¿Cuál fue la primera historia criolla de la Isla de Cuba que eligió a nuestra ciudad como objeto principal de su estudio y relato? Como es sabido, las evidencias indican que este lugar cimero en el tiempo corresponde al libro titulado Llave del Nuevo Mundo Antemural de las Indias Occidentales La Habana descripta: noticias de su fundación, aumentos y estado, compuesta y escrita por José María Félix de Arrate y Acosta (La Habana, 1701-Ídem, 1764) (1); esta obra fue terminada en 1761, según afirman sus prologuistas, entre ellos el de su cuarta edición cubana, Manuel Moreno Fraginals. (2)
No obstante, el propio Arrate evoca como precursora a la obra histórica inédita de D. Ambrosio Zayas Bazán —cuyo título no menciona, ni tampoco es citado posteriormente por los prologuistas y editores de Llave del Nuevo Mundo…— en cambio, el autor atestigua tal hecho, y dice que sí fue conocida por:
[…] el Brigadier D. Gregorio Guazo, siendo Gobernador de esta plaza [1718-1764] (3); pero como esta obra no ha salido a la luz, ni quedado copia de ella entre sus papeles, creo le resulta por el descuido de aquella nota, y a mí el dolor de no haber logrado un ejemplar o diseño de tan buena pluma, para no haber errado menos en el trasunto. (Arrate, 1964:7) De manera que Moreno Fraginals concluye: “A fin de cuentas esta era prácticamente la única historia de Cuba existente aunque con la limitación de estar dedicada, casi toda, a La Habana.” (Arrate, 1964: [VII])
No obstante, La llave del Nuevo Mundo… no fue impresa y publicada en su primera edición hasta 1830, aproximadamente setenta años después de ser concebida, bajo circunstancias históricas muy diferentes de las que rodearon a su autor en el origen del manuscrito. A a pesar de ello, Moreno Fraginals nos asegura: “sabemos que varias copias [manuscritas] circularon profusamente entre los grupos intelectuales de la oligarquía habanera desde fines del siglo XVIII.” Entre sus lectores más notables sitúa, en primer lugar, a Francisco de Arango y Parreño, quien “menciona esta historia varias veces en sus escritos anteriores a 1830”. Igualmente dice que “Nicolás Calvo poseía una copia en su biblioteca y que el Padre José Agustín Caballero la había leído”. (Arrate, 1964: [VII])
La edición a que me he referido (4ta edición, 1964, 270 páginas), consta de la “Mínima nota bibliográfica” de Moreno Fraginals; la “Introducción de la primera edición” (1830), hecha por la Comisión de redacción creada, a su vez, por la Comisión de Historia de la Sociedad Patriótica de La Habana, que fue la encargada de dicha edición; le sigue una interesantísima y muy sustanciosa nota de Arrate “Al que leyere”; a continuación los capítulos del I al XLIX y la Bibliografía. Aunque existen y han sido publicadas en La Habana otras ediciones en 1876, 1949, 1964 y 2005.
Amor verdadero y admiración por la ciudad capital de la Isla de Cuba y sus habitantes (blancos y preferentemente ricos) se perciben por el lector en las páginas de Arrate; “era un escrito con rancio sabor criollo” (Arrrate, 1964: [7]) comenta Moreno Fraginals.
Arrate era un criollo blanco, de posición económica y social alta, desde luego esclavista. Fue uno de los más importantes vecinos de la Plaza Nueva (actualmente Plaza Vieja); la antigua vivienda con portal público se ubica en la esquina de Muralla y Mercaderes, allí está instalado el Museo de Naipes. Por tanto, sus relaciones cercanas incluyeron a familias de gran abolengo criollo, tales como los Beltrán de Santa Cruz y los Cárdenas, por mencionar algunos.
Nuestro primer historiador, es así definido:
Por heredad jurada fue regidor perpetuo desde 1734. En 1752 fue nombrado alcalde ordinario. Durante el sitio de La Habana por los ingleses se destacó por sus eficientes servicios a España. Después que La Habana pasó de nuevo a la metrópoli española, formó parte del cabildo extraordinaario de 2 de julio de 1763 para recaudar las deudas a S.M. (ILL, 1980: 77) (4)
Igualmente, escribió un Informe al Rey y Cámara de Castilla sobre la entrega de La Habana por don Juan de Prado a los ingleses (1763), cuya referencia de publicación no he localizado aun.
En cuanto al contexto histórico que rodeó a la obra originalmente: sin duda, las décadas del 40 y 50 del setecientos fueron de gran auge económico para los ricos criollos habaneros, cuyo comercio principal, exportación-importación, estuvo regido en esos años por la Real Compañía de Comercio de La Habana fundada en 1740. Esta fue una empresa capitalista, con sede en la ciudad cuyo nombre tomaba hasta 1752, cuando fue auditada, cuestionada y debido a la comprobación de reiterados fraudes a sus asociados se decidió su traslado a Madrid.
La Real Compañía había sido fundada por un vecino habanero, Martín de Aróstegui, con la participación de los reyes españoles como parte de sus accionistas; fue administrada mayormente por los inversionistas habaneros (entre los más importantes de ellos se contaban los primeros nobles criollos con títulos de Castilla, el segundo Marqués de San Felipe y Santiago de Bejucal y el primer Conde de Bayona).
La Compañía se sostenía en base a la exportación de las hojas de tabaco —monopolizadas desde 1717 hasta 1817 por el Real Estanco del Tabaco de La Habana con vistas a cubrir el suministro de la Real Fábrica de Tabaco en Sevilla (creada desde 1610) y otros productos del país, como el azúcar; a cambio de ello adquiría, distribuía y vendía numerosas mercancías importadas desde la metrópoli —incluido el traslado de mano de obra de origen canario hacia diferentes asentamientos de la América hispana. Todo lo cual, aseguró a los socios habaneros fabulosas ganancias, amén de las obtenidas a causa del contrabando de las hojas de tabaco.
El deseo de divulgar los valores y virtudes de su patria chica y de sus conciudadanos en una coyuntura histórica especialmente crítica, tal vez estuvo entre los motivos sentimentales que inspiraron el relato de Arrate.
Por otra parte, ya se conocía y escribía sobre la Isla de Cuba en el mundo occidental; de lo existente publicado, el habanero bebió en fuentes que reconoce en su nota inicial “Al que leyere”. Destaca las siguientes: Teatro eclesiástico del Maestro Gil González; D. Pedro Cubero “en el libro de sus peregrinaciones [viajes] hizo una sucinta, pero expresiva relación, curiosos apuntes de la bondad de su puerto [de La Habana] excelencia de sus fortalezas, aseo de sus templos y hermosura de su población”; Crónica [de Nueva España] del Reverendísimo Padre Francisco de Florencia “se amplificó en describir y demostrar su benigno temple, generosa índole de sus naturales, comodidades de su célebre bahía…”; del Maestre de Campo D, Francisco Dávila Morejón, cita Excelencias del arte militar: “que ilustró esta ciudad no menos con su gobierno [1664-1670] que con sus recomendaciones y aplausos gastó muchas hojas en manifestar al orbe lo esencial que era el puerto [de La Habana] a la conservación de dos opulentisimos reinos de Mexico y Perú…” (Arrate, 1964:7)
Por último, hace referencia al Marqués de Altamira, “caballero angelopolitano, en un cuadro que aún corre manuscrito, formó en verso y prosa una breve y elegante descripción de nuestra Habana…” (Arrate, 1964:8)
Sobre el título del libro su autor aclara con modestia y honestidad:
[…] no es mi invención debida a mi voluntad y discurso, sino un glorioso epíteto con que ha querido la real grandeza distinguir y condecorar a la Habana […] como consta en las cédulas que cita D. Francisco Dávila Orejón…” [ R. C., Madrid , 24 de mayo de 1634 y R.C., Madrid, 10 de marzo 1717], (Arrate, 1964: 8)
Muchas curiosidades sobre la historia habanera contemplada y descrita con los ojos de un funcionario y político del siglo XVIII, devenido en historiador, nos revela la obra de Arrate. Acerca de ellas trataré en otros trabajos para mis lectores, rindiendo los debidos honores al cercano 500 aniversario de la refundación de La Habana, y también, porque es la ciudad donde nací, fui criada y educada y a la que siempre he amado fielmente.
NOTAS:
- Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba: Diccionario de la Literatura Cubana, Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, Cuba, 1980, tomos I y II.
- Moreno Fraginals, Manuel: “Mínima nota bibliográfica”, en: Arrate y Acosta, J. M. F.: Llave del Nuevo Mundo Antemural de las Indias Occidentales La Habana descripta: noticias de su fundación, aumentos y Estado (Edición sobre la copia manuscrita existente Comisión Nacional Cubana de la Unesco, La Habana, 1964 Año de la Economía), p. VIII. Este libro es la fuente principal utilizada por la Autora para la creación del presente artículo.
- Se refiere a Gregorio Guazo Calderón, gobernador de la Isla de Cuba. (Instituto de Historia de Cuba: La Colonia evolución socioeconómica y formación nacional De los orígenes hasta 1867, Ed. Política, La Habana 1994, p. 501.)
- Ídem, nota i
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