolución y su lealtad a Fidel; de su desempeño, durante años, como Ministro de Educación (el primero, tras el triunfo revolucionario) y de Cultura, además de su amplia labor como investigador, crítico y ensayista en temas referidos a las esferas de la Educación y de la Cultura; labor que le otorgó el reconocimiento de distintas organizaciones pertenecientes a dichas esferas, y de instituciones académicas nacionales e internacionales. Entre estas últimas la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Diplomáticos —como Fermín Quiñones, director de la ACNU—, académicos, intelectuales, familiares, compañeros, estudiantes, periodistas de diversos órganos nacionales y extranjeros —entre estos últimos, Pedro Martínez Pírez, Premio Nacional de Periodismo (2005)—; amigos martianos (como el hispano-cubano, Gabriel Navarrete), junto a militantes de la izquierda latinoamericana y caribeña —como el puertorriqueño Andrés Gómez, dirigente de la Brigada Antonio Maceo—, y combatientes revolucionarios —como el colombiano Rodrigo Londoño Timochenko, a quien se le obsequió el libro Cuándo me hice Fidelista, de la autoría de Hart—, enriquecieron con sus planteamientos la necesidad urgente de construir una región cada vez más unida y combativa frente a la política injerencista y neofascista de la actual Administración norteamericana.
Como bien destacara la doctora Ana Sánchez Collazo, directora del Centro de Estudios Martianos: “(…) Mucho se ha hablado del quehacer del doctor Hart y, muy específicamente, de su pensamiento creador, comprometido, y su práctica consecuente como revolucionario y martiano (…) A hombres como el doctor Armando Hart, hay que recordarlo con alegría, con admiración y nunca con tristeza”.
NOTAS:
(1) Revista Universal, México, 31 de julio de 1875. O.C. T.6, p. 289
(2) Fragmento de entrevista concedida a la periodista Astrid Barnet, del Sitio Web Cubarte. La Habana, 27 de noviembre de 2012.
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