La fundación de las primeras villas, un problema histórico


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En el curso de la presente década, varias de las principales ciudades cubanas –las llamadas “siete villas de la Conquista”- arriban al medio milenio de su fundación. Acontecimiento este trascendente y problemático a la vez, pues las circunstancias de aquellos asentamientos, la reubicación posterior de algunas de esas poblaciones y la escasez del testimonio documental dejan cierto margen de incertidumbre respecto a la exactitud de las fechas de fundación. El asunto deja, por tanto, sobrado margen para la controversia; de ella saldrá enriquecido el conocimiento de nuestro pasado siempre que el debate no se tiña de vanidad y localismo.

La Academia de la Historia de Cuba para mejor cumplir su misión de “promover, cultivar y verificar el estudio de la historia nacional y universal en el país”, ha encomendado a dos de sus Académicos de número, los historiadores César García del Pino y Arturo Sorhegui D’Mares –reconocidos especialistas en la materia- elaborar una breve síntesis de la información fidedigna relativa a los procesos fundacionales de las primeras villas, con el ánimo de contribuir al más exacto entendimiento de esa importante página de nuestra historia y al mejor tratamiento del tema en nuestra enseñanza y medios de difusión.

Academia de la Historia de Cuba

 

LA FUNDACIÓN DE LAS PRIMERAS VILLAS, UN PROBLEMA HISTÓRICO

La fundación de la mayor parte de las villas establecidas en Cuba por Diego Velázquez entre 1513 y 1515, provoca en estos días debates sobre las fechas idóneas para celebrar los quinientos aniversarios de nuestras poblaciones iniciales.

La fecha exacta de estas fundaciones es una temática harto polémica y puede provocar discusiones difíciles de dirimir. En ello influyen:

  1.   La carencia, en muchos casos, de fuentes fidedignas para establecer el dato, y el disponerse de fechas que en muchas ocasiones se han establecido por la tradición, no siempre comprobable.
  2. La dificultad de adaptación que enfrentaron los pobladores hispanos a las peculiaridades americanas para imponer su cultura, lo que ocasionó en opinión de Fernando Ortiz – en su Historia de una pelea cubana contra los demonios p. 44- el carácter trashumante que tuvieron las primeras villas, las cuales cambiaron reiteradamente su lugar de asiento original. A ello contribuyeron además diversas condicionantes sociales y la propia disponibilidad de mano de obra indígena para el laboreo, así como la rusticidad de los elementos constructivos de aquellas poblaciones que las hacían fácilmente trasladables.
  3. El hecho de que si bien los datados de fechas por parte de los procedimientos de la arqueología resultan bastantes confiables, no son capaces por ahora de darnos un apropiado grado de certeza respecto a la fundación de una villa en un mes y día específico del año.

A pesar de estas dificultades disponemos de algunos documentos útiles para dilucidar algunas de esas particularidades. Entres estos cabe mencionar, por su importancia:

Las Cartas de Relación de Velázquez, de las que han llegado dos hasta nosotros, una fechada el 1° de abril de 1514 (CDI, 1era. serie, tomo 11 pp 412 – 429, reproducida también en Documentos para la Historia de Cuba, compilación de la Dra. Hortensia Pichardo, tomo 1, pp. 63 a la 75), y otra de 1° de agosto de 1515 (CDI 2da. Serie, tomo XI; igualmente incluida en el tomo I de los Documentos compilados por Pichardo, pp. 76-82).

 La Historia de las Indias de las Casas, y sus “Memoriales”, publicados hace años en la colección Cuadernos H de la Universidad de La Habana, en una edición preparada por la Dra. Pichardo. El padre Las Casas acompañó a Pánfilo de Narváez en su recorrido desde Bayamo al territorio occidental de la isla y testimonia sobre dicho acontecimiento, tanto en sus memoriales sobre el caso cubano, como en su información al Cardenal Cisneros, en ese entonces regente de España.

La Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz de Castillo, quien junto con Francisco de Montejo, los hermanos Alvarado y otros jugaría un papel fundamental en la conquista de México y de otros territorios americanos. Estos conquistadores, procedentes de Panamá que habían abandonado por desavenencias con Pedrarias Dávila,  llegaron a Cuba en plena conquista, de algunos de cuyos pormenores ofrece Díaz del Castillo un testimonio de lujo.

Estas fuentes, entre las disponibles, ofrecen el mayor grado de confiabilidad a la hora de enfrentar el polémico tema del establecimiento de las primeras siete villas. Sobre esta base, podemos aventurar algunas precisiones en lo relativo a dichas fundaciones:

1- Con respecto a Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, aunque la presencia hispana en el territorio cubano se estima para 1510, el establecimiento de esa ciudad –que junto a Santiago son las únicas fundadas con ese rango-, no debe haberse realizado hasta 1512, sin que pueda descartarse del todo que ocurriera en 1513, en una fecha nunca posterior al mes de octubre, cuando consta la salida de Velázquez por mar hacia Bayamo.

2-  Al igual que en Baracoa, los españoles ya habían hecho presentes en territorio bayamés al asignarse a Narváez la tarea de reenviar a Baracoa los indígenas que tras su enfrentamiento a la hueste conquistadora, habían huido hacia esta zona y las alturas de Maniabón, en la actual provincia de Holguín. No obstante, valiéndose de la primera Carta de Relación, ya citada, la Dra. Pichardo establece que la fundación de San Salvador de Bayamo se realizó en el mes de noviembre de 1513. En la fuente se precisa que el sitio escogido estaba cerca de “un río grande muy bueno que se dice Yara; está a propósito para la navegación con la isla Española y la Tierra Firme”.

3-  El caso de la villa de Trinidad es una de los más polémicos, ya que casi nunca se tiene en cuenta que su primitiva fundación fue en la Bahía de Jagua, a donde llegó Velázquez luego de su recorrido desde el Golfo de Guacanayabo, de donde había partido el 18 de noviembre de 1513. Fue en el entorno de Jagua en el que Velázquez se reunió con la hueste de Narváez. En su carta, Velázquez plantea que primero se asentaron en una de las tres isletas del interior de la bahía (Cayo Ocampo según Pichardo) y establecieron un campamento, donde estuvieron varios meses. Después, “se asentaron en un muy buen río, que se dice Azimo (Arimao, según Pichardo), donde hizo trazar la iglesia y señaló solares y le intituló Santísima Trinidad”. A juicio de la Dra. Pichardo, la llegada a Jagua no se realizó hasta el mes de enero de 1514; la villa allí muy efímeramente establecida, estaba en vías de fundación el 10 de febrero de 1514. Precisa esta autora que en el mismo año de 1514 dicha villa fue trasladada del Arimao a un lugar junto al río Tayaba o Guaurabo, cerca del actual puerto de Casilda. Hay confirmación de este traslado en una carta del rey de 2 de agosto de 1515.

4- Sobre la fundación de Sancti Spíritus no nos ayudan las cartas de Velázquez, pero, en cambio, la Historia de las Indias de Las Casas resulta providencial, según consigna también la Dra. Pichardo. De acuerdo con ese testimonio, se partió del puerto de Jagua para hacer y asentar una villa de españoles en la provincia donde se pobló la que se llamó de Sancti Spíritus. Con los datos aportados por el dominico, Hortensia Pichardo estima que la fundación ocurrió entre los meses de abril y mayo de 1514, más bien en este último. Concluye dicha autora que no pudo ser antes porque Velázquez no hubiera dejado de consignarlo en su carta de 1° abril de 1514. Se conoce además que de la primitiva fundación, en un lugar que en los mapas se designa como “pueblo viejo”, la villa se trasladó en 1522 a la margen del río Yayabo.

5- Posiblemente sea sobre la fundación de La Habana de la que existan más criterios encontrados en cuanto al posible lugar de su primera ubicación. Sí se tiene certeza de que aún sin terminarse el asentamiento de la primera Trinidad en Jagua, dos grupos salieron de su demarcación para el establecimiento de dos nuevas villas: la de Sancti Spíritus, ya aludida -en la que participó el propio Velázquez- y la que sería La Habana, encargada a Pánfilo de Narváez. Casi todos los especialistas coinciden en que Sancti Spíritus antecedió a La Habana. Narváez que contó con el auxilio de un bergantín, luego de concluir un reconocimiento por Guaniguanico, se dedicó a la fundación de San Cristóbal de La Habana, hecho que se considera ocurrió entre abril y mayo de 1514. Según el autor de que se trate, el lugar escogido para el asentamiento podría haber sido en las cercanías del actual poblado de Batabanó, en la desembocadura del Mayabeque, en el poblado de la Coloma, e incluso más al occidente, en la ensenada de Cortés. Es en el proceso de fundación de La Habana donde surge la referencia, que llega a Velázquez, de la existencia de unas tierras que están “debajo de Cuba”, hacia la parte del norte, a cinco o seis leguas de navegación en canoas. Muy posiblemente el lugar aludido fuese Yucatán. Ante la posibilidad de llegar a un lugar de población más desarrollada, Velázquez solicitó permiso al rey para dirigirse a ese territorio. En carta de respuesta al teniente gobernador, Fernando el Católico le prohibió tajantemente emprender una nueva empresa de conquista y lo conminó a priorizar la de Trinidad como territorio capaz de abastecer con productos de subsistencia a la prometedora colonia de Castilla del Oro (Panamá).

6- Posiblemente la negativa del rey a Velázquez para extender la conquista hacia territorios más prometedores en la disposición de metales preciosos, estuvo entre las causas por las que se produjo un “impasse” en un proceso  conquistador que hasta ese momento había ocurrido de forma relativamente ininterrumpida. Según la Dra. Pichardo, la villa del Puerto Príncipe debió fundarse entre principios del mes de junio o principios de julio de 1515, con lo que el “impasse” al que nos hemos referido debió durar aproximadamente un año. Cabe precisar que hay constancia de la existencia de algunos españoles en el Puerto del Príncipe, pero en la carta donde Velázquez hace esta mención al rey (abril, 1514), no se precisa, en ese momento, la existencia de población alguna. En el detallado estudio sobre la fundación de Puerto Príncipe realizado por la Dra. Pichardo, se hace referencia al dato, brindado por el historiador Jorge Juárez Cano, de que la fundación se realizó el 2 de Febrero de 1514, para añadir, párrafo seguido, de que esa fecha no puede aceptarse. Se argumenta que de ser cierta, Velázquez la habría comunicado al rey en su ya mentada carta de 1 ° de abril. Asimismo dicha historiadora da noticia de la existencia de una Real Cédula dirigida a Velázquez, desconocida hasta hace poco tiempo, donde se hace la primera referencia al Puerto del Príncipe, como resultado de una carta anterior del teniente de gobernador, cuyo contenido no ha llegado hasta nosotros. De leerse con cuidado el contenido de la Real Cédula, puede suponerse que algunos españoles se hallaban en la zona de lo que sería Puerto Príncipe, pero que en esta no existía aún ninguna villa porque de haber existido lo hubiera consignado el gobernador.  

7- Otro factor a considerar es la continuidad entre las fechas de la posible fundación del Puerto del Príncipe, señaladas por la Dra. Pichardo, y la propia fundación de Santiago de Cuba, en julio de 1515. En este caso se hace evidente la  continuidad entre el asentamiento de Puerto Príncipe, de fecha entre junio y posiblemente julio, y el de Santiago poco después.

No podemos dejar de consignar que aún cuando creemos que estas consideraciones sobre las fundaciones de nuestras siete primeras villas resultan las más cercanas a lo posible, dado la índole y confiabilidad de las fuentes escogidas, siempre queda un margen de error. Para citar un solo caso, el padre Las Casas consignó en su Historia de las Indias que la expedición de Velázquez llegó a la isla en 1511, mientras que un estudio más particularizado del Dr. Fernando Portuondo del Prado, fundamento que dicho acontecimiento ocurrió más bien en 1510.

Esperamos que esta relación, realizada sin un excesivo aparato crítico para evitar entorpecer la lectura, sirva de ayuda en la harto difícil tarea de esclarecer el asunto de la fundación de las siete villas primigenias.


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