La importancia de escuchar a la Orquesta Aragón


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A Ud. le gusta la música qué hace la Orquesta Aragón ¿La disfruta? Seamos todos lo más honesto que podamos al responder. No importa si es a viva voz o en la intimidad de los pensamientos. No importa la edad que se tenga o los gustos musicales que se profesen.

Lo cierto es que desde hace ya ochenta y dos años, todos los cubanos conocen, escuchan y cantan –lo quieran o no—un tema de esta orquesta fundada en la ciudad de Cienfuegos en septiembre de 1939. Esa estadística, de más de siete cifras, incluye a los cubiches de segunda y tercera generación nacidos en otras tierras, incluidos lugares tan remotos como Alaska, Islandia y Katmandú.  No se debe olvidar a los que por asociación forman parte de la ecuación planteada y en sus respectivos dialectos repiten el eslogan fundamental de la orquesta que no pasa de moda: “… toma chocolate, paga lo que debes…”

Sin riesgo de exagerar; se puede afirmar que la música de esta orquesta bien puede considerarse para que la UNESCO la incluya en su lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Sin embargo; mi relación –y la de parte de mi generación y algunas colaterales—con la música de esta charanga tienen raíces familiares. Para nada me vincula un grado de parentesco  con alguno de sus integrantes pasados o presentes (no sé qué deparará el futuro). Debemos remitirnos a los años en que la radio y el tocadiscos eran la fuente principal de donde nos venía la música; ahí está el vínculo con la Aragón.

El espacio “Aragonisimo”

Nuestros padres y abuelos, sin importar el nivel educacional, la profesión o la zona de cualquier ciudad en que vivieran, consideraban a sus músicos y su música como parte fundamental de nuestras familias. Conozco historias de mujeres que suspiraron y amaron en secreto a Pepe  Olmos y a Felo Bacallao. De familias que surgieron al compás de algunos de sus memorables boleros o bailando algunos de sus danzones.

Religiosamente cada domingo en la mañana, a las 11 y 30, era común que en la gran mayoría de los hogares se sintonizara Radio Progreso para escuchar la voz de Eduardo Rosillo presentando uno por uno a los músicos de la orquesta en el momento de comenzar el espacio “Aragonisimo”; y que a coro en las casas se repitieran, a toda voz y en gustada desafinación familiar, los temas que trasmitían; o que se disfrutara de los estrenos que se hacían; uno de aquellos estrenos que más recuerdo fue un danzón escrito por el trompetista y director de orquesta Tony Taño titulado “Un real de hielo”. Corría el año 1970 y en ese mismo programa debutó con la orquesta una desconocida Argelia Fragoso que con el paso del tiempo sería una de las mejores voces cubanas de los últimos tiempos.

En otros hogares se esperaba el programa repitiendo una y otra vez los mismos discos de la orquesta mientras se hacían las labores domésticas, sobre todo nuestras madres que sabían con sus comas y puntos cada uno de sus boleros y lo bailaban abrazadas al trapeador ante la mirada atónita de sus hijos que no entendían la relación entre ambas formas de la materia. Otras veces el mismo objeto asumía la función de micrófono y alguno que otro descubrió que “la pura” tenía una voz del carajo.

Y había algunos que bailaban. Si bailaban dando el salto minúsculo del Cha cha chá. O cruzando pasos entre ellos, recordando aquel momento de la vida en que los hijos no éramos un impedimento; amoroso pero impedimento al fin, a sus demostraciones exagera, de afecto y amor.

Había quienes contaban sus leyendas, la mar de las veces fruto de su imaginación o apropiación de historias oídas, acerca de sus vivencias en algún baile que daba la orquesta. Pero la historia que no podía faltar era el haber estado esa noche allí en Radio Progreso, en su Estudio número 1, cuando estrenaron Los tamalitos de Olga,  ese tema que hoy es clásico.

En lo personal el tema que más disfrutaba entonces era Espíritu burlón. Sobre todo las pantomimas de Bacallao cuando llegaba el estribillo fundamental que rezaba “…despójate… despójate…”; las pocas veces que les vi ejecutar ese tema en la TV.

Fue, igualmente, en esos años que más de una vez se cruzó en mi camino el ómnibus marca Robur, de fabricación alemana, con el nombre de la orquesta estampado en letras negras; y que tuve frente a frente a Rafael Lay, a Richard Egües y al mismísimo Felo Bacallao. Si porque un signo distintivo de la Aragón, lo mismo que de Pello el Afrokán, era que poseían transporte propio de su orquesta. Un lujo que años más tarde retomaría la orquesta Original de Manzanillo, una charanga hecha a la medida de La Aragón.

Pasaron los años. Me crecieron el bigote, la barba y los pelos en las axilas –nuestras abuelas le llamaban el sobaco a esa parte de nuestra anatomía y eran los únicos que los varones no se afeitaban—y un buen día tuve la suerte de entrar a ese templo de la música cubana llamado Fonoteca de Radio Progreso y tuve entre mis manos la ficha de la orquesta Aragón debidamente catalogada por años, géneros musicales, discos grabados, figuras las que había acompañado,versiones de los temas más populares, presentaciones en vivo y un largo etc. Sorpresa: eran al menos trecientos temas y unas cien cintas de una hora aproximadamente y cincuenta metros de largo. Es decirtres mil horas de música agrupadas y cinco mil kilómetros de longitud. Lo que equivaldría a estar dos cintos ocho días con 33 segundos ininterrumpidamente ara poder escuchar esa música y conllevaría cinco viajes de una punta a otra del país.

Impresionante

Pero la Orquesta Aragón era, y es, mucho más que esa tradición en que muchos han querido enmarcarla. Sus músicos, y en especial su director Rafael Lay, se abrieron en los años sesenta y setenta a las corrientes innovadoras dentro del son. No siempre con mayor fortuna. Sus propuestas, llamase ritmo Chiquichaca, guachipupa, mozancha o chaonda, no cuajaron del todo en el público que a pesar de ello no les negó respaldo y mantuvo su militancia musical.

Otra virtud de sus músicos y de su repertorio fue y es no tener miedo a hacer versiones de temas populares de otras agrupaciones y cantantes; o el hecho de abrazar corrientes de moda; eso si sonando a orquesta Aragón. Esa habilidad es motivo más que suficiente para dejar en el pasado sus esfuerzos innovadores y asumir el papel de fanático de un sonido que ha logrado soportar y superar el paso del tiempo.

A estas alturas de la vida, cuando las canas prematuras, la hipertensión arterial acompañada de su coctel de medicamentos y otros males propios de la vida moderna nos definen el futuro me sigue sorprendiendo la vitalidad de una orquesta que ha hecho de toda la música cubana un patrimonio inigualable, que es asumida por la gran mayoría de los músicos como patrón y fuente de inspiración o a la que los más jóvenes se acercan desde sus dinámicas; o que simplemente es cita obligada de cuanta bibliografía o libro se escribe sobre nuestra música.

Eso solo lo ha logrado esa orquesta fundada en 1939 por el carpintero Orestes Aragón, un hombre que no imagino que su apellido fuera definitorio cuando alguien quisiera definir la eternidad de una charanga.

Volvamos entonces al comienzo de estas líneas: a Ud. le gusta la música que hace la orquesta Aragón. Mejor no responda. Disfrute cualquiera de sus temas y después hablamos.

Relacionado con:

http://www.juventudrebelde.cu/cultura/2010-03-06/aragon-aragon

http://cubarte.cult.cu/blog-cubarte/orquesta-aragon-bandera-musical-de-cuba/


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