Fue en el teatro de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) un 23 de Agosto a sólo 20 meses del triunfo revolucionario del primero de Enero de 1959, donde se creó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y se eligió para presidirla a la entrañable Vilma Espín Guillois, responsabilidad que ocupó hasta los últimos momentos de su fallecimiento en el 2007.
Con esta agrupación, comenzaba una nueva etapa en la vida de la mujer cubana por la defensa de sus derechos y su completa incorporación a la Sociedad. Es el instante preciso de dejar atrás, los prejuicios y discriminaciones que habíamos sufrido en etapas anteriores. Estábamos conscientes, que en aquellos momentos, la lucha comenzaba, no sólo por la impresionante influencia que la mujer podría ejercer en el desarrollo de la Revolución triunfante, sino en la batalla que se avecinaba por su verdadera liberación, dentro del proyecto social en el que todo nuestro heroico pueblo estaba empeñado.
No puedo olvidar un hecho que vivimos, sobre todo, las que trabajábamos en el campo educacional y fue cuando se produjo el arribo de miles de mujeres campesinas desde los más remotos parajes del país a la capital para integrarse a las escuelas especiales de capacitación. Muchas mujeres de aquellas, algunas muy jóvenes, lograron estudiar e insertarse en la sociedad que les abría los brazos. De igual manera, ocurrió con las empleadas domésticas, que encontraron en muchas de estas escuelas, la vía adecuada para su justa superación.
La revolución martiana en su esencia, no olvidaba las palabras del Maestro: “Nada perdura sin la gracia. La mujer, de instinto divisa la verdad y la precede” Fueron muy arduas las tareas, intensas y agotadoras, tantas, que hicieron al Comandante en Jefe exclamar en el discurso clausura del II Congreso de la FMC en 1974, “La Revolución tiene en las mujeres cubanas hoy día, una impresionante fuerza política”.
Un buen número de mujeres hemos sido honradas a lo largo de estos años, con la Distinción 23 de Agosto.
En ocasión del II Congreso, ya mencionado, el Comité Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas, decidió establecer una máxima distinción: la Orden Ana Betancourt, en referencia a una figura excepcional de la gesta por nuestra primera independencia, aquella patriota camagüeyana, que supo resistir la muerte de su esposo Ignacio Mora y después las consecuencias de la prisión y el destierro. En el momento del congreso se cumplían 74 años de la muerte de esa incansable luchadora.
Fue la primera mujer que se atrevió en un acto celebrado en ocasión de la Asamblea de Guáimaro a abogar por el cese de la esclavitud y que se concedieran los derechos civiles de la mujer cubana.
No conocemos semejante osadía en otra mujer de América en pleno siglo XIX. A Ignacio Mora, el esposo, vale recordarlo. Un patriota culto y digno. Estando en la manigua, enfermo, sorprendido fue separado de Anita, que fue apresada y condenada al destierro. Muere Ignacio posteriormente.. Dejó escrito su Diario de Campaña que esta valerosa mujer, lejos de la patria, logró que llegara a sus manos y lo copió íntegramente. Así salvó para la historia, el valioso documento.
Ana Betancourt, era una mujer muy inteligente. Dominaba como muchas mujeres de la época por influencia del esposo, el francés y algo de inglés, suficiente para desarrollar sus misiones revolucionarias en Jamaica y Nueva York en los tiempos de destierro.
Cuentan, que cuando Céspedes dio el grito de Guerra, ella se quedó en Puerto Príncipe de agente revolucionario y después, marchó a la manigua redentora. Era una mujer adelantada a su tiempo. Quería que la mujer se superara culturalmente para que pudiera luchar por su liberación. Expresaba que era necesario que todas aprendieran a leer y a escribir, para que lograran algún día, adentrarse como el hombre en los senderos de la política.
Desde la baranda del vapor que la alejaba de sus costas, una vez condenada a abandonarlas, tiró su pasaporte a las aguas y juró no regresar hasta que su tierra no fuera completamente libre. Encuentra en casa de su hermana en España, apoyo y abrigo y desde allí, continúa el respaldo incondicional a la causa independentista y a la defensa de su cubanía. A España le llega la noticia de la muerte del esposo.
Era Ana Betancourt, tía de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, el amigo entrañable de Martí, al que el Maestro dejó sus libros como tesoro de amistad y dijo “que tenía que pagarle la ternura que le debía”. La obra de Martí fue conservada y publicada.
Al enterarse Anita del fracaso de la expedición de Fernardina, le escribió a su sobrino: “La mala suerte nos persigue, esos perros yanquis nos hacen todo el mal que pueden” y sobre el Apóstol, le expresaba a Gonzalo: “Martí tiene el don de conmover los corazones… Su palabra vibrante y levantada trasmite al alma de sus oyentes sus sentimientos. Martí es un carácter”.
Corría el año de 1900. Después del sacrificio de la lucha y una independencia arrebatada, seguían apareciendo extraños nubarrones. Anita en la distancia, quería regresar. Los restos de Ignacio reposaban en nuestra tierra teñida de dolor y de sangre. El día 1ro de febrero de 1901 fallece esta cubana ejemplar en la Plaza del Progreso No. 13 en Madrid. Tenía 69 años de edad.
En 1968, justamente en el Centenario de la Guerra de los Diez Años, la Revolución, regresa a Cuba por mediación de Celia, las cenizas de la insigne cubana y se le rinden los honores merecidos.
La Orden Ana Betancourt, es un reconocimiento honroso y un máximo estímulo a aquellas mujeres que dentro y fuera de nuestro país, sobresalen por su esfuerzo excepcional de lucha revolucionaria y política, el trabajo científico, la creación artística, la producción y el empeño por lograr una paz justa para los pueblos. Es una distinción internacionalista que lleva en su esencia el concepto martiano de “Patria es Humanidad”.
La primera Orden Ana Betancourt, fue depositada por el Comandante en Jefe, en el pecho de la valiente combatiente del Moncada, Haydée Santamaría. En” La Historia me Absolverá”, Fidel expresó refiriéndose a esta gran revolucionaria: “que nunca fue puesto en un lugar tan alto de heroísmo y dignidad el nombre de la mujer cubana”.
Hoy a 50 años de la creación de la Federación de Mujeres Cubanas, cuando el Mundo se debate entre guerras y desafueros que intentan hacer desaparecer al planeta, hoy más que nunca, la mujer cubana, tierna, valerosa y combativa, crece con su Historia, sigue adelante en estrecha unidad con su pueblo y trabaja por desarrollar una sociedad socialista justa y verdaderamente democrática que aspira a un porvenir más hermoso para todos sus hijos. Como Ana, Haydée, Melba, Celia y Vilma, y tantas otras, la mujer cubana, defiende con firmes convicciones, su derecho a la verdad y a la vida.
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