Sin dudas la música fue la gran protagonista de la maratónica velada que acogió el Gran Teatro de La Habana para celebrar el Día Internacional del Jazz, una seria responsabilidad que recayó sobre el talento de medio centenar de músicos de diferentes geografías que con ingenio y virtuosismo moldearon una entrega que en lo adelante quedará registrada entre los grandes acontecimientos del género.
Las expectativas eran tan altas como el prestigio de los músicos implicados en el concierto organizado por la UNESCO con el apoyo del Instituto de Jazz Thelonious Monk y varias instituciones culturales cubanas, y la ejecución estuvo al nivel gracias a un interesante programa compuesto por una selección de temas en los que se muestra la diversidad de influencias y estilos que redondean al jazz contemporáneo.
Un concierto para el mundo que transmitió un claro mensaje: el jazz tiene el poder de unir y movilizar a la gente en nombre de la paz, el diálogo y la dignidad humana, declaró Irina Bokova, directora general de la UNESCO.
La dupla integrada por el norteamericano John Beasley y el cubano Emilio Vega corrió con la dirección musical y centró el trabajo en los formatos mixtos como base instrumental y el arreglo de las diferentes piezas para mostrar que el jazz es una música viva que se adapta a cualquier circunstancia, ya sea recreando clásicos como Manteca, de Chano Pozo, y Blue Monk, interpretada a dos pianos por el maestro Chucho Valdés y el talentoso Gonzalito Rubalcaba, o le versión que de La negra Tomasa compartió el camerunés Richard Bona, en la que mostró sus claras influencias del pop y el funk, y la presencia de las músicas brasileña y del norte de África.
Como en todo buen jazz que se interprete, cada artista tuvo su turno para mostrar músculo, pues sabido es que en el género los solos ocupan un lugar de suma importancia, momentos que aprovecharon al máximo los bajistas Marcus Miller y Esperanza Spalding, el tresero Pancho Amat, los saxofonistas Igor Butman y César López; los trompetistas Till Bröner y Julito Padrón; los percusionistas Yaroldis Abreu, Oliver Valdés y Ramsés Rodríguez. Mientras que por la voz, la coreana Youn Sun Nah, la estadounidense Cassandra Wilson y el cubano Sixto Llorente “El Indio” se llevaron las palmas.
Los legendarios Quincy Jones y Herbie Hancock con su mera presencia encendieron los aplausos, el último agradecido de La Habana y sus ciudadanos por haber dado tan calurosa bienvenida a todos los implicados en la celebración del Día Internacional del Jazz.
Otro momento importante fue la intervención de Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, en la que recordó cuánto ha influenciado la música cubana al jazz, en especial la de raíces africanas, a la vez que evocó la memoria de Chano Pozo, Mario Bauzá, Machito, Chico O´Farrill, y otros músicos cubanos que con sus aportes ayudaron a moldear el jazz que conocemos hoy.
El final llegó con un arreglo de Imagine, el mítico tema de John Lennon, en el que tomaron parte todos los invitados al concierto, y que el maestro Bobby Carcassés transformó en la cubana Guantanamera, coreada por artistas y público.
A la velada asistieron el primer vicepresidente cubano Miguel Díaz-Canel, y otras personalidades del estado, el gobierno y la cultura de la Isla, así como parte del cuerpo diplomático acreditado en el país, y seguidores del jazz.
El concierto por el Día Internacional del Jazz, que tuvo como anfitrión al actor y productor Will Smith, fue acompañado con iniciativas similares en más de 190 países de todos los continentes, una clara muestra de que es un lenguaje verdaderamente universal.
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