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La Masterización Fonográfica


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Este artículo, pudiera juzgarse de alta especialización e incluso, difícil de entender para los que no están familiarizados con el complejo proceso de las grabaciones, pero por el valor que posee, es importante para los músicos y los que simpatizan con estar informados de estos métodos de fijación de sonidos, por eso tratamos de describir algunos de los detalles de esta tan compleja elaboración, a la que todos estamos vinculados por el simple hecho de disfrutar la música, quizás la pasión más común en el ser humano.

La llamada masterización en el mundo fonográfico, ya que el término se usa también en otros medios del campo audiovisual —desde la radio hasta el cine— existe desde que comenzó la reproducción en serie de los fonogramas (discos, cassettes, CD o piezas digitales para Ipod, etc.) en los distintos soportes que han pasado por la historia, porque —en definitiva— se le llama así al proceso de terminación de un master o matriz, o sea, el último proceso para obtener el “disco maestro”, dependiendo de la tecnología que se use, del cual se van a obtener las reproducciones para la venta con la mayor calidad posible, para ser escuchados en los distintos tipos de reproductores que hoy en día existen.

Nosotros en Cuba tenemos, porque todavía se conserva en los estudios EGREM de San Miguel, entre Campanario y Lealtad, la máquina de corte de placas o discos maestros que, ya terminados y examinados, se enviaban a la fábrica de discos de vinilo en la Autopista del Mediodía, para la confección  del molde para la reproducción en serie del título que fuera. Posteriormente, vino el cambio de tecnología al disco compacto, proceso que fue violento para el mercado en muchos países y llevaron a la quiebra y/o venta de varias compañías y fábricas que no pudieron enfrentar el costo de los cambios de fabricación computarizada.

Con la llegada del CD como soporte más popular y práctico que acaparó el mercado, junto a la tecnología de producción digital, aumentó la variedad de recursos que ya se utilizaban desde hacía tiempo, como las cámaras de eco, reverberación y otros. La tecnología en su avance, enriqueció los “efectos” que contribuyen a embellecer el sonido, que se fueron haciendo indispensables.

Antiguamente había que grabar a la orquesta completa, pero gracias a la existencia de las grabadoras “multipistas” hoy en día se graba de forma independiente, por poner un ejemplo simple, lo que se llama “la base”, que puede estar compuesta por piano, bajo, batería, y quizás tumbadoras, con alguna voz de referencia no definitiva, que sirva de guía; después metales o cuerdas, percusión menor, otro momento para los coros, que pueda llevar y por último la voz o voces de los cantantes, cada elemento de estas especialidades en distintas pistas, que se graban de forma independiente para después unirlas armoniosamente y con buen gusto en el llamado “proceso de mezcla” que, debido a la existencia de estas grabadoras multipistas, posibilita el cuidado de controlar el volumen y acople de cada instrumento o grupo de ellos, para lograr el sonido de agrupaciones que tocan juntos en un concierto, pero con un nivel de cuidado y rectificación muy superior instrumento por instrumento.

Los llamados efectos o samplers y programas creados a tal fin como los compresores, el “Melodyne” entre otros programas que son capaces de afinar nota por nota, hasta lograr artificialmente interpretaciones totalmente afinadas en cantantes que no poseen tal virtud e incluso a los más afinados, que pueden no dar la nota exacta, pero que el grado de interpretación merece dejar esa versión y enmendarla con los instrumentos que existen para ello, posibilitan un grado de acercamiento a la perfección que, en dependencia de la habilidad del grabador, produce una obra sin defectos a señalar, y de no ser por esos recursos saltarían notablemente a la vista.

Ya en la mezcla se va buscando el timbre acorde al mercado, estilo o costumbre de la región, música o país en cuestión, por ejemplo hoy en Cuba en la música bailable, se ha ido buscando un sonido standard más acorde con el mercado, pero hay características en la presencia de la percusión y el sonido de los metales, que se pueden diferenciar en cuanto a estilo y costumbre de cómo mezclan la música bailable muy parecida, pues desciende de la música cubana en sus raíces, la salsa puertorriqueña, o la bachata dominicana.

La masterización hoy en día, es el proceso que iguala el sonido entre pieza y pieza, donde muchas veces se hace necesario ajustar algunas ecualizaciones (frecuencias de reproducción de un sonido con el fin de igualarlo y/o mejorarlo con respecto a su emisión original) para corregir defectos de la propia sala de mezclas —monitores de baja resolución, resonancias en determinadas frecuencias, el “efecto peine” producido por la interferencia de la consola, etc.—, para que exista una fluidez independientemente que sea un disco variado que utilice ora metales, después cuarteto de cuerdas o voces a capella y gracias a este proceso, puedan escucharse sin graduar el volumen o adaptar la ecualización gráfica de los aparatos que la tienen, las piezas grabadas y gracias a ella, a la masterización, hay un sonido y volumen uniforme en los distintos números que componen el disco o soporte que fuere. La masterización puede darle mayor presencia al volumen del fonograma, puede influir en los “picos” del sonido  e incluso simular momentos de mayor intensidad mediante la gama amplia de recursos existentes hoy en día y preparar la nitidez de sonido, según el mercado y género que se trate, lo que la hace vital para la oferta comercial del producto.

Los especialistas más avezados piensan que el técnico de grabación no debe realizar el proceso de masterización, aunque no quiere decir que no pueda hacerse, pero el enunciado profesional de los expertos, dice que no es correcto porque el mezclador y grabador va a llevar a la masterización su concepto de mezcla, posiblemente viciado por la repetición de los números musicales, inevitable en el proceso de mezcla, mientras que el especialista en masterización la va a conformar teniendo en cuenta las sutilezas que pueden realzar la calidad y hacer la diferencia entre una mezcla que puede estar bien efectuada, pero que no llega a la categoría de un trabajo realizado con la mente fresca y el oído alerta, más los equipos señalados para lograr la excelencia.

Este proceso puede realizarse con equipos que no son realmente caros, gracias a la abundancia de programas que pueden utilizarse desde ordenadores sin grandes recursos, pero si estamos hablando de una real capacidad profesional es necesario, en primer lugar, contar con un sistema de escucha de referencia, una sala especialmente acondicionada, equipos procesadores de audio de alta resolución —sobre todo los mejores convertidores AD/DA (analógico-digital / digital-analógico) posibles— y el concurso de un especialista con el debido entrenamiento, que aportará esas sutiles mejoras al sonido de la mezcla final.

Luego se colocan los diferentes temas en el orden deseado y con el tiempo de separación entre cada uno (por lo general, dos segundos entre número y número) y se conforma el disco maestro o  máster que mencionamos —idealmente para disco compacto usando el “Protocolo de Descripción del Disco”, DDP por sus siglas en inglés, el formato profesional para envío de los datos de un fonograma internacionalmente aceptado, aunque se admite el CD-R (Disco común grabable o Compact Disk-Recordable) a pesar de su propensión a errores— que luego será replicado en la fábrica para su posterior distribución.

A pesar de que el producto se da por terminado una vez entregada y aceptada por los productores —la masterización como proceso final—, cuando la matriz o disco maestro, o sea el master, llega a la fábrica, el primer paso antes de registrar los datos en el proceso computarizado de fabricación, es pasar por una revisión y/o ajuste que se le llama “masterización de fábrica”, para la comprobación de la nivelación del sonido y su coherencia con el proceso de fabricación de la compañía en cuestión, que se guía por los parámetros internacionales establecidos, así que estamos en presencia de una revisión y corrección más.

Si mal no recuerdo, el primer programa para masterizar que se utilizó en Cuba por la EGREM fue el “Sonic Solution” que ya no se fabrica, y se dedicó uno de los espacios del vetusto estudio de San Miguel para su uso, después se han obtenido mejores programas y se ha acondicionado la sala, pero hay que tener en cuenta de que se trata de la adaptación de un lugar no concebido para este tipo de proceso. Como espacio concebido desde los planos para la fabricación y mejor preparado para masterizar, creo que aún el único es el estudio que posee Abdala para estos fines, una instalación a la altura de cualquiera para orgullo de los cubanos.

A veces dicen que lo perfecto es enemigo de lo bueno, pero en el caso de los fonogramas, o sea, esos productos que tienen tanta variedad de formas para ofrecer el talento del ser humano a través del sonido, no se puede olvidar su carácter impresionante de “máquina del tiempo”, que nos es tan útil para comprender la leyenda de Enrico Caruso, o ser testigos de la primera voz de una cubana grabada en cilindro de cera, la soprano “Chalía” Herrera y maravillarnos con la extraordinaria musicalidad de Benny Moré o la genialidad de Arsenio Rodríguez, por eso vale la pena el esfuerzo, sobre todo tomando conciencia de que estamos legándoles a los futuros melómanos allende el tiempo, la oportunidad de comprobar lo que ha sido Van Van, Silvio, Pablo, Leo Brouwer y todo el talento de esta Isla hermosa, que tiene la obligación de dejar ese tesoro a la Humanidad.


 

Notas del autor


(1) Referencias del especialista Bob Katz; Artículos del productor y grabador Fernando Arroyo en Internet y un profundo agradecimiento a la colaboración especial del Jefe de Masterización de los Estudios Abdala, Víctor Cicard.


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