Nuestro Héroe Nacional, nació en una cuna humilde. Una estrella, la que “ilumina y mata”, quizás lo honró, guió y selló su destino al ver la primera luz en el barrio de San Isidro, uno de los más antiguos y pobres de La Habana intramuros, ubicado al suroeste del Puerto de igual nombre.
En la calle de Paula, la casa con el número 41,[i]entonces, casi al final de la vía, cerca de la muralla y del baluarte de San Isidro – un lugar poco favorecido por la higiene pública-, en los inicios de la segunda mitad del siglo XIX, tuvo su hogar la familia fundada por D. Mariano Martí y Da. Leonor Pérez. Fue allí donde, el 28 de enero de 1953, les nació su único descendiente varón: José Julián…
La forma de lenteja que caracteriza a La Habana Vieja, se va estrechando poco a poco en esa zona, disminuyendo las cuadras que conforman sus últimas calles de este a oeste: Leonor Pérez (Paula), ocho en las aceras del norte y seis las del sur, y San Isidro, seis en las aceras del norte y cinco las del sur, hasta alcanzar los límites de la urbanización al oeste, en el encuentro con las calles Fundición y Desamparados, el cierre (ahora virtual) de la muralla habanera.
La calle Paula arranca en el este, frente a la Iglesia de San Francisco de Paula, con la cual comparte su denominación. La Iglesia fue anexa al hospital de mujeres (recogidas) que existió en el lugar desde 1664. Destruida la edificación primigenia por un huracán en 1730, fue totalmente reconstruida después y apareció en el extremo oeste del primer paseo de la ciudad intramuros, la Alameda de Paula. Esta última fue creada durante el gobierno del Marqués de la Torre (1771-1777), a causa del interés del capitán general en el mejoramiento urbanístico de la capital colonial.
Antonio González de Trevejos, fue el diseñador y constructor de esta Alameda, que originalmente (1772) consistía en un terraplén entre dos hileras de álamos, con vistas al sur de la Bahía y Puerto de La Habana, se extendía desde el hospital de Paula hasta el nuevo edificio del teatro Principal, el primero de esta ciudad.
En 1841, la Alameda se benefició con un proyecto del ingeniero Mariano Carrillo Albornoz, quien renovó las baldosas de mármol del paseo y le introdujo un muro de piedra y rejas de hierro, una glorieta (inexistente en la actualidad), una fuente y una columna conmemorativa de mármol que honra a la Marina Española (1845).
Al fondo de la manzana donde se hallaba la vivienda de Mariano y Leonor, hoy Monumento Nacional, está la cruz vial formada por el callejón de Bayona (Conde de), distinguido título de nobleza de los fundadores de la pequeña ciudad condal de Santa María del Rosario, al suroeste de La Habana, fundada en 1732. En San Isidro, los condes fueron dueños de la mayor parte de los terrenos repartidos en las manzanas correspondientes.
Un poco más lejos, en la misma dirección este-oeste, encontramos la calle Merced. Justo en la esquina de la calle Cuba y Merced, aún existe otra joya de las edificaciones religiosas barrocas del siglo XVIII: la Iglesia de la Merced (1755) y su plazuela, en la esquina opuesta la flanquea Paula.
Las dos calles que cortan de norte a sur a la de Paula, definiendo la manzana donde se levanta la casa natal de la familia Martí (destacada, igualmente, como ejemplo de vivienda económica a inicios del siglo XIX), se denominan Picota y Montserrate (o, Egido). El historiador español Jacobo de la Pezuela, realizó un apunte interesante sobre la calle Picota, nos recuerda que:[ii]
(…) “Esplica su etimología el triste motivo de que en su ángulo con la calle Jesús María (a solo dos cuadras de Paula) se colocaba la picota donde ataban y azotaban à los reos sentenciados a ese castigo degradante y felizmente hace muchos años abolido.” (Pezuela: T. III, p. 75)
Por otro lado, Montserrate (también denominada Egido, por su relación con el ejido o tierra comunal, inexistente por su repartición y venta desde el siglo XVIII), nos advierte Pezuela, “se toma por calle un ancho espacio abierto que resulta entre las espaldas de las últimas manzanas de la población intramural y las cortinas de su recinto…”. También nos habla de un “paraje poco transitado” (Pezuela: T. III, p. 74)
Este ambiente urbano, donde residió Martí por algún tiempo, a pesar de la posición económica y social muy modesta de sus pobladores, transpira elementos de la cultura hispana trasladados a Cuba por la metrópoli española, en cuanto a los aspectos militares defensivos y/o represivos (murallas, picota), religiosos (iglesias católicas), espacios urbanísticos (paseo de la Alameda, plazuela de la Iglesia de la Merced, callejones, parajes poco frecuentados), amén de otros civiles, como fue el teatro Principal.
Así las cosas, puedo afirmar que en el barrio de San Isidro surgió y todavía perduran las huellas de un conjunto urbanístico de alto valor histórico artístico que incentivan, aùn más, el recorrido de visitantes nacionales y foráneos por el barrio habanero donde nació José Martí y Pérez. La invitación queda hecha.-
Nota:
[i]Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de la Isla de Cuba, por Don Jacobo de la Pezuela, Tomo III (H-), 1863, Imprenta del Establecimiento de Mellado, a cargo de D. Joaquín Bernot, Costanilla de Santa Teresa, número 3, Madrid. (entrada: Habana)
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