Bajo una visión humanista y el principio pedagógico de aprender haciendo, la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños ha incentivado la creación por más de un cuarto de siglo.
El escritor colombiano Gabriel García Márquez, el poeta y cineasta argentino Fernando Birri y el realizador cubano Julio García Espinosa fundaron este centro en 1986 con la idea de desarrollar el talento de futuros creadores de América Latina, África y Asia, visión que no solo se ha mantenido, sino que ha ensanchado fronteras pues en sus aulas se ha visto reflejado también el continente europeo.
Por sus pasillos han andado jóvenes de disímiles países –un total de 60-, entre los de mayor presencia se hallan Brasil, Colombia, España, Venezuela, México, Chile y la propia Cuba.
Desde su fundación hasta el 2014, la Escuela Internacional de Cine ha graduado del curso regular a 841 estudiantes, y actualmente permanecen aquí 82 becarios del curso regular, con representación de 26 países.
“En estos momentos solo están primero y tercer año. En el 2013 no se abrió nuevas matrículas por dificultades económicas”, informa María Julia Antuña Acosta, coordinadora de relaciones internacionales de la institución. Asimismo, subraya la singularidad de la escuela de cine:
“Existen otras en el mundo pero no con la misma estructura, programa docente, concepciones desde el punto de vista ético y cinematográfico. Estudiantes de diferentes naciones comparten sus culturas, lo que contribuye al enriquecimiento cultural de cada uno”.
Por otro parte, comenta, los profesores son más cineastas que pedagogos, hacen un espacio en su agenda para aportar sus conocimientos y experiencias. “Recibimos más de 300 anualmente”.
La educación es casi personalizada pues a partir de segundo año, luego de un primero de polivalencia, los estudiantes se dividen por cátedras de acuerdo a sus intereses, de modo que quedan aproximadamente cinco discípulos por cada cátedra, explica Antuña.
Estas responden a las especialidades que ofrece el centro educativo: Dirección de ficción, Dirección Documental, Producción, Guión, Fotografía, Edición, Sonido y Televisión y nuevos medios, de reciente incorporación.
Además de este curso regular, la escuela abre sus puertas a Talleres internacionales y Altos estudios. Los primeros incluyen las mismas opciones que el curso regular, pero con una duración de cuatro a seis semanas, y los segundos, similares a cursos de postgrados, son más especializados. En adición, el centro posee un sistema de intercambio con otras universidades.
Aprender haciendo
Según María Julia Antuña, los estudiantes no deben esperar a segundo o tercer año para tomar una cámara en la mano, desde el inicio hacen ejercicios de filmaciones, lo que tributa a la indispensable combinación de teoría y práctica.
“La filosofía educativa de aprender haciendo se aplica las 24 horas”, asegura Marco Santaniello, egresado venezolano que hoy funge como profesor. Después de haber realizado muchos talleres de cine y literatura en su país, gracias al convenio Cuba-Venezuela, pudo iniciar en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños en septiembre del 2006.
“Entrar aquí marcó un antes y un después en mi vida, en cuanto a nivel profesional y en el aspecto humano. En este centro convivimos las 24 horas y se da el intercambio cultural de manera permanente. Se generan lazos que duran el resto de la vida.
Los egresados buscan alianzas para proyectos de creación posteriores. En la actualidad, por ejemplo, pertenezco a un proyecto: Best Picture System, que ha realizado dos documentales, un largometraje, videos cilps y cortos. Funciona desde el 2007 y cada miembro aporta desde su país”, comparte Santaniello.
En el 2013, el joven tuvo la oportunidad de regresar al país que había abandonado una vez graduado, esta vez como coordinador de la cátedra de Fotografía.
“La experiencia es como un nuevo aprendizaje, pues uno viene a enseñar aprendiendo y aprender enseñando. Puedo multiplicar los conocimientos, aprender lo nuevo del oficio del cine porque cada día hay que actualizarse, reencontrarme con viejos trabajadores y seguir disfrutando del intercambio cultural”, ilustra.
San Antonio, espacio más filmado del mundo
Se ha dicho en varias ocasiones que San Antonio de la Baños tiene privilegios si de filmación se trata, “el municipio más filmado del mundo” han dicho algunos.
Antuña Acosta confirma la sospecha. “En otros lugares las personas se admiran cuando ven el montaje de luces y cámaras, en San Antonio no sucede así, lo toman como parte de la cotidianidad”. ¿La razón? Las buenas relaciones que siempre han existido entre la escuela y el pueblo que la acoge. La coordinadora de relaciones internacionales rememora que cuando un ciclón se llevó el techo de la sala de video de la comunidad Pueblo Textil, los estudiantes la reconstruyeron con dinero del centro. También participan en la vida cultural de la villa del humor.
A lo que Santaniello añade que, mientras en primer año las filmaciones se circunscriben fundamentalmente al espacio perteneciente a la institución, a partir de segundo incursionan en los alrededores y el casco urbano del municipio, hasta llegar a lugares fuera de la provincia, en dependencia del proyecto, los recursos de la escuela y del propio alumno.
Las tesis, explica Antuña, se hacen en equipos donde estén presentes todas las especialidades, y se proyectan en algún cine de La Habana. En tal sentido, destaca la colaboración del Instituto Superior de Arte y la Escuela de Música.
Reflejo de nuestras realidades
Numerosos han sido los lauros que, a través de sus alumnos, llenan de orgullo a este centro. María Julia Antuña cita un ejemplo: Pablo Dotta, quien realizó la primera película uruguaya hecha en la nación, y pionera también en cuanto a participación de Uruguay en el Festival de Cannes.
La escuela fue reconocida por su método pedagógico en el Festival de Cannes con el premio Roberto Rossellini en 1993, en el Festival de Huesca con el premio Pepe Escriche en su primera edición –en el 2009- y con la Orden de Mérito Cultural de Brasil en el 2010.
Colgado en la pared de la oficina de Antuña, junto a carteles de significativos filmes, salta a la vista el juramento cinematográfico escrito por Fernando Birri. “Las imágenes pueden también matar desmoronando secretas arquitecturas de la imaginación, sepultando neuronas de conciencia bajo escombros de insensibilidad, venalidad, mediocridad”, asevera.
Hoy, como ayer, el cine y la televisión se encuentran impregnados del discurso dominante, de historias edulcoradas lejanas a la vida que late más allá de las luces cegadoras, en cualquier rincón del planeta. Hoy, como ayer, la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños apuesta por reflejar esas realidades olvidadas, y por una visión profunda y crítica de las distintas sociedades en cada continente, fiel al juramento cinematográfico de no filmar un solo fotograma que no sea como el pan fresco, un solo milímetro de cinta magnética que no sea como el agua limpia, no desviar los ojos o tapar los oídos ante lo real maravilloso y real horrible de la tierra de América Latina y el Caribe, África y Asia. Del mundo entero, se podría añadir.
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