En la historia de la humanidad las plantas han sido un instrumento de censura y poder, tal y como lo describe la artista mexicana Dulce Chacón con diversas obras en la exposición colectiva Caminos que no conducen a Roma con sede en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, como parte de la 14 Bienal de La Habana.
“Vemos allí una instalación de dibujos, 60 en total, realizados en tinta sobre papel. Son retratos de plantas endémicas, nativas de México, Mesoamérica y del continente americano”, asegura la creadora.
Cada pieza contiene una explicación sobre una determinada planta y sus diferentes usos, en lo que respecta a cuestiones alimentarias, medicinales, religiosas y simbólicas.
“Este tipo de niveles me interesan mucho”, precisa Dulce Chacón, “porque tienen que ver con la idea de los males culturales como el mal de ojo, el mal del susto, el mal del aire. Son sintomatologías que, si bien se sienten en el cuerpo, no tienen una razón específica o determinada”.
Para la creadora mexicana lo fundamental es develar el vínculo ancestral entre las formas de la naturaleza y el hombre. Al respecto señala: “Inclusive explico cómo algunas plantas han sido explotadas; a partir de ellas se ha explotado precisamente a muchos tipos de poblaciones por parte de gobiernos e instituciones hegemónicas; se ha ejercido censura y castigo hacia sus propios países”.
Uno de los ejemplos palpables en Caminos que no conducen a Roma es el caso del amaranto, planta utilizada por la cultura azteca: “Los españoles la cancelaron, la censuraron y las propiedades alimenticias que la población azteca podía recibir eran muy bajas. Debido a eso hubo muchas pandemias y enfermedades en lo que se denominaba la Nueva España”.
El último bastión
Desde hace más de dos años, Dulce Chacón trabaja para ofrecer luces sobre buena parte de la historia de su país desconocida por diversas personas. Arte y conocimiento se funden una vez más como testimonio y memoria sobre quiénes fuimos en tiempos pretéritos.
“La investigación partió de otro evento que se llama Bienal Tlatelolca, en México, que fue el último bastión defendido por los aztecas ante los españoles. Ahí es donde se rinden ante Hernán Cortés”, reconoce la artista.
En esa última batalla, las mujeres no se quedaron en su acostumbrado rol de servidumbre, sino que tomaron los uniformes de los guerreros y combatieron. Acerca de este hecho precisa Dulce Chacón: “Esto tiene que ver con una investigación realizada en un libro que se llama el Códice Badiano, escrito en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, el primer tratado herbolario de la Nueva España, a partir del conocimiento azteca”.
“La última receta de este compendio herbolario habla sobre el momento de muerte del paciente. Saben que cuando alguien va a morir deben ayudarle a descansar y deben de ayudarle al bien morir. Es una especie de augurio. Hace 500 años cumplió este libro el pasado año”.
Cinco siglos después, las coincidencias surgen como si las experiencias fueran cíclicas para la humanidad. En aquel momento la población vivía bajo las amenazas de una pandemia con grandes riesgos como en los tiempos actuales, manifiesta la creadora.
“Los que escribían el Códice sabían que no solo era una pandemia física, era una cuestión cultural porque ese conocimiento adquirido durante mucho tiempo en una civilización iba a morir, debido a que otras civilizaciones estaban imponiendo otros esquemas de vida y cánones de pensamiento”.
La persistencia de la memoria
Los dibujos creados por la artista versan sobre las dimensiones del pequeño formato (35 x 42 cm y 27 x 39 cm). Para su confección trabajó con la historia de sus ancestros y con documentación encontrada en el ciberespacio.
“Muchas veces son imágenes tomadas de Internet, otras veces es información que busco en revistas, libros y bibliotecas. De un estudio visual me voy metiendo en la investigación de documentos”, asevera.
Luego de examinar el Códice Badiano y nutrirse de su conocimiento, Dulce Chacón se interesó en mostrar aquellos sucesos traumáticos de nuestros antepasados. Hablamos de hechos que importan, que marcan y son necesarios de divulgar y rescatar del olvido.
“En un momento trabajé mucho más con la relación entre la fotografía y el dibujo, y ahora es entre el documento escrito e histórico y cómo lo podemos hacer vivir en la actualidad, sobre todo porque muchas de esas plantas sirven para el conocimiento herbolario que hoy en día se maneja en México, en la medicina tradicional”, advierte.
Con tal de resguardar las prácticas y utilidades de la medicina azteca, las mujeres conservaron esa valiosa información. “Ellas ocultaron conocimiento para que los españoles no las censuraran. Se convirtió en una salvaguarda, una labor de ocultar y a la vez rescatar todo el tiempo. Creo que los seres humanos siempre hacemos esto”.
“Ahora en la pandemia estamos volviendo a otras formas de conocimiento que el ser humano ha cultivado durante milenios y que todavía nos llega hoy porque esas plantas existen”, concluyó Dulce Chacón.
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