En Cuba se experimenta una agitación particular. Intentamos volver a la normalidad, o tal vez pararnos en un punto parecido a como funcionábamos antes de la Covid-19. ¡Cuánto nos ha cambiado el coronavirus! Sin embargo, algo singular ha ocurrido en el capitalino municipio Playa: Flora Fong –la pintora de los calmados paisajes, de los ciclones tropicales, de los remolinos, de las aguas del Caribe, de las cafeteras, de las hojas de tabaco y de las frutas–, como el buen asiático, no ha encontrado tiempo para la inercia en estos largos meses. Con su aparente paciencia, ella ha edificado su más reciente universo, poblado por singulares rostros.
La nasobuqueña tropical es el título de la serie que sostiene las trece obras que se presentan en la exposición del mismo nombre. Presumimos que, con toda seguridad, el visitante se percatará de la autenticidad del proyecto.
Por una parte, se trata de una muestra personal, con autonomía conceptual y discursiva. Pero, por la otra, sorprende cuando las obras de Flora entran en diálogo con su contexto: los majestuosos salones del Museo Nacional de Artes Decorativas; la otrora residencia de María Luisa Gómez Mena, condesa viuda de Revilla de Camargo.
En la galería de cristal, ubicada frente al Jardín de las Cuatro Estaciones, en un aprovechamiento de paredes y buen uso del caballete, se despliegan obras que de inmediato interactúan con la vajilla de porcelana La dama del parasol, hábilmente distribuida en el Salón Comedor. La dama china de alto rango, en su paseo con su sirviente, adquiere dimensión contemporánea cuando no solo se protegen del sol por elegante sombrilla; también van con sus nasobucos o mascarillas, en un simbólico gesto que las introduce y previene del drama de la presente década del Tercer Milenio.
El espacio expositivo se armoniza, la conexión se establece, el discurso fluye en una secuencia de títulos que se complementan. El lienzo es el soporte absoluto, la composición explica el buen oficio y dominio de técnicas mixtas que combinan acrílico, óleo-pastel; mientras la luz cubre los espacios. Estas obras nacieron en algún momento del 2020 y el 2021, y se titulan Crepuscular, En tiempos de pandemia, La cubana, La gallinita azul, La mariposa de Baracoa, Custodiada, La guajira, Liang frente a la Covid, Una tarde tras otra, Enfrentando la Covid, La enfermera y también la paciente, Cuando el sol es luz de vida y La dama del parasol. Su relato es ecuménico, están poniendo a su espectador frente a la pandemia y nos organizan el pensamiento cuando parecía que el caos era absoluto. Flora abre sus puertas con un mensaje de belleza y lirismo que omite cualquier desgarradura emocional.
La nasobuqueña tropical es un proyecto que agradece la participación de muchas manos, que pretende sumarse a los aniversarios de la fundación de la Republica Popular China y de la ciudad de La Habana, al cumpleaños de la artista y a la feliz convocatoria por la XIV Bienal de La Habana. Con él se ratifica el destacado lugar de Flora Fong en el contexto del arte cubano contemporáneo, y es el feliz empeño de mostrar a la humanidad las motivaciones que nos reinventan cada amanecer.
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